EL MUSEO GUGGENHEIM

Probablemente lo conozcas, es blanco y redondo (lo que no hace que sea fácil colgar los cuadros). Antes de convertirse en una franquicia internacional de arte contemporáneo, todo comenzó en Nueva York a partir de un rico coleccionista muy interesado en las nuevas formas de expresión. Solomon R. Guggenheim había hecho su fortuna en minas de cobre y plata. Durante las décadas de 1920 y 1930, el multimillonario estadounidense comenzó a coleccionar obras de pintores europeos, que exhibió en sus apartamentos del Hotel Plaza frente a un público impactado por la vanguardia abstracta. Entre los artistas se encontraban Léger, Mondrian, Klee, Chagall y Kandinsky, los dos últimos representantes del núcleo de la colección permanente del museo. Van Gogh, Degas, los animales salvajes y algunos Picasso de la primera época son otros tesoros de esta colección. Se dice que el Museo Guggenheim es el más escandaloso de Nueva York.... Pero, ¿no es su mayor activo finalmente su arquitectura diseñada por Frank Lloyd Wright? El edificio, que también se proyectó para otra ubicación, hizo mucho ruido, luego su concepto inicial fue desviado por la adición de espacios administrativos. Luego fue insultado al ser rebautizado en honor a la familia LeFrak, que había dado al museo 10 millones de dólares. Esta extraña estructura cilíndrica, cuya construcción y acabado duró 16 años, contrasta con la arquitectura de los grandes edificios burgueses de la Quinta Avenida. Levantó una tormenta de controversia cuando se abrió en 1959. A principios de 1993 se inauguró una nueva ala, lo que supuso una ampliación sorprendente y muy exitosa del museo en Central Park. En 2019, el edificio fue incluido en la lista de la UNESCO, junto con otras siete creaciones emblemáticas de Wright. Por último, toda la imagen y el prestigio del Guggenheim casi se derivarían del éxito visionario del arquitecto (basta con mirar la omnipresencia del edificio en la comunicación del Guggenheim y no las obras expuestas). Porque en lo que respecta a la exposición, la venta y la adquisición, los resultados son bastante desiguales. Algunas de las obras maestras de la colección (Modigliani, etc.) han sido vendidas y sustituidas por obras de arte conceptual. Cuando la prestigiosa colección permanente no se vende, rota entre los cinco establecimientos que llevan el nombre de la marca Guggenheim (Nueva York, Bilbao, Venecia, Berlín y Las Vegas), el museo se centra en dudosas exposiciones contemporáneas. El colmo de la inanidad se alcanzó en 2003 con casi un semestre dedicado a los cinco ridículos episodios del ciclo Cremaster de Matthew Barney (compañero de Björk en la ciudad). Su obra se extiende por las tres plantas, los pasillos, la sala de proyección (donde pocos espectadores podían soportar más de 5 minutos de sus películas de 45 minutos). Al lado, el visionario ucraniano Malevich (1878-1935) vio algunas de sus más bellas pinturas y obras arquitectónicas en los 50 m² de una sala anexa. El museo ha estado experimentando problemas financieros en los últimos años. La entrada es por lo tanto muy costosa y el énfasis se ha puesto en la tienda, magnífica, muy sofisticada (posibilidad de pedir desde Francia en Internet). Pase delante del museo, tome una foto del edificio y diríjase directamente a la tienda para divertirse, traiga algunos recuerdos: una manera de saborear la médula sustancial del museo.