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Patrimonio guanche

Poco se sabe de los guanches, los primeros habitantes del archipiélago. Pero lo que sabemos se basa en gran medida en la arquitectura. Los guanches vivían principalmente en cuevas y viviendas trogloditas con una organización compleja. El Cenobio de Valerón, excavado en la montaña deEl Gallego, en Gran Canaria, es el mejor ejemplo. Erróneamente llamado "monasterio"(cenobio), esta construcción, formada por casi 300 cavidades excavadas en la roca, era en realidad una especie de almacén colectivo de grano. En el valle de Agaete, la necrópolis de Maipes cuenta con más de 600 túmulos, montones de piedras que cubren los enterramientos, testimonio de la riqueza de los ritos funerarios de los primeros habitantes de la isla. Otro testigo de la espiritualidad del pueblo guanche es el Roque Nublo, un impresionante monolito de basalto de 80 m de altura en el corazón de Gran Canaria, que los guanches utilizaban como altar para rendir culto a la diosa Abora. Espiritual y funcional, esta arquitectura primitiva está lejos de haber revelado todos sus secretos

Influencias coloniales y estilo canario

A partir del siglo XV, las Islas Canarias fueron objeto de una feroz competencia entre los imperios portugués y español antes de ser concedidas oficialmente por tratado a la corona española. Las primeras edificaciones construidas por los colonos fueron fortificaciones. Las Islas Canarias eran una posición estratégica que había que defender, sobre todo contra la codicia de los piratas. Entre los ejemplos más bellos de arquitectura defensiva se encuentra el Castillo de Santa Bárbara, en Teguise. Esta fortificación del siglo XVI se construyó... en el borde del cráter de un volcán. Las fortalezas, o Casa Fuerte, se multiplican así en el archipiélago, como en Adeje. Otro buen ejemplo de fortificación es el castillo de San Juan, en Santa Cruz de Tenerife, un bastión circular apodado Castillo Negro por la piedra volcánica oscura utilizada para su construcción. En cuanto al urbanismo, a pesar de las dificultades que plantea un terreno a menudo escarpado, los españoles han adaptado su trazado tradicional organizado en torno a una plaza central que agrupa los principales edificios civiles y religiosos. Hoy en día, algunos de estos centros urbanos están catalogados. Es el caso de La Laguna, clasificada como Patrimonio Mundial de la UNESCO, La Orotava, clasificada como "Conjunto Histórico-Artístico" y Garachico, que recibió la Medalla de Bellas Artes en 1980. Bajo la influencia española, los edificios están decorados con los colores de los estilos en boga en la Península Ibérica, empezando por el barroco, que se encuentra sobre todo en los edificios religiosos. Es el caso, por ejemplo, de la iglesia de San Francisco de Santa Cruz, en Tenerife. El estilo mudéjar (arte creado por artesanos moriscos que trabajaban bajo la égida de soberanos católicos) también se encuentra, por ejemplo, en la iglesia y convento de Santa Catalina de Siena, del siglo XVII, cuyas atalayas de madera tallada pueden admirarse. Otro magnífico ejemplo de estilo mudéjar es el artesonado de la iglesia de San Agustín, en La Orotava. En Betancuria, un pequeño pueblo de la isla de Fuerteventura, la iglesia de Santa María es una sorprendente síntesis de todos estos estilos. El edificio original del siglo XV se construyó en estilo gótico-normando (Jean de Béthencourt, el descubridor de la isla, era un conquistador, ¡pero originario de Normandía!) Todavía pueden verse vestigios de este estilo en el campanario y las columnas. La iglesia fue reconstruida en el siglo XVII y ahora tiene elementos góticos, mudéjares, renacentistas y barrocos. La arquitectura de este periodo suele denominarse "arquitectura colonial", pero este término es reductor e incluso engañoso. La arquitectura canaria no es una copia de ninguna arquitectura dominante, sino todo lo contrario. Es un cruce de influencias, pero rica en una fuerte identidad local. Esto se consigue mediante el uso de materiales locales: piedra volcánica, arcilla, turba y pino canario. Los edificios canarios, ya sean iglesias, casas señoriales o viviendas campesinas, impresionan por el contraste visual entre la cal blanca que los recubre y el basalto de los sillares, resaltando ángulos y aristas, o creando a veces un efecto moteado. Los edificios también pueden estar coloreados, pero siempre en un solo tono, lo que permite resaltar los elementos de la decoración. Los tejados son de dos o cuatro vertientes, cubiertos con tejas huecas rojas (también llamadas "tejas árabes"), y sus bordes están ligeramente curvados. Las fachadas están adornadas con magníficos balcones de madera -cuyas celosías recuerdan a las moucharabiehs de inspiración árabe- y logias cubiertas con un tejadillo de tejas cuyas finas columnatas pueden admirarse. El patio es la pieza central de los edificios canarios, aportando luz y frescor. Desde las galerías de madera que lo rodean, la vista de este pozo de agua y luz es tan sorprendente como tranquilizadora. Todo el archipiélago es portador de esta identidad arquitectónica canaria, como el pueblo deAgaete, apodado "la gracia blanca de la costa negra", o el barrio de La Vegueta en Las Palmas, cuya maraña de callejuelas está repleta de soberbias casas señoriales como la Casa de Colón, de inspiración gótico-renacentista, con sus tres soberbios patios. Influenciada, pero nunca dominada, la arquitectura canaria es única

