Guía de viaje Yvoire

Con su rico y revitalizado pasado, Yvoire también es conocida como la "Perla del Lago Lemán". Construido sobre un espolón rocoso que domina el lago, en la confluencia de los lagos "pequeño" y "grande", Yvoire es un elegante pueblo fortificado que ha sabido preservarse de la construcción moderna dentro de sus codiciadas murallas. Esta codicia comenzó en 1306, cuando Amédée V el Grande se propuso proteger con murallas este auténtico centinela del lago Lemán. Esta posición estratégica le aseguró cierta prosperidad, gracias sobre todo a las franquicias. Aunque el castillo sobrevivió a la Edad Media sin sufrir daños importantes en sus edificios, no pudo resistir los embates de ginebrinos y franceses, ¡y se quedó sin techo durante 350 años! En los siglos siguientes, Yvoire volvió a convertirse en un pequeño pueblo de pescadores y agricultores, hasta la posguerra. Fue entonces cuando se comprendió que el patrimonio contenido entre estas murallas podía interesar y atraer a muchos turistas. Y para devolver a Yvoire su mejor cara, los habitantes pusieron flores en el pueblo. Yvoire recibió el primer premio nacional de la flor en 1959. En 2002, Yvoire, miembro de la prestigiosa asociación "Los pueblos más bonitos de Francia", recibió el Trofeo Internacional de Paisajistas y Horticultores y representó a Francia en el Concurso Europeo de Flores. Aunque Yvoire es una auténtica postal a orillas del lago, donde a nuestros amigos suizos les encanta desembarcar en los días soleados, en los meses de verano el pueblo sufre una fuerte "invasión" turística que hay que canalizar por sus estrechas calles. Aparcamientos de pago, restaurantes abarrotados, multitudes tranquilas... A Futé le encanta visitar Yvoire fuera de temporada, cuando se puede pasear a solas entre las viejas piedras, cuando los barcos están guardados en el puerto y los restaurantes (demasiado escasos) están abiertos para recibirle y contarle toda la historia de este pueblo encantador...Se entra en el pueblo por la Porte de Rovorée y se precipita por las calles bordeadas de casas estrechas con fachadas llenas de flores. Lo primero que llama la atención es el brillante campanario bulboso de la iglesia. Que conste que este campanario está recubierto de acero inoxidable, cuyo brillo al sol se supone que recuerda el vientre plateado de la féra, el emblemático pez del lago Lemán. A continuación, descubriremos el castillo del siglo XIV que domina el lago, donde descenderemos para experimentar la paz infinita que reina aquí (¡fuera de temporada, por supuesto!). Una escala rica en historia, que no debe perderse.