VILLA BELZA
Un establecimiento con un entorno excepcional, con vistas a la playa de la Côte des Basques por un lado, con un llamativo encanto
Dominando la playa de la Côte des Basques (costa de los Vascos) por un lado y el Gouffre du Diable (sima del Diablo) y el Port Vieux (puerto Viejo) por el otro, orgullosamente encaramada en su roca con vistas a las montañas en la lejanía, no se ve otra cosa que Villa Belza. Con su llamativo aspecto sobre las olas, es la imagen más emblemática de Biarritz. Fotogénica como la que más (tanto como el Rocher de la Vierge), es la musa de todas las postales, fotos e imágenes turísticas. Antes de que se convirtiera en una auténtica belleza, era el modesto terreno de un granjero. El arquitecto Alphonse Bertrand no le dio su forma rectangular hasta 1882, antes de que Dominique Morin añadiera su torreón neomedieval y la torreta. Sus aires misteriosos nunca han dejado de originar oscuras leyendas de brujería y fantasmas. De ahí su nombre Belza, «negro» en vasco. En los locos años veinte, convertida en un cabaret ruso llamado Château Basque, fue el escenario de suntuosas galas y fiestas que pasarían a la historia.
Fin del periodo de dejadez: dividida y descuidada, fue devastada por dos incendios y abandonada a su triste destino. Finalmente, tras ser renovada y rescatada de la ruina (pero vendida en lotes de apartamentos), fue catalogada por la ciudad en 1997. La villa fue sometida a una importante fase de renovación de los exteriores entre 2015 y 2018. La carretera del paseo marítimo, convertida en zona peatonal, otorga todavía más autenticidad al lugar. Hoy en día, se puede alquilar un estudio en este prestigioso edificio y disfrutar de un entorno excepcional y de un ambiente encantador.