Ocupada ya en el Paleolítico (entre 1 millón de años y 8000 a.C.), durante la Antigüedad y la Alta Edad Media, Brunoy se integró rápidamente en el dominio real francés. Pero fueron los reinados de Luis XV y Luis XVI los que llevaron a la ciudad a su máximo esplendor. En 1722, el guardián del tesoro real, Jean-Paris de Monmartel, compró el castillo medieval conocido como el "Grand Château". Mansart de Jouy lo amplió. En 1774, Luis XVI accede al trono. Fue entonces cuando el Conde de Provenza, conocido como Monsieur le Frère du Roi, decidió comprar Brunoy para alejarse de Versalles. Como el Grand Château no era de su gusto, añadió el Petit Château y el Château de Grosbois. Rápidamente, el aspecto de la finca fue profundamente modificado por Chalgrin, el arquitecto de Monsieur. El conde de Provenza recibió a la corte y a Luis XVI para grandes fiestas y desfiles militares. Para marcar la entrada a la finca, mandó construir la Pirámide. Tras varios proyectos, finalmente se construyó un obelisco. Hoy en día, sigue marcando la entrada a la ciudad y los brunoyenses la conocen como la Pirámide. La Revolución puso fin a este periodo de prestigio, y el Grand Château fue destruido. Desde principios del siglo XIX, la ciudad acogió nuevas propiedades que se establecieron en medio de vastos jardines, sobre las ruinas de la antigua finca. El diseño actual del centro de la ciudad todavía lleva la huella de esto. Hoy en día, Brunoy tiene algo más de 26.000 habitantes y cuenta con un bello patrimonio arquitectónico: castillo, granero insular en el Yerres, molino, puentes, etc.

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