Un comienzo lento, pero rápidamente sofocado
Fue en Madrid, en 1896, cuando Jean Busseret, representante de los hermanos Lumière, organizó la primera proyección española en el Cine Doré. Ese mismo año, Eduardo Jimeno filmó la misa del mediodía en la iglesia del Pilar de Zaragoza. La industria cinematográfica española dio un vuelco con la llegada del cine sonoro. Francisco Elías Riquelme dirigió El misterio de la Puerta del Sol (1930), la primera película sonora española protagonizada por Pompeyo y Rodolfo, dos trabajadores madrileños con sueños de convertirse en estrellas de cine, que deciden llamar la atención planeando un falso asesinato. La película fue un fracaso técnico y no se proyectó en los cines. En 1939, el ascenso del régimen franquista asestó un duro golpe al cine español. Con la creación de la Junta de clasificación y censura (un consejo cuya labor es vigilar el contenido social, político y moral de las películas) y la caída de Cifesa (Compañía Industrial de Film Español) en manos de Franco, las producciones se reducen y la censura alcanza su punto álgido. Todas las artes fueron oprimidas por esta dictadura, y en primera línea, el cine. El general Franco llegó a escribir él mismo el guión de Raza (1941) bajo el nombre de Jaime de Andrade. Dirigida por José Luis Sáenz, esta película cuenta la historia de una familia española que, gracias al patriotismo y al militarismo, encuentra una solución a las rencillas que les dividen. Raza impone al cine la imagen de España: la del culto a la guerra, la gloria pasada y el catolicismo. Como su país, el arte español pierde toda su libertad.
Tímidos intentos, siempre vigilados
A pesar de la opresión, algunas producciones independientes intentaron insuflar nueva vida al cine español. Es el caso de Vida en sombras (1947), de Lorenzo Llobet-Gràcia. La película fue duramente criticada y censurada por la Junta Superior. A finales de los años cincuenta, Franco decidió relajar ligeramente sus normas sobre el cine. España se convirtió entonces en territorio de producciones y coproducciones extranjeras. El país era un terreno de juego perfecto para rodar spaghetti westerns y peplums. Gracias al personal y al capital españoles, Eurociné (una compañía cinematográfica francesa conocida por sus películas de explotación) creó obras de bajo coste, pero no insignificantes, como películas de terror y de serie Z. Mientras Francia puede proyectar los largometrajes, España sigue ofreciendo versiones más "moralmente correctas", libres de violencia y sexo. Tras 24 años de exilio en América, el mundialmente famoso director Luis Buñuel regresa a España. Buñuel formó parte de la primera rebelión contra Franco y participó en una película pro-republicana. Nunca ocultó sus ideas. Viridiana (1961) le valió la Palma de Oro en Cannes, no sin provocar un escándalo. El Vaticano calificó la película de blasfema, y Viridiana fue obviamente una de las víctimas de la censura franquista.
La Movida o el auge de la emancipación
" Para mí, Madrid fue el lugar donde se proyectaron por primera vez películas en exclusiva, pero también la metrópoli donde cualquiera podía "vivir su vida", en definición: un sueño. Así describe Pedro Almodóvar la capital en su libro Patty Diphusa: La Vénus des lavabos. El director fue uno de los precursores de la Movida, el movimiento cultural creativo de principios de los ochenta que arraigó en Madrid. La Movida madrileña es comparable a la llegada del Punk y la New Wave a Inglaterra. Este movimiento, impulsado por la juventud española y la aparición de nuevos artistas, contribuyó a dar a la España moderna un lugar en la Europa democrática. Con Pepi, Luci, Bom et autres filles du quartier (1980 ), nos muestra un lado completamente diferente de la ciudad. Pepi es una joven que cultiva marihuana en su casa. Un día, un policía vecino descubre la situación y llega a su casa para culparla. Acaba abusando de Pepi, que decide vengarse, con la ayuda de Bom y Luci, la desencantada mujer del policía. Ya fiel a los temas favoritos del director (sexo, independencia, homosexualidad, etc.), esta película muestra un Madrid desenfadado, jovial y sulfuroso. La capital, antes conservadora, se adentra en el mundo del underground. Almodóvar sigue sublimando su musa filmando, por ejemplo, el Cine Doré en Parle avec elle (2002), la coctelería Museo Chicote en Étreintes brisées (2009), el legendario Viaducto de Segovia, a 90 km de la capital y visto en Les amants passagers (2013), o la plaza de las Comendadoras en su película Madres paralelas (2021).
Imagen de la modernidad a escala mundial
Sin embargo, sería un triste error reducir Madrid a Almodóvar. La capital española no sólo ha sido escenario de muchas películas, sino que en ocasiones también ha sido la principal protagonista. He aquí una pequeña selección de películas que hay que ver: La Colmena (1982), de Mario Camus, adaptación de la obra de Camilo José Cela sobre el Madrid de los años 50; La Estanquera de Vallecas (1987), de Eloy de la Iglesia, película de culto; Historias del Kronen (1995), de Montxo Armendáriz; Tesis (1996), de Alejandro Amenábar, y Abre los ojos (1997); Martín Hache (1997) de Adolfo Aristarain; Barrio (1998) de Fernando León de Aranoa; La Comunidad (2000) y Crimen ferpecto (2004) de Alex de la Iglesia; Les fantômes de Goya (2006) de Milos Forman; La vengeance dans la peau (2007) con Matt Damon o Sans Issue con Bruce Willis (2012). A lo largo de los años, Madrid se ha forjado una imagen de ciudad apasionada, de espíritu libre, temperamental e intrigante. En los últimos años, las productoras de la pequeña pantalla se han fijado en la capital española. La plataforma de distribución Netflix la ha aprovechado, produciendo La Casa de Papel (2017), una serie sobre jóvenes atracadores de bancos y su golpe de efecto; Las Chicas del Cable (2017), sobre cuatro telefonistas de una compañía telefónica madrileña que luchan por su independencia y sus derechos; yÉlite (2018-2024), otra serie sobre la juventud dorada del instituto Las Encinas enfrentada al asesinato de una alumna. Estas series de televisión han consolidado a Madrid como una cita ineludible para los adolescentes, a la altura de París, Londres y Nueva York.