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Los matorrales, un elemento clave del paisaje de Córcega

"Macchia e Mare" (monte bajo y mar): esta asociación está tan presente que sirve de rótulo a muchos establecimientos y comercios corsos. El maquis y el mar, la gran Córcega azul y misteriosa, aquella en la que el niño local se siente como en casa, protegido de todo. El maquis corso se parece al maquis provenzal, el que se puede encontrar por ejemplo en los Maures o en Port-Cros, con algunas características que le dan un aspecto más salvaje e impenetrable. Dos arbustos están especialmente extendidos: el madroño y la jara de Montpellier. También hay calycotomas espinosos, encinas, mirtos y pistachos. El maquis corso es tan denso y de crecimiento tan rápido que sólo los pastores y los habituales del sendero conocen sus secretos alrededor del pueblo. En cada pueblo, unos pocos especialistas pueden llevarle, de día y de noche, entre jaras y madroños. Para el caminante, fuera de los senderos marcados, no hay posibilidad de salvación. Y sin embargo, ¡qué belleza, qué perfumes, qué naturaleza!

Un bosque diverso

Al igual que el relieve y los paisajes marinos, el bosque corso está muy diversificado, puede convertirse en un instante en un hayedo normando, un bosque de los Vosgos o un castañar de Auvernia. Al oeste de Corte, en el valle del Niolu, se encuentra el bosque de Valdoniello. Aquí encontrará hermosos pinos laricios, algunos de los cuales se encuentran entre los más imponentes de la isla. Desde Evisa, a partir del cruce con la carretera que desciende del puerto de Sevi, podrá pasear por el bosque de Aïtone, grandioso con sus 2.400 hectáreas dominadas por pinos laricios y sus impresionantes vistas sobre el valle del mismo nombre. Al sur de Corte, en la carretera de Ajaccio, frente al Monte d'Oro, se encuentra el bosque de Vizzavona, compuesto por pinos, pero también castaños, alisos y -como estrellas invitadas- abetos, ¡una rareza para Córcega! Para explorarla sin esfuerzo, puede tomar el tren en la estación de Vizzavona. En el sureste de la isla, entre Porto-Vecchio y la Alta Rocca, también puede escaparse de la costa para descubrir el bosque del Ospedale, refrescante con su cascada llamada Piscia di Gallu. Por último, la región de Castagniccia ofrece al visitante la oportunidad de descubrir, como su nombre indica, un denso "castañar" con sus árboles centenarios de inmensos troncos, que adquieren maravillosos colores en otoño.

Desde los matorrales hasta el océano, animales emblemáticos pero a veces en peligro de extinción

De todos los animales que habitan la isla, el más legendario es sin duda el jabalí, conocido aquí como u cignale, que se ve a menudo al borde de la carretera. Su primo, el cerdo corso, también goza de cierta notoriedad, y su carne es parte integrante de la gastronomía local. Burros, zorros, perros cursinu (perros de pastor) y erizos son otros mamíferos familiares con los que es probable cruzarse.

Como la mayoría de las islas, Córcega tiene un alto nivel de endemismo, con muchas especies únicas de la isla, tanto marinas como terrestres. Entre los mamíferos, muchos han desaparecido o están amenazados. Por ejemplo, el ciervo corso, también presente en Cerdeña, desapareció en los años sesenta antes de ser reintroducido en la isla en los ochenta. El muflón corso, de la familia de los muflones mediterráneos, es otro animal emblemático del paisaje montañoso corso y símbolo de libertad para los corsos. Salto de roca en roca en las laderas del Rizzanese o del Monte Cinto con una agilidad que desafía las leyes del equilibrio, solía encontrarse principalmente en torno al valle del Asco y el Col de Bavella. En la actualidad, la población se reduce a unos 500 ejemplares y el muflón de Córcega es una especie protegida.

En el mar, Córcega alberga el delfín mular Tursiops truncatus, considerado común a principios de siglo, pero especialmente raro a partir de los años cincuenta. Uno de los principales objetivos de la organización Life LINDA es proteger las poblaciones de delfines mulares en Córcega, garantizando la coexistencia armoniosa de las actividades económicas y la especie. Los fondos marinos corsos albergan muchas otras especies de moluscos, crustáceos, corales y equinodermos, algunas de las cuales están muy protegidas y cuya pesca está regulada o incluso prohibida.

Parques naturales para luchar contra la desaparición de especies

Para luchar contra la desaparición de estas especies amenazadas, Córcega ha creado varias zonas naturales protegidas. Además de las ventajas de estas zonas en términos de biodiversidad, son remansos de paz donde descubrir la naturaleza dando un respetuoso paseo. Por citar sólo algunos ejemplos, la reserva de Scandola, situada entre Calvi y Oporto, es la primera reserva natural de Francia que abarca zonas marítimas y terrestres, y ha sido clasificada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Desde 1975, se han protegido más de mil hectáreas de tierra y cien kilómetros de costa. Es el hogar de muchas gaviotas, cormoranes y águilas marinas. Las aguas transparentes, con islotes y cuevas inaccesibles, albergan una rica vida marina. Su territorio incluye los municipios de Osani, Ota, Partinello, Piana y Serriera. Las otras reservas importantes de la isla son las Bouches de Bonifacio, el estanque de Biguglia, las islas Sanguinaires en Ajaccio y la Ile aux Moines entre Sartène y Figari.

Parques de animales, granjas educativas y jardines para aprender sobre la fauna y flora local

También hay varios parques de animales, como el centro de protección de tortugas de Cupulatta, la granja educativa Capra Parc de Santa Lucia di Moriani o el parque natural de Olva y la granja educativa de Padula. En cuanto a jardines, el Parque Galéa y el Parque Saleccia son los dos imprescindibles. Este último, situado en Ile Rousse, presenta la flora del maquis corso y del Mediterráneo en 7 hectáreas de terreno ajardinado (colecciones de olivos, romeros, adelfas, euforbias, etc.). Las señales acompañan el descubrimiento gradual del yacimiento y permiten al visitante conocer sus aspectos botánicos, históricos, humanos y medioambientales. Basado en el respeto y el conocimiento del pasado, el paciente renacimiento de este lugar costero es un canto a la feroz belleza de esta isla y constituye un acto de fe en el futuro de Córcega.