Restaurante mauriciano que garantiza un cambio de aires con su decoración y su cocina mixta.
Palmeras encima de la cabeza y cuadros en las paredes, la decoración y el esgello en fondo sonoro participan del exótico que es uno de los principales atractivos de este pequeño restaurante mauriciano. La cocina es muy delicada, aunque el éxito parece a veces olvidar la calidad, sobre todo el fin de semana. En el menú se sirven platos criollos, mauricianos y de reunión: cangrejo, budín criollo, ensalada de pulpa, buñuelos de calamares, marlin ahumado, langosta, langosta a la criolla o gambas al curry. El rollo de pescado, servido con arroz blanco y judías rojas, es de muy buena calidad. El ron arreglado y los panfletos son, evidentemente, muy buenos. En cambio, los postres no son simplemente la especialidad de la casa. Reserva aconsejada.