En el barrio Rive Droite, a dos pasos del parque del castillo, este restaurante tailandés con aspecto de brasserie es uno de los valores seguros en la materia. Aquí, no hay budas, elefantes y otros recuerdos locales. La decoración clara de brasserie moderna es relajante, la terraza cerrada a las grandes vidrieras industriales es de lo más agradable. Se puede degustar una cocina perfumada, cocida con sabrosas alianzas típicas... y abundantes. Se pueden degustar raviolis fritos, una ensalada de camarones picante a la citronela, o una sopa de pollo con leche de coco picante. Luego vienen gambas y cerdo picado guisados con nata de coco y zumo de tamari picante, o un filete de pato con curry rojo a la piña, acompañados de arroz pegajoso o de fideos salteados. Para terminar esta generosa comida sin ser pesada, se regala un mango fresco. El servicio es delicado y sonriente, sabiendo combinar la discreción con el consejo bienvenido, y transmitir en cocina el contenido de especias que se desea: perfecto.