Musée des Beaux-Arts, Montréal. (c) BakerJavis - Shutterstock.jpg

Arte aborigen

La tradición artística más antigua se encuentra en los numerosos yacimientos de arte rupestre de Canadá. En estos lugares rituales de comunión entre humanos y espíritus, los petroglifos -incisiones grabadas- comparten las paredes con los pictogramas, pintados sobre la roca. Los aborígenes también han practicado el arte tradicional desde tiempos inmemoriales. Pero los artistas han sabido renovar el arte tradicional utilizando otros materiales y nuevos procedimientos artísticos, sin dejar de inspirarse en su patrimonio cultural, inventando un nuevo lenguaje en la tradición de los chamanes. Hoy asistimos a la aparición de un arte amerindio de vanguardia, que puede admirarse en el Museo de Bellas Artes de Montreal y en la Biennale d'art contemporain autochtone.

En el origen del arte quebequense

Samuel de Champlain (hacia 1567-1635) fundó en 1608 el complejo de edificios conocido como "Habitation de Québec" en un lugar utilizado por los amerindios desde hacía unos 3.000 años. Un lugar simbólico donde los haya, ya que fue el primer asentamiento francés permanente en América y la primera fundación de lo que se convertiría en la ciudad de Quebec. En lugar de embarcarse en proyectos arquitectónicos innovadores, los primeros colonos intentaron reproducir el entorno arquitectónico europeo, poniendo en marcha un sistema de fortificaciones que se venía utilizando en Europa desde la Edad Media.

En el último tercio del siglo XVII, las pinturas encontradas en Nueva Francia estaban destinadas principalmente a edificios religiosos. Aunque el estilo era heredero del barroco, estas pinturas eran principalmente importaciones procedentes de Europa. No fue hasta 1670 y la llegada de Claude François (1614-1685), también conocido por su nombre religioso "Frère Luc", cuando la actividad comenzó a florecer. Su estancia de quince meses en Nueva Francia dio lugar a una serie de logros religiosos, entre ellos los planos del Seminario de Quebec, un conjunto de edificios dedicados a la formación de futuros sacerdotes. A su regreso a París, el Hermano Luc ayudó a Nicolas Poussin en la decoración del Louvre y adquirió el título de "Pintor del Rey".

La conquista de la colonia de Canadá por los ingleses en 1760 dañó muchos edificios, aunque su reconstrucción mostró pocos cambios desde el punto de vista arquitectónico. La pintura, en cambio, progresó definitivamente, ya que los oficiales ingleses se entusiasmaron con los vastos paisajes canadienses. En este contexto destaca la obra de Thomas Davies (1737-1812), soldado, naturalista y pintor de talento, que, además de ser el responsable de la cartografía del nuevo territorio británico, dejó algunas de las mejores acuarelas de Quebec.

Los renacimientos de Quebec

Percibido como una edad de oro, el cambio de siglo fue testigo de una intensificación de los intercambios de cultura y conocimientos técnicos entre Europa y Quebec. Artistas europeos se instalan en Canadá, trayendo consigo objetos de arte, grabados y pinturas, mientras que comerciantes, soldados y miembros del clero se hacen retratar.

La pintura canadiense, aún influida por las convenciones europeas, no experimentó cambios notables hasta 1840. Cornelius Krieghoff (1815-1872) pintó escenas domésticas que disgustaron a la burguesía francesa, que veía en sus composiciones una caricatura de la vida del pueblo. Recibió el apoyo de los canadienses ingleses.

La fotografía no se quedó atrás. William Notman llegó a Montreal desde Escocia en 1856 y abrió un estudio fotográfico. Obtuvo reconocimiento internacional por su fotografía de retratos, que estaba muy de moda. Sobre todo, contribuyó al desarrollo del medio fotográfico cuando se estableció la línea transcontinental del ferrocarril Canadian Pacific, que él documentó en todo momento. Dos años más tarde, la reina Victoria, impresionada por sus fotografías, le nombró su fotógrafo personal.

En 1880 se fundó en Ottawa la Real Academia Canadiense de las Artes para promover las artes visuales. Su primer presidente, Lucius Richard O'Brien (1832-1899), viajó a lo largo y ancho de Canadá y pintó paisajes majestuosos, entre ellos Amanecer en el Saguenay (1880): el brillante amanecer en el río Saquenay, bajo la ciudad de Quebec, parecía prometer un futuro brillante para la pintura canadiense. Ese mismo año se fundó en Ottawa la Galería Nacional de Canadá.

A principios del siglo XX, la influencia de la École de Paris siguió haciéndose sentir en pintores quebequeses de inspiración impresionista como Suzor-Côté (1869-1937), que produjo bellos bodegones, el fauvista James Wilson Morrice (1865-1924) y el puntillista Ozias Leduc (1864-1955), natural de Mont-Saint-Hilaire (el Musée des beaux-arts de Mont-Saint-Hilaire promueve su legado, así como el de Jordi Bonet y Paul-Émile Borduas, todos ellos de la región). Ozias Leduc es sin duda uno de los pintores más notables de la historia de Quebec. Empezó decorando iglesias para sobrevivir, en particularla iglesia de Saint-Hilaire entre 1894 y 1899, que es uno de sus mayores logros. También pintó una serie de retratos íntimos, bodegones y paisajes rurales que estaban en desacuerdo con la época.

