La aldea es famosa por su castillo, ocupado por el sulfuroso Marqués de Sade. Está en mal estado, pero conserva su encanto medieval y nos transporta a otra época. Frente a la católica Bonnieux, la protestante Lacoste fue un antiguo bastión de los vaudois, que se refugiaron aquí en el siglo XV. Lacoste conserva su iglesia, que ahora alberga el ayuntamiento. La iglesia data de los siglos XV y XVI. Las empinadas calles de Frescado y Sainte-Trophime conducen a una de las joyas del pueblo: el campanario, bellamente rematado por un campanario. En 2000, el castillo fue adquirido por el diseñador de moda y mecenas Pierre Cardin.

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