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La herencia de los trovadores

Actuando en la Edad Media, entre el año 1000 y el 1350, los trovadores eran poetas occitanos que desarrollaron el arte del canto cortesano. A la vez compositores, poetas y músicos, interpretaban sus obras poéticas o las hacían interpretar por malabaristas o juglares. Escritas en la lengua común de oc, sus obras tenían dos temas principales: el amor, la categoría más prestigiosa, y la actualidad, especialmente la tratada en los "sirventès", canciones de protesta directas dirigidas a un enemigo o de duelo por los muertos. Tras alcanzar su punto álgido en el siglo XIII, esta forma de arte fue decayendo paulatinamente en el siglo XIV con la censura de ciertos temas, especialmente el amor infiel. Aunque los vestigios escritos de textos de los siglos X y XI son escasos, se han conservado algunas obras de la época dorada de los trovadores: se conocen 400 trovadores y cerca de 2.500 textos nos permiten conocer estos poemas. Entre los más conocidos se encuentra Matfre Ermengau, de Berna, cuya obra principal, Bréviaire d'amour, es nada menos que una inmensa enciclopedia de conocimientos para uso de los profanos, escrita en 34.597 versos.

Literatura francófona

Los autores occitanos han contribuido en gran medida a la influencia de la literatura francesa. La mayoría de ellos eligió el idioma francés ya en el siglo XVII. Cabe señalar que en 1639, sólo cuatro años después de la creación de la Academia Francesa, cuyo objetivo era fomentar la difusión de la lengua, Jacques Esprit, de Béziers, ingresó en la institución, seguido en 1653 por otro muchacho local, Paul Pellisson, historiador de Luis XIV. La cultura occitana sigue estando muy presente en los autores del siglo XX. Es el caso, en particular, de Marie Rouanet, de Biterroise y antigua profesora de literatura clásica. Dedica la mayor parte de sus escritos a la historia de la cultura occitana, la música tradicional y las costumbres de aquí y de otros lugares. Ha escrito unas cuarenta novelas, ensayos y crónicas, y su obra más recordada es Nous les filles, en la que la escritora relata las alegrías y desventuras de una niña nacida en los años cincuenta. En un registro completamente diferente, Bernard Minier es conocido por sus novelas policíacas. Inspector superior de la administración de aduanas, este hombre de Biterrois es un apasionado de la escritura. Tras escribir varios relatos cortos, en 2011 publicó su primera novela, Glacé, que tuvo un gran éxito. Traducido a veintidós idiomas, recibirá el Gran Premio del Polar de Cognac, y su obra será adaptada a la televisión en 2017 por M6. Destaquemos también las obras de Michel Piquemal y Alexandre Sánchez, dos autores locales cuya fértil pluma encanta a la literatura infantil al primero, con su novela L'éléphante qui chantait la pluie, y al mundo de la ciencia ficción al segundo, con su saga Imaginary Rebirth.