En las alamedas Paul Riquet, hay una terraza, así como una sala en la planta alta, una gran brasserie parisina con muy bonita madera en el techo. El establecimiento, cerca del teatro y retomado desde abril de 2012 por Jean-Marc, Laura y sus hijos, supo seducir a una clientela de acostumbrados que frecuentan el lugar desde el café. Laura al horno ofrece una buena cocina familiar con productos frescos y de temporada. La primera palabra que viene al espíritu es "familiar", tanto en el ambiente como en los platos. Aquí, que la casa y el verdadero: frasco de fuego, confitado de pato, linguinas de almejas, ragú de calamar a las aceitunas negras, bocado bourride rapas… pero también una bonita selección de ensaladas como la gourmanda en donde gigantes, lardales, croutones y foie gras colgan el más hambriento. O esta base de fiambres de la bitteroise casa "Reverdel". Los postres son de lo mismo: roca de coco, un surtido de pasta de limón casero. El lugar también tiene un salón de té a la sombra de las plataneras. Dirección sin florituras pero de calidad, las porciones son generosas y la amabilidad de los patrones y de su hija Stephanie es agradable. Allí almorzamos el jueves en el ritual cuscús de hoy: excelente. Hay vinos de pequeños productores a precios modestos: ¡todo está bien!