Molsheim perteneció al obispado de Estrasburgo, pero cuando éste se pasó a la Reforma, la ciudad se convirtió en el bastión de la Iglesia católica en el Bajo Rin. Los jesuitas fundaron allí un renombrado colegio. Molsheim perdió su importancia después de que Luis XIV restableciera el culto católico en la catedral de Estrasburgo. Fíjese en los restos de las fortificaciones, la Porte des Forgerons, el Metzig y su reloj de Jacquemarts, las casas con entramado de madera de los siglos XVI y XVII, el priorato de la Cartuja, la iglesia de los Jesuitas, el castillo de Oberkirch... La gloria de Molsheim volvió cuando se convirtió en la cuna de Bugatti en 1910.

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