De Estados Unidos a Japón y de China a la India, la exposición evocará el extraordinario viaje de Émile Guimet acompañado por el pintor e ilustrador Félix Régamey. En 1876, Émile Guimet (1838-1918), hijo de un industrial lionesa, funda en Estados Unidos al pintor Félix Régamey (1844-1907), a quien había conocido cuatro años antes. Ambos se embarcaron en un viaje al largo patio, decisivo para la historia del museo, que los llevaría a Japón, China, el sudeste asiático y la India antes de regresar a Europa. Durante las diversas etapas, Guimet pidió información a los estudiosos como parte de su investigación sobre las religiones del Lejano Oriente. Esta investigación le llevó a crear un museo para el que adquirió muchos objetos. A su lado, Régamey dibujó bocetos, una larga obra a partir de la cual, de vuelta en Francia, realizó numerosos trabajos sobre temas asiáticos. Los dos hombres que partieron por los caminos de Asia se hicieron amigos y se respetaron cuando nada los unió. Entre Émile Guimet, un rico industrial lionés, y Félix Régamey, un caricaturista de la prensa y de la comunidad, una historia íntima, llena de humanidad, se expresará en el corazón de la exposición, basada en una selección de pinturas, lienzos de gran formato, fotografías, dibujos, objetos personales, intercambios de cartas, etc. Estos son sólo algunos de los testimonios que nos permitirán seguir la gran historia de dos personalidades atípicas a las que les encantaba recordar que su estadía es "diez meses que iluminarán el resto de nuestras vidas".

Un momento crucial ya que fue un paso previo a la fundación del Museo Nacional de Arte Asiático - Guimet. El museo, de hecho, nacerá de este viaje, primero en Lyon y luego en París. En su búsqueda de la exhaustividad y su deseo de comprender las religiones, el erudito Émile Guimet trae de vuelta un extraordinario panteón budista. Ávido coleccionista, es una de las figuras más sorprendentes de su época, que marcó profundamente la historia del gusto por el arte asiático en Francia. Esta itinerancia de Émile Guimet y su compañero de viaje, que conciben el viaje como un viaje filosófico, será también un pretexto para una reflexión abierta sobre los primeros turistas de los tiempos modernos.

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