Cuando este emplazamiento galo-romano fue abandonado, el señor de Randon, a su regreso de las cruzadas, construyó allí su nuevo castillo y dejó el antiguo, a la señal de Randon. Hacia el siglo XI, Châteauneuf tomó la forma de una ciudadela que dominaba la región desde sus 1.286 m de altitud y controlaba las rutas de Mende a Saint-Flour y Le Puy. Durante la Guerra de los Cien Años, para expulsar a los mercenarios, apoyados por los ingleses, que asolaban el Gévaudan y el Vivarais, el rey envió al rescate a Bertrand Du Guesclin, su famoso condestable. El guerrero sitió la ciudadela, pero no vivió para ver su victoria: se dice que murió de congestión en 1380 tras beber el agua helada de la fuente de Glauze en l'Habitarelle. Lo único que queda de este lugar, que a menudo se utilizaba como refugio para los habitantes, es la torre conocida como la torre inglesa, ya que el castillo fue destruido por orden de Luis XIII durante las Guerras de Religión, y las piedras se reutilizaron para construir las casas de los alrededores. Mucho más tarde, en 1828, Châteauneuf honró a su libertador e hizo construir un cenotafio para Du Guesclin en el emplazamiento de l'Habitarelle. Fue sustituido en 1911 por el cenotafio actual, una fiel reproducción de su tumba en la basílica de Saint-Denis. También se inauguró una estatua suya en 1894 y, desde entonces, el Condestable extiende su mano protectora de bronce sobre la plaza del pueblo. En el pasado, la ciudad también era conocida por sus antiguas ferias, que promovían la artesanía del hierro y de las telas.

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