MURALLAS
Murallas que permiten observar los pequeños agujeros de la muralla, la puerta de Harar, los trajes de las mujeres..
Antes de entrar en el casco antiguo es interesante comenzar la visita con un paseo extramuros. Es una oportunidad para observar los pequeños agujeros en la pared, suficientemente grandes como para acomodar a las hienas, consideradas durante mucho tiempo como los verdaderos basureros nocturnos de la ciudad, en un momento en que las puertas se cerraban a los últimos viajeros.
El punto de partida se encuentra en la puerta de Harar, que se inauguró en los años setenta y ha sido la principal vía de acceso a la ciudad desde entonces. Desde allí se puede descender a la puerta de la Shoa, frente a la cual suele haber un gran mercado conocido como el «mercado cristiano». Se puede admirar la belleza de los trajes femeninos de los harari, adornados con estolas multicolores de colores brillantes y con joyas de oro o plata. En la esquina del hotel Belayneh comienza un camino que conduce a la puerta de Buda (o «puerta de los brujos» en referencia a los herreros que vivían allí y durante largo tiempo objeto de todo tipo de supersticiones), a la puerta de Sanga y su fuente comunitaria, y por último a la puerta de Erer (o Argobari), cerca de la cual se encuentra una leprosería construida por los religiosos franceses en 1901 y que aún hoy está activa. Entre estas dos últimas puertas se encuentra la tumba del rey Ausar; cerca de allí tiene lugar la tradicional comida de las hienas. Más adelante, la puerta de Fallana es la última de las cinco puertas originales (otras dos se perforaron posteriormente), por la que entró en la ciudad Richard Burton al frente de una caravana en 1854.