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Manuel González Méndez (1843-1909), destino francés

Nacido en La Palma en 1843 y fallecido en Barcelona en 1909, este pintor fue merecedor de los más altos honores de la República Francesa al recibir la Legión de Honor. Una distinción excepcional, en una época en la que era sinónimo de excelencia y mérito y sólo se concedía a extranjeros con carácter excepcional. Natural de la isla de Santa Cruz de La Palma, Manuel González Méndez comenzó a exponer en París en 1875 y nunca dejó de producir, recibiendo incluso un premio en la Exposición Universal de 1900 en la capital. Lleno de gloria, ingresó en la Academia de Bellas Artes y regresó a Canarias para realizar diversos encargos privados y públicos. Murió en Barcelona en 1909 cuando regresaba a París.

Varias de sus pinturas pueden verse en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz y en el magnífico Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, donde los techos del salón principal, antigua sala de teatro, fueron decorados por el artista. Recientemente, dos de sus cuadros han sido objeto de polémica: La entrega de la princesa y La fundación de Santa Cruz de Tenerife, que decoran la sala del Parlamento de Canarias y representan la llegada de los conquistadores italianos a tierras guanches, se ha considerado que reflejan el exterminio de los guanches por los castellanos. No se han retirado, ya que se consideran parte del patrimonio histórico y cultural del país, pero desde entonces se ocultan durante las sesiones parlamentarias.

Néstor Martín Fernández de la Torre (1867-1938), figura del simbolismo español

Entre los primeros grandes artistas canarios, Néstor Martín Fernández de la Torre es una de las figuras más destacadas. Natural de Gran Canaria, estudió en Madrid y viajó por Europa, aprendiendo escultura y pintura. Después regresó a Canarias, donde participó en los frescos del teatro Pérez Gáldos de Las Palmas y del casino de Santa Cruz de Tenerife. Su pintura no representa especialmente la vida local ni el paisaje: como muchos pintores de la época, está sobre todo influida por el movimiento simbolista. Refleja un mundo onírico y colorista de personajes sensuales, animales marinos y plantas exuberantes, que sin embargo recuerdan ciertos rasgos de las islas, en un estilo que a veces se compara con el de Klimt.

Hacia el final de su vida, se dedicó a la defensa de las tradiciones arquitectónicas y folclóricas canarias. En particular, lanzó una campaña de promoción del turismo local, que él denominó "tipismo" (cualidad de lo típico, pintoresco, específico de un lugar determinado). Murió repentinamente a los 51 años tras sufrir una neumonía, dejando inconclusos varios proyectos importantes. Veinte años después de su muerte, se inauguró el Museo Néstor de la Torre de Las Palmas, un bello edificio neocanadiense diseñado por su hermano arquitecto, pero basado en obras preexistentes del artista, situado en el Pueblo Canario de Las Palmas - una visita que no hay que perderse.

César Manrique (1919-1992), el alma artística de Canarias

El artista canario más famoso es, sin duda, el artista y arquitecto César Manrique. No hay isla en la que no haya dejado su huella. Nacido en Lanzarote, estudió en Madrid antes de convertirse en un reputado pintor abstracto, influido sobre todo por Miró. Tras una estancia en Nueva York, regresó a su isla natal en 1968 y se dedicó a la arquitectura. Además de su propia casa, hoy Fundación César Manrique, el artista y arquitecto ha dejado numerosos edificios turísticos y esculturas en Lanzarote (restaurante en el Parque Nacional, mirador del Río, Jameos del Agua y Cueva de los Verdes, etc.), así como en las demás islas (restaurantes-miradores en La Gomera y El Hierro, Lido de San Telmo y Playa Jardín en Puerto de la Cruz en Tenerife). Su arquitectura es a la vez respetuosa con la tradición y el paisaje canarios, e integra maravillosamente los materiales naturales de las islas, como la lava que rodea su casa. Manrique desempeñó un papel importante en el desarrollo de su isla, Lanzarote, y en la promoción de las casas bajas y blancas emblemáticas de la isla. El artista falleció el 26 de septiembre de 1992 en un accidente de coche.

Un paisaje propicio para el desarrollo de la fotografía

La historia del desarrollo turístico de las Islas Canarias está estrechamente ligada a la de la fotografía. Situado en la ruta marítima europea hacia los mercados africano, asiático y americano, el archipiélago ha estado en el centro del comercio internacional durante varios siglos y, por tanto, se ha beneficiado de las innovaciones tecnológicas que circulan por todo el mundo. Es el caso de la fotografía, que se introdujo con bastante rapidez en el archipiélago a principios de la década de 1840. Muy pronto, los fotógrafos europeos establecieron sus estudios fotográficos, seguidos rápidamente por los artistas locales, participando año tras año en el desarrollo de un rico y variado patrimonio en este campo. Fue en octubre de 1839, apenas tres meses después de la presentación oficial del daguerrotipo en París, cuando la fotografía llegó a Santa Cruz de Tenerife a bordo de una fragata francesa, "L'Orientale". Entre los miembros de la tripulación se encontraba Louis Compte, que introdujo la fotografía en el continente sudamericano inmediatamente después de esta escala. A finales del siglo XIX, el desarrollo de este arte en Canarias fue paralelo al crecimiento económico de las islas, que poco a poco atrajeron la atención de los europeos.

