La historia de este pueblo, situado a 630 metros de altitud en el Parque Natural Regional de Grands Causses y que ha dado nombre a un queso, está directamente ligada a los trastornos geológicos que ha sufrido y a su agricultura pastoril. La montaña se derrumbó, creando un "combalou", una zona de canchales rocosos. Por extensión, la montaña que domina Roquefort se convirtió en el Combalou, de 2 kilómetros de largo y 300 metros de ancho, al sur del Larzac. El pedregal creó fallas internas. Estas fallas son diaclasas, comúnmente llamadas "fleurines". El aire, que circula en función de la diferencia de temperatura entre el interior y el exterior, es muy favorable para la maduración del queso. Cuenta la leyenda que un joven pastor abandonó su pan de centeno y su cuajada de oveja para ir tras una joven. Cuando regresó, el pan se había enmohecido y había transmitido su color azul al queso. Así nació el Roquefort. Se dice incluso que el propio Julio César escribió que comió un queso extrañamente parecido al Roquefort durante el asedio de Alesia. La fabricación y maduración del Roquefort se ha convertido aquí en una auténtica atracción turística, como lo demuestran los miles de visitantes que recorren cada año las calles del pueblo para comprar el divino queso en sus versiones clásica, artesanal o ecológica. Se pueden visitar las bodegas de dos empresas: Société y Papillon, así como el ecomuseo de Coulet.

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Fotos e imágenes Roquefort-Sur-Soulzon

Le village de Roquefort, adossé au flanc du Combalou TOM PEPEIRA - ICONOTEC
Cave d'affinage de roquefort TOM PEPEIRA - ICONOTEC
Aux environs de Roquefort-sur-Soulzon PHOVOIR

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