Sinnamary estaba ocupada por grupos de indios galibi, pero no fue hasta 1624 cuando comenzó la historia escrita de Sinnamary, con la llegada de un grupo de colonos, entre los que se encontraba la esposa de Constant d'Aubigné, hijo del famoso Agrippa, que dio a luz a la que más tarde se convertiría en la esposa secreta de Luis XIV, Madame de Maintenon. Fueron los holandeses quienes, ya en 1657, tras haber invadido la Guayana Francesa, construyeron canales y zanjas para hacer la tierra más salubre y fértil. En 1664, la llegada de colonos franceses puso fin a esta ocupación. En mayo de 1676, los holandeses iniciaron una segunda ocupación, pero la Guayana no tardó en ser tomada por una escuadra francesa dirigida por el almirante d'Estrées en diciembre del mismo año. Un siglo después, en 1763, se instalaron allí unas sesenta familias de colonos alsacianos y loreneses que habían sobrevivido a la desastrosa expedición de Kourou: se construyeron seis grandes cabañas y un hospital para alojarlos. Se admite que algunos de los nombres de las grandes familias de Sinnamary, como Horth, Clet o Beneth, deben su origen a estas familias desplazadas. En 1766, la cría de vacas procedentes de América del Norte se convirtió en la principal actividad de Sinnamary: con el apoyo de la mano de obra representada por los esclavos, en 25 años el ganado alcanzó las 14.000 cabezas. La primera abolición de la esclavitud en 1792 y la segunda, definitiva, en 1848, pusieron un fuerte freno a la economía del municipio: los esclavos, liberados, abandonaron las tierras de cultivo. Más tarde, fueron los convictos quienes ocuparon el lugar de los antiguos esclavos, trabajando duro en las granjas de la prisión o realizando obras públicas. La fiebre del oro de finales del siglo XVIII y principios del XIX hacia los yacimientos de Sinnamary (entre los más ricos de la Guayana Francesa) creó un potente movimiento migratorio: principalmente guyaneses y antillanos acudieron a probar suerte. Luego, a partir de 1955, Roland Verderosa, alcalde de la comuna, fomentó el establecimiento de un pueblo indonesio en Sinnamary, para que pudieran utilizar sus conocimientos en materia de cultivo de arroz. Con el tiempo, la comunidad indonesia se dedicó a la agricultura mixta en abattis y más tarde a la cestería. Hoy en día, Sinnamary es una ciudad bastante tranquila de 3.000 habitantes con sus largas avenidas bordeadas de casas criollas con encanto de antaño. La atmósfera intemporal y la tranquilidad de Sinnamary merecen la pena aventurarse allí, aunque sea por un momento. Si dispone de más tiempo, puede disfrutar de este auténtico pueblo alojándose con la gente del lugar. Un punto de información turística (28, rue Constantin-Verderosa) podrá indicarle el camino de Saint-Elie, un paseo de 2,5 km a través de bosques, sabanas y pantanos. Otro motivo para detenerse en Sinnamary es la calidad de su artesanía: esculturas, cestería, collares y pulseras de semillas y muebles de madera preciosa son los artículos más característicos de la zona. Para la artesanía, hay que ir a Corossol (calle Constantin-Verderosa, 20); para los muebles, a L'Or Vert (avenida Constantin-Verderosa, 45).

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