Entre los fotógrafos que contribuyeron a la documentación de las Islas Canarias se encuentran Santos María Pego, Alberto Boissier y Romero, Luis Ojeda Pérez y Abelardo Auyanet. Retratos, paisajes y reportajes sociopolíticos son las tres grandes líneas de desarrollo de este nuevo medio que, reservado en un principio a las élites, se dedicó poco a poco a documentar la vida popular local. Gracias a él, Canarias logró captar la atención de la mirada extranjera, que veía una vitalidad y un exotismo que no tenían equivalente en el continente europeo. La imagen fotográfica se convirtió así en una verdadera herramienta de cohesión social, con la construcción de una iconografía insular que contribuyó a la promoción de una "identidad canaria", proceso que se intensificó en la primera mitad del siglo XX con el auge de la tarjeta postal. Desde entonces, el Archipiélago no ha dejado de ser fuente de inspiración para fotógrafos locales y foráneos. Para admirar estas obras y descubrir las diferentes visiones de las islas, le recomendamos una visita al Tenerife Espacio de Las Artes, un apasionante centro de arte y fotografía, cuyo edificio, diseñado por los arquitectos Herzog y de Meuron, merece una visita en sí mismo.

Entender la isla a través de sus esculturas

Cuando se trata de escultura, es imposible no rendir homenaje a los primeros habitantes de Canarias, los guanches. Candelaria (Tenerife) es el lugar al que acudir para admirar la Plaza de la Patrona de Canarias, una gran explanada a los pies de la magnífica Basílica de Nuestra Señora de Candelaria. Aquí se encuentran las famosas esculturas de los nueve Menceyes Guanches de Tenerife, los reyes que gobernaron la isla durante la conquista española en el siglo XV. Las estatuas monumentales de bronce han sustituido a las originales talladas en piedra volcánica, que se trasladaron a otra avenida en 1993. Las estatuas son obra del escultor José Abad y simbolizan una dimensión esencial de la cultura canaria. Los nueve Menceyes son los hijos del Mencey Tinerfe el Grande, cuya corte se celebró en Adeje 100 años antes de la conquista española. Dividieron la isla en 9 reinos: Acaimo (Mencey de Tacoronte), Adjona (Mencey de Abona), Añaterve (Mencey de Güímar), Bencomo (Mencey de Taoro), Beneharo (Mencey de Anaga), Pelinor (Mencey de Adeje), Pelicar (Mencey de Icode), Romen (Mencey de Daute) y Tegueste (Mencey de Tegueste).

El otro "rey" de Canarias, César Manrique, también le vendrá a la mente cuando vaya a Mozaga, en la isla de Lanzarote. Exactamente entre Mozaga y San Bartolomé, en medio de un cruce de caminos, su Monumento al Campesino rinde homenaje al campesino de su tierra natal con una escultura de quince metros de altura.

El encuentro de las culturas populares contemporáneas con el arte callejero

El arte callejero está muy extendido en el archipiélago, y encaja a la perfección con el colorido de las fachadas. En Gran Canaria y Tenerife, los frescos y los grafitis están especialmente presentes y se integran alegremente en el paisaje urbano. Descubrirlos permite conocer el arte popular local mientras se pasea por zonas poco transitadas. En algunas ciudades, como Santa Cruz de Tenerife, los artistas disponen incluso de espacios enteramente dedicados a sus murales, el mayor de los cuales se encuentra frente a laiglesia de la Concepción, gran monumento de la ciudad. En Puerto de la Cruz, al norte de Tenerife, el centro de la ciudad también está maravillosamente decorado, con obras de todos los tamaños, desde grandes frescos por encargo que cubren partes enteras de la fachada hasta pequeños y discretos grafitis escondidos en los rincones de las calles. ¡Una auténtica búsqueda del tesoro!

Como puede suponer, muchos artistas extranjeros vienen a inspirarse a estas islas, y éste es el caso del francés Louis Lambert, por ejemplo, que se instaló hace unos años en Punta de Hidalgo, en una zona bastante salvaje de Tenerife. Probablemente se encontrará con su pequeño personaje de tres cabezas, una especie de alter ego, el héroe de un universo infantil con influencias sudamericanas, que se ha convertido en toda una figura local.