La arquitectura según César Manrique

A partir de la década de 1950-1960, Canarias se convirtió en un importante destino turístico y empezaron a aparecer edificios sin alma para albergar el flujo constante de visitantes. Pero en Lanzarote, un hombre se levantó contra esta "plaga". Su nombre: César Manrique. Artista y arquitecto que había viajado por todo el mundo, Manrique regresó a su isla natal en 1966. Rápidamente consciente de los peligros del turismo de masas y habiendo escuchado atentamente a los políticos, Manrique desarrolló un original programa arquitectónico y urbanístico, precursor de la arquitectura sostenible actual. El objetivo era combinar el crecimiento económico con la identidad local. Por ello impuso el blanco en todos los edificios de la isla y todas las nuevas estructuras debían incorporar elementos de la arquitectura local. Para preservar la belleza del paisaje, prohibió la construcción de edificios de más de tres plantas e impuso un límite a los rótulos y paneles publicitarios. Enamorado de su isla, Manrique hizo que su arquitectura interactuara con ella. Sus creaciones no van acompañadas de destrucción alguna... al contrario, el paisaje se utiliza como componente de su arquitectura. Por eso no es de extrañar que haya destacado tantos parajes naturales. Los Jameos del Agua son el primer ejemplo de esta original arquitectura. Esculpido en la roca, este centro turístico incluye salas de conciertos, bares y restaurantes e incluso una piscina de agua de mar. Está vinculada a la Cueva de Los Verdes, cuevas también diseñadas por el artista. En 1973, Manrique construyó el Mirador del Río en lo alto de la escarpada roca de Famara, donde había una antigua base de artillería. Manrique excavó el centro turístico en la roca y sólo quedó al descubierto el balcón exterior, que sirve de mirador. Así, la presencia del centro turístico es casi imperceptible. También construyó el Museo Internacional de Arte Contemporáneo en la antigua fortaleza del Castillo de San José de Arrecife y, por supuesto, su fundación, un gigantesco edificio levantado sobre un río de lava helada. Combinando arquitectura tradicional y modernidad, la Fundación César Manrique ofrece, como todas las obras del artista, una asombrosa vista del entorno, creando un diálogo armonioso con el paisaje. A su muerte, en 1992, los representantes electos y los habitantes se comprometieron a continuar esta valorización del patrimonio local.

Tesoros contemporáneos

La arquitectura contemporánea de las Islas Canarias es viva y se renueva constantemente, pero no olvida la importancia de las tradiciones y paisajes locales, que integra con elegancia en diseños atrevidos. En 1996, Santiago Calatrava dio a Santa Cruz de Tenerife su Palacio Internacional de Ferias y Congresos. Original estructura de hormigón, vidrio y hierro, el centro presenta una fachada de 270 metros que permite la entrada de luz a una singular nave central. Siete años después, Calatrava volvió a dejar su impronta en la ciudad con elAuditorio Adán Martín, que se ha convertido ya en uno de los referentes del archipiélago. Con su impresionante ala flotante que domina el cielo desde lo alto de sus 50 m, el auditorio fascina. El juego de formas y luces da vitalidad y movimiento a esta arquitectura viva. Otro logro simbólico es el auditorio Alfredo Kraus de Las Palmas, la última obra del arquitecto Oscar Tusquets. Al fondo del escenario, Tusquets construyó una gran cristalera con una vista única del mar y un ingenioso sistema de filtros que permite jugar con los efectos de transparencia y oscuridad. Los arquitectos Felipe Artengo Rufino, Fernando Martín Menis y José María Rodríguez-Pastrana, todos ellos de Tenerife, son los responsables de dos asombrosos proyectos que combinan a la perfección las tradiciones locales y la modernidad. En primer lugar, el Centro Magma Arte Y Congresos de Adeje. Sus espectaculares curvas onduladas se apoyan en 12 monolitos de hormigón y piedra chasnera, una piedra volcánica del sur de Tenerife. La luz natural y la ventilación son las consignas de esta arquitectura minimalista. También diseñaron la sede de la presidencia del gobierno autónomo de Canarias. Para este edificio, los arquitectos utilizaron piedra volcánica y madera, e incluso incorporaron un balcón de pino canario procedente de una antigua casa de la isla, que puede verse desde el patio interior del edificio. En San Cristóbal de La Laguna, Fernando Martín Menis también diseñó la iglesia del Santísimo Redentor en piedra local y hormigón en bruto. Esta sobria creación sorprende tanto por su minimalismo como por el inteligente juego de perspectivas entre los distintos niveles del edificio. Esta sobriedad se repite en la arquitectura curva de la cercana Facultad de Bellas Artes. Otras creaciones contemporáneas son el Tenerife Espacio de las Artes, de los arquitectos suizos Herzog & De Meuron. Alternando sólidos de hormigón y cavidades de cristal, jugando con los efectos de luz y sombra, los arquitectos han imaginado un edificio donde el interior y el exterior interactúan y se complementan. Estos elegantes edificios se complementan con las Torres de Santa Cruz, dos rascacielos de acero de 120 metros (los más altos del archipiélago), que simbolizan la vitalidad económica de Canarias.