Biskra, una ciudad moderna pero agradable, está construida en forma de cuadrícula. Su desarrollo como ciudad industrial data de la llegada del ferrocarril a principios del siglo XX.La historia. Puerta del Gran Sur a los pies de las montañas del Aurès, la antigua Vescera ("estación") romana fue primero una ciudad cartaginesa antes de convertirse en un enorme oasis con más de 150.000 palmeras datileras que producen el famoso deglet nour, el dátil más apreciado. En el siglo XI, el territorio de los zibanes (plural de Zab, nombre de las montañas que se extienden entre Biskra y Bou-Saada) era hammadita, antes de ser invadido por los hilalianos del este, expulsados en el siglo XII por los almohades de Marrakech. En el siglo XIV, el oasis pasó a manos de los hafíes de Túnez, seguidos por los meriníes de Fez. Los turcos se apoderaron de ella en el siglo XVI y la ocuparon hasta que los franceses, encabezados por el duque de Aumale, se instalaron en ella en 1849, tras haber expulsado a Ahmed Bey, antiguo bey de Constantina.Biskra es una ciudad que ha inspirado mucho a artistas e intelectuales. André Gide vivió allí unos meses, durante los cuales inició Les Nourritures terrestres. El pintor Henri Matisse encontró allí la inspiración para pintar su famoso cuadro Nu bleu (recuerdo de Biskra, 1906). El compositor húngaro Béla Bartók estuvo en esta región en junio de 1913 para recopilar canciones populares argelinas en Biskra, Tolga, Sidi Okba y El-Kantara.Durante la hermosa exposición "Biskra, sortilèges d'une oasis" en el Institut du monde arabe de París en 2017, se podían escuchar extractos sonoros de Béla Bartók y releer textos de André Gide.

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