Guía de viaje Jericoacoara
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Jericoacoara (Jeri para los amigos) es la meca del kitesurf en Brasil, y hasta aquí llega gente de todo el mundo. Y con razón, ya que este antiguo pueblo de pescadores rebosa de atractivos. El Washington Post la ha nombrado una de las diez costas más bellas del mundo, y con razón. Unos kilómetros antes de llegar, las pistas secas y las tierras abrasadas del Nordeste dan paso a una inmensa zona de dunas selenitas. Más adelante, un pequeño pueblo y el océano aparecen por fin a la vista, bajo los cocoteros, en una sorprendente bahía de aguas turquesas y marinas, bordeada hasta el horizonte por un encaje de dunas de un blanco deslumbrante. Aquí no hay exceso de turismo. Todo es salvaje y virgen.En la playa, a 1 km, se alza una famosa roca agujereada a través de la cual se puede contemplar la puesta de sol. El interior de este gigantesco peñasco está formado por rocas amarillas o rojas pulidas por el mar. Las playas están bordeadas de jangadas, veleros tradicionales de formas antiguas y cascos multicolores. También hay lanchas neumáticas, cerdos que deambulan libremente, caballos, carros, calesas, capoeiristas, bonitas surfistas en pareo... La gente sube a las dunas para contemplar la puesta de sol sobre el océano, ya que la bahía está orientada al oeste. El antiguo pueblo sigue siendo pobre, las casas armonizan con la tierra y los árboles de los que están hechas. Los habitantes son indios o caboclos, antes pescadores solitarios e indigentes, que ahora se han lanzado a la aventura del turismo. Que Jeri siga siendo un paraíso...
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