Como contrapunto al famoso Grupo de los Siete, formado por paisajistas de Toronto (Harris, Jackson, Macdonald, Carmichael, Lismer, Varley y Johnston, junto con el precursor Tom Thomson), que se veían a sí mismos como los únicos representantes de una forma de arte auténticamente canadiense, los artistas de Montreal se unieron en torno a Marc-Aurèle Fortin (1888-1970) para crear una escuela de paisajismo puramente quebequense, completamente libre de influencias europeas. Fortin pintó cuadros de su Quebec natal, en particular del río San Lorenzo y de la flora y fauna de la provincia, en un estilo personal influenciado por el Art Déco. En el Museo de Bellas Artes de Montreal se expone una importante colección de obras de Fortin.

Una nueva era para las artes

La creación de la revista Le Nigog fue crucial para el desarrollo del arte canadiense. Fundada en Montreal en enero de 1918 por Fernand Préfontaine, Robert de Roquebrune y Léo-Pol Morin, la revista pretendía renovar las preocupaciones artísticas de la época inspirándose en las tendencias parisinas y abriéndose al arte moderno. Más concretamente, Le Nigog defendía la autonomía del arte con respecto a la política y la religión, y el predominio de la forma sobre el contenido. Los debates suscitados por la revista fueron más allá de su ámbito original, ya que si bien rechazaba cualquier forma de recuperación política, su objetivo era, no obstante, devolver al Canadá francés el lugar que le correspondía como nación a través del arte. La revista dejó de publicarse tras 12 números en diciembre de ese año.

En 1942 se formó un grupo de artistas llamado Automatistes, dirigido por Paul-Émile Borduas (1905-1960). Incluía artistas de diversas disciplinas, pintores por supuesto, pero también escritores, bailarines y diseñadores. El movimiento se basó en fundamentos surrealistas y herramientas psicoanalíticas. Sin embargo, a diferencia del surrealismo, era más experimental y menos formal. El manifiesto automatista Refus global se publicó en 1948. Cuestionaba los valores tradicionales de la sociedad quebequesa, en particular su relación con la religión, y abogaba por el desarrollo de las libertades individuales. Los Automatistas se fueron disolviendo hacia 1954, cada uno desarrollando sus propias actividades sin separarse radicalmente del grupo. El grupo se disolvió en 1956.

El movimiento de los Plasticiens, cuyo primer manifiesto data de 1955, se propuso volver a una investigación visual más asertiva. Defendiendo la abstracción geométrica, los Plasticiens consideraron las nociones de equilibrio, construcción y disposición en su investigación formal. El movimiento se radicalizó bajo el impulso de Guido Molinari (1933-2004) y Claude Toussignant (nacido en 1932) a finales de la década de 1950. Esto marcó un hito en la historia de la pintura quebequesa.

De la "Grande Noirceur" al arte callejero

La "Gran Oscuridad" se refiere a un periodo que abarca el segundo mandato de Maurice Duplessis (1890-1959), Primer Ministro de Quebec entre 1944 y 1959. Fue una época de profundos cambios, en la que el conservadurismo social y religioso tuvo que hacer frente a las demandas de las nuevas generaciones de intelectuales, como sugiere el texto de 1948 de los Automatistes, Refus Global. La "Revolución silenciosa", que abarcó el periodo siguiente y correspondió al cambio de mandato en 1960, fue muy reformista, al igual que el papel de los artistas en esta gran convulsión.

La década de 1970 estuvo marcada por programas de adquisición bien estructurados y respaldados por presupuestos coherentes. Gracias a ello, las instituciones pudieron reunir un número importante de obras, lo que también les permitió realizar una síntesis de los movimientos artísticos de las décadas precedentes. Las instituciones no se contentan con consolidar la historia del arte reciente; también aspiran a apoyar el arte en proceso de creación, por ejemplo desarrollando numerosos encargos públicos. En este contexto, se renuevan los planteamientos artísticos, que se vuelven multidisciplinares con la introducción de la fotografía, las instalaciones y las prácticas multimedia, para estar en sintonía con las preocupaciones artísticas internacionales. Entre los artistas quebequeses más destacados de la época figuran Serge Lemoyne, Micheline Beauchemin, Carole Simard-Laflamme, Louis Archambault y Richard Purdy.

En 2013 se creó en Montreal el festival Mural, dedicado al arte urbano internacional. El arte urbano quebequense es particularmente destacado, ocupando cada vez más espacio en la escena pública, como este gigantesco mural de Leonard Cohen en la fachada de un edificio de 21 plantas. Realizada por Gene Pendon y El Ma, la obra está patrocinada por la organización MU, siglas de "Musée à ciel ouvert", con el objetivo de vincular el arte con los ciudadanos y rendir homenaje a los constructores culturales de Montreal. También se han organizado otros numerosos eventos, como "Voix Insoumises: Convergence Anticolonialiste d'Artistes de Rue", una bienal dedicada a las mujeres artistas aborígenes y a los artistas de color (3 ediciones - 2014, 2015 y 2017). Estas diversas iniciativas dan testimonio de la voluntad de no hacer nunca borrón y cuenta nueva con las culturas del pasado, y también nos invitan a tomarnos nuestro tiempo para explorar el espacio urbano, en particular el de Montreal.