Ecole primaire© Massimo Todaro - shutterstock.com.jpg

Un acontecimiento feliz

La llegada de un recién nacido va acompañada de diversas tradiciones que se van perdiendo a medida que las costumbres se unifican en un mundo global. Para anunciar el nacimiento al vecindario, se cuelga en la puerta de la casa el fascio nascita, una escarapela azul si es niño, rosa si es niña. El bautismo todavía se sigue practicando ampliamente en las familias católicas, incluso en aquellas que se declaran no practicantes. Por último, aún hoy en día, en algunas familias de la región de Módena, el nacimiento de un niño va acompañado de la adquisición de un nuevo juego de barriles para la elaboración de vinagre balsámico, que envejece y mejora a medida que el niño crece. En el pasado, este juego de barriles formaba parte incluso de la dote de las jóvenes que iban a casarse.

La familia, núcleo de la sociedad italiana

En Italia, los lazos familiares siguen siendo muy fuertes, y el eje de esta unidad social es la mamma, la madre italiana. El término «mammismo» se utiliza para describir la cercanía de la madre con sus hijos. Los italianos son incapaces de cortar el cordón umbilical, por lo que observamos a chicos grandes (llamados mammoni) que se quedan con su mamma hasta los treinta años o más, o que se casan pero viven a pocos minutos de la casa familiar. En cuanto al matrimonio, sigue siendo un acontecimiento importante en la vida familiar, y a menudo la ocasión de una gran ceremonia. En Emilia-Romaña, en lugar de las tradicionales almendras azucaradas (confeti), a los invitados se les ofrecen zuccherini, galletas con forma de anillo que simbolizan la alianza de boda. Hay muchos refranes en el dialecto emiliano-romano que se refieren al matrimonio y que son particularmente truculentos en cuanto a la relación entre suegra y nuera: Nuora e suocera, è un prosciutto ancora da tagliare: «nuera y suegra son como un jamón sin empezar» (implícito: no se sabe cómo saldrá).

El sistema educativo

La escuela pública es gratuita y obligatoria hasta los 16 años y los niveles escolares son los siguientes:

La scuola dell'infanzia es la guardería, que acoge a niños de 3 a 6 años.

La scuola primaria, que dura cinco años, corresponde a nuestra educación primaria y es para niños de 6 a 10 años. Tienen alrededor de 30 horas lectivas por semana, repartidas en 6 días.

La scuola media es el primer ciclo de la enseñanza secundaria, equivalente a la ESO española. Se refiere a niños de 11 a 14 años y dura tres años, al final de los cuales el estudiante se somete a un examen, la licenza media.

El liceo corresponde a la enseñanza secundaria general de segundo ciclo y dura cinco años. Los estudiantes pueden elegir entre estudios clásicos, científicos, lingüísticos o artísticos. El examen final, la maturità, se corresponde con nuestro examen de selectividad o Evau. Por último, hay que señalar que tanto en el colegio como en el instituto, las clases se imparten por las mañanas de lunes a sábado hasta aproximadamente las 13 horas. A menos que el niño esté inscrito en una actividad extraescolar, la tarde es libre: esto responderá a la pregunta recurrente que uno se hace cuando viaja por Italia: «¿Pero, por qué no están estos jóvenes en la escuela?».

En cuanto al sistema universitario, se divide en dos ciclos, que suman cinco años en total. Después de los tres primeros años, se otorga un laurea triennale (que corresponde a un grado español), luego se necesitan otros dos años para obtener un laurea magistrale (máster). Emilia-Romaña tiene cuatro universidades. La Universidad de Bolonia, fundada en 1088, tiene el prestigioso título de ser la universidad más antigua del mundo. Tiene renombre internacional y atrae a unos 80000 estudiantes de Italia y de todo el mundo, con la vida estudiantil que lo acompaña y contribuye al dinamismo y la vitalidad de Bolonia. Las otras tres universidades están en Parma, Ferrara y Módena.

Hostería, juegos de mesa... y fútbol

En Italia, más que en ningún otro lugar, la comida es un momento de convivencia y sociabilidad. La cantidad de platos (antipasti, primo, secondo, dolce, digestivo, caffè) tal vez solo tiene por objeto mantener a los comensales en la mesa el mayor tiempo posible. De este modo, la comida puede prolongarse eternamente, reuniendo a la familia y amigos en un momento especial.

A pesar de esta aparente abundancia de comida, los italianos no son especialmente comilones y la comida, aunque generosa, rara vez es pantagruélica. Los italianos tampoco son grandes bebedores, consumen alcohol con una moderación natural. Esto no es nuevo si hacemos caso de los manuscritos de la Baja Edad Media en los que los autores de la península criticaban sin reservas la gula y la propensión al alcohol de sus vecinos germánicos.

La comida y la bebida a veces aparecen más como un pretexto para la vinculación social. Un buen ejemplo de ello es la tradición del aperitivo

al final de la tarde: los italianos se reúnen en la terraza de un bar para tomar una copa y un tentempié, y charlar alegremente mientras observan distraídamente el ir y venir de los transeúntes.

El bar es un lugar para socializar a cualquier hora del día: por la mañana, muchos italianos esperan frente al mostrador para tomarse un espresso antes de ir a trabajar, intercambiando algunas palabras con el camarero u otros clientes.

En Bolonia, la tradición de la osteria está fuertemente arraigada: la hostería es un establecimiento que hoy se corresponde con nuestro restaurante, pero que antes era sinónimo de posada. La gente se reunía allí para beber, comer platos de la cocina tradicional, para jugar a los dados, a las cartas o simplemente para pasar el rato. Algunas de estas hosterías han conservado su carácter pintoresco y popular, con sus largas mesas y bancos de madera, como en la Osteria del Sole en Bolonia. También, uno se podía cruzar en ellas con tipos de todas las clases sociales, desde la nobleza a los trabajadores, intelectuales, prostitutas, artistas y estudiantes.

Hoy en día, es el fútbol (calcio), convertido en verdadera religión nacional, el que reúne a gente de todas las edades y de todos los estratos sociales. Durante un partido, las distinciones sociales se desvanecen y los tifosi (aficionados) se unen fervientemente para animar a su equipo, silbar al oponente que ha cometido una falta y comentar las acciones. El fútbol también es un asunto familiar, y es común ver a los padres en las gradas con sus hijos, junto con pensionistas y grupos de adolescentes. El ambiente en un estadio en Italia es generalmente correcto; apenas hay actos de gamberrismo. Sin embargo, cada club tiene su propio grupo de ultras, y algunos son famosos por su violencia (Roma, Verona). En Emilia-Romaña, el club de Plasencia tiene su grupo local de ultras de extrema derecha, responsable de disturbios de los años 1980 y 1990. Pero el gamberrismo no suele formar parte del ADN del aficionado italiano, y asistir a un partido en Italia sigue siendo una gran oportunidad para empaparse del espíritu de una comunidad en torno a su deporte nacional.