Mérida tiene una reputación que no se puede ignorar. Su crecimiento y grandeza arquitectónica están estrechamente relacionados con el auge del comercio del henequén, o sisal, una fibra muy fuerte y resistente derivada de una variedad de plantas de agave. Su comercio se desarrolló en los siglos XVIII y XIX a través de un sistema de haciendas heredado del feudalismo español, que entonces abastecía a todo el planeta de cuerdas para barcos. Si la Revolución Mexicana y la llegada de las fibras sintéticas han cambiado la situación, los magníficos palacios que se pueden ver hoy en día son testigos de esta época dorada. Muchos de ellos se han convertido en hoteles y contribuyen a la calidad de la acogida en la Ciudad Blanca. Su apodo no proviene del color de sus paredes, sino del hecho de que la ciudad fue originalmente separada y aislada de los distritos indígenas para proteger a los españoles, "los blancos", de una posible rebelión maya. Hoy en día, la capital comercial de Yucatán es una ciudad muy agradable con un hermoso centro colonial que se renueva constantemente. Muchos norteamericanos han comprado casas allí, se han abierto restaurantes y bares en las plazas que cobran vida por la noche... Para los hispanohablantes, será bueno distinguir la lengua yucateca, cantarina y lenta, muy diferente de la de la capital, y apreciar las bombas, esos pequeños poemas populares que son relatos cortos donde el doble sentido se utiliza a la perfección

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Autel illuminé à Merida. loeskieboom - iStockphoto.com
Marionnette<i> </i>pour le<i> Dia de les Muertos</i> à Mérida. loeskieboom - iStockphoto.com
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