Los mejores bares de cócteles New York

Uno de los muchos bares clandestinos de Nueva York con un ambiente de prohibición muy cuidado. Una bañera de cobre se encuentra en el centro de la sala, en referencia al método utilizado para fabricar alcohol durante la Ley Seca. El lugar es lujoso y vale la pena visitarlo por los cócteles, que salen de la imaginación del famoso mixólogo irlandés Sean Muldoon. No se pierda los espectáculos gratuitos de burlesque los martes y domingos a las 20.30 horas (se recomienda reservar). Todos los miércoles, el local también organiza conciertos de jazz de 21 a 23 horas.

Este es el nuevo bar de cócteles de moda en el distrito financiero, en la última planta de una torre Art Déco que también alberga un restaurante gourmet (Saga). Lo que nos gusta: la sorprendente vista de 360 grados desde la terraza y el ambiente íntimo del bar. Lo que no nos gusta: el precio de los cócteles y la abultada cuenta que les sigue. Es posible reservar, pero sólo si se paga un mínimo de 50 dólares por persona. Por lo tanto, recomendamos ir sin reserva, preferiblemente a la hora de apertura. Una gran experiencia.

Un pub irlandés que parece un pub irlandés, salvo que la primera planta (The Parlor) alberga uno de los mejores bares de cócteles del mundo... Ganador de numerosos premios, el lugar es impresionante, al menos tanto como los camareros con smoking rojo que hacen malabarismos con medio centenar de botellas sin el menor signo distintivo. Puede elegir uno de los inventivos cócteles de la carta, u optar por lo desconocido y dejarse guiar por el maestro coctelero. Un consejo: pida que le sienten en el Parlor.

En el piso 15 del Hotel Indigo, en una calle que no parece gran cosa, se encuentra una de las azoteas con más clase del Lower East Side. Los cócteles son caros, como en todas las azoteas de la ciudad, pero las vistas desde la amplia terraza y la sala con paredes de cristal son impresionantes desde todos los puntos. El Empire State Building y los rascacielos de Midtown se ponen en escena para intentar eclipsar al One World Trade Center y a los edificios del distrito financiero. Desde allí arriba, con la ciudad extendiéndose hasta donde alcanza la vista, uno se siente un poco privilegiado.