El nombre de Pont-à-Mousson evoca por sí mismo los orígenes de la ciudad: un puente sobre el Mosela en el siglo XI, al pie de la colina de Mousson, sede de la fortaleza y cuna de los condes de Bar. Construida inicialmente en la orilla derecha, la ciudad creció en torno a una Maison-Dieu de 1217 perteneciente a la orden antonista. La ciudad se extendió hacia la orilla izquierda a finales del siglo XIII, gracias a Thiébaut II, duodécimo conde de Mousson. Con su rica historia y su notable patrimonio arquitectónico, Pont-à-Mousson atrae hoy en día a numerosos turistas. Los visitantes pueden descubrir los lugares culturales más destacados de la ciudad, como el museo Au fil du Papier y la antigua Abadía de los Prémontrés, tan monumental como impresionante. La plaza Duroc (punto estratégico de la ciudad) es un lugar ideal para pasear, famosa por sus numerosas tiendas bajo los soportales. En cuanto al patrimonio religioso de la ciudad, podrá admirar las iglesias góticas de Saint-Martin y Saint-Laurent. A lo largo de los siglos, la ciudad se ha forjado una reputación internacional. Entre 1572 y 1768, conoció un periodo intelectual muy próspero, con la llegada de la primera Universidad de Lorena bajo los auspicios del Papa Gregorio XIII y de Carlos III, duque de Lorena. Inicialmente en manos de los jesuitas en el siglo XVII, la universidad contaba con no menos de 2.000 estudiantes en sus cuatro facultades principales: artes, derecho, teología y medicina. Baluarte de la fe católica, la universidad fue el caldo de cultivo ideal para el desarrollo de las grandes órdenes religiosas, entre ellas la de los Prémontrés. En el siglo XIX, Pont-à-Mousson volvió a estar en el candelero durante la revolución industrial, impulsada por el progreso técnico, en particular la expansión del ferrocarril y el descubrimiento de mineral de hierro en la década de 1850. Mussipontains albergó sus primeras fundiciones y altos hornos. Camille Cavallier, director de la fábrica, dio a la ciudad una reputación internacional. Pont-à-Mousson se haría famosa en todo el mundo por su dinamismo industrial, gracias sobre todo a la utilización de técnicas punteras perfectamente dominadas. Un siglo más tarde, la Segunda Guerra Mundial no dio tregua a la ciudad, cuya edad de oro parecía pertenecer al pasado. Muchos edificios resultaron gravemente dañados por los bombardeos. Hoy en día, los monumentos han recuperado su antiguo esplendor. En el corazón del Parque Natural Regional de Lorena y del Val de Lorraine, Pont-à-Mousson también aprovecha su patrimonio natural (¡desde Metz, un recorrido deliciosamente bucólico!) y desarrolla actividades deportivas y culturales durante todo el año. La mediateca dispone de un amplio fondo, con no menos de 100.000 documentos disponibles en préstamo Otros acontecimientos jalonan la vida cultural de Mussipont... Los torneos de voleibol playa en la plaza Duroc durante la semana de la Ascensión, la feria de ganado el último fin de semana de junio, la Compagnie La Mousson d'été (teatro contemporáneo) y los conciertos gratuitos de Estivales (variedades francesas) todos los viernes y sábados de julio y agosto. Al comienzo del nuevo curso escolar, la ciudad acoge el Déballage Saint-Martin, y en vísperas de Navidad, la famosa fiesta de Saint-Nicolas hace las delicias de grandes y pequeños.

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