Catherine y Dider Rateau tienen un restaurante semigastronómico discreto, un poco alejado del centro de la ciudad. A los pies de un pequeño edificio en la esquina de Dugas, una sala decorada por acuarelas y un sorprendente calendario maya. Como su nombre indica, el tema de los menús varía según los momentos del año: el chef sabe valorizar sus productos sin enmascararlos con salsas: terrina de hígado de aves de corral y tiro de ternera, pistacho y mesclun en el mendigo, una red de cerdo de cerdo a la sidra, sabiendas de cómo se sirve en un plato. El menú trufa tiene que retenerse: ravioles de cigalas a la emulsión de trufas, aves de corral con trufas servidas en su frasco o bogavante entero asado, bisca blanca trufada. El postre sirve un delicioso surtido en una pizarra plana. En cuanto al servicio, por último, sigue estando relajado y no pierde nada de su eficacia
Menu à un tarif abordable, comme les boissons.
De l'entrée au dessert, en passant par le fromage (chariot avec choix vaste), aucune fausse note.
La viande était tendre, les saveurs des plats et des accompagnements parfaitement maitrisés.
Cela faisait bien longtemps que je n'avais pas pris autant de plaisir dans un restaurant.
Le service est bien réalisé, avec le sourire, malgré une seule personne en salle.
Hâte d'y retourner!