Ante fenómenos climáticos extremos
Como Estado insular, Barbados está especialmente expuesto a condiciones meteorológicas extremas. De junio a finales de noviembre es la impredecible temporada de huracanes. Afortunadamente, la isla se encuentra justo al sur de lo que los climatólogos llaman el "cinturón de huracanes del Caribe", por lo que sólo se ve afectada por huracanes violentos en contadas ocasiones. Sin embargo, las tormentas, aunque naturales, son cada vez más frecuentes y violentas como consecuencia del cambio climático.
Además de las tormentas tropicales, el calentamiento global también está provocando una subida del nivel del mar que amenaza a la isla. El aumento del nivel del mar ya está poniendo en peligro la salud pública, ya que el agua salada del mar se filtra en las reservas subterráneas de agua dulce de la isla para el consumo humano. A esto se añaden sequías cada vez más graves, mientras que se calcula que las precipitaciones se reducirán hasta un 40% de aquí a finales de siglo. Así pues, Barbados, como la mitad de las islas del Caribe, se enfrenta a una escasez de agua.
Pero se está organizando el contraataque, y en 2022 Barbados se convirtió en el primer país del mundo en beneficiarse de un fondo totalmente nuevo del FMI (Fondo Monetario Internacional). El fondo se llama Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad, y su objetivo es ayudar a los países pobres expuestos a riesgos climáticos a equiparse mejor para hacerles frente. La isla ha recibido cerca de 300 millones de dólares.
Estos fondos deberían ayudar a Barbados a alcanzar el ambicioso objetivo climático que ya se ha fijado: ser neutro en carbono para 2030. Para lograrlo, pretende utilizar un 100% de energías renovables de aquí a 2030, así como dotarse de infraestructuras más adecuadas, sobre todo en materia de depuración de aguas. El país también está fomentando la introducción de vehículos eléctricos, ofreciendo exenciones fiscales a quienes deseen adquirirlos.
La invasión del sargazo
Desde hace más de una década, Barbados es víctima de una invasión del temido Sargassum. Conocidas científicamente como Sargassum fluitans y Sargassum natans, estas dos algas pardas son un azote para toda la región del Caribe. Estas plantas marinas naturalmente holopelágicas, que se dejan arrastrar por las corrientes en lugar de anclarse al suelo mediante raíces, se multiplican en exceso. En algunos lugares, forman depósitos de más de un metro de altura en las playas. El fenómeno es nuevo y aún poco conocido: aún no se sabe si esta proliferación se ve favorecida por el calentamiento global o por el aumento de nutrientes en el agua ligado a los vertidos agrícolas. Sea como fuere, las consecuencias son especialmente perjudiciales: muchos animales marinos se enredan en las algas, sobre todo las tortugas cuando desovan, y el sargazo desprende un hedor fétido al descomponerse. Las algas en descomposición liberan amoníaco y sulfuro de hidrógeno, que también son peligrosos para la salud. Además de las consecuencias ecológicas, la propia economía se ve afectada: la pesca se ve dificultada por estas mareas marrones, que interfieren con los barcos, el turismo se reduce por el olor a huevos podridos, y el mercado inmobiliario a lo largo de la costa se desploma.
Afortunadamente, desde su primera marea marrón en 2011, Barbados ha empezado a poner en marcha un sistema de defensa, sobre todo después de 2018, un año negro en la materia, que llevó a declarar la emergencia nacional. Ahora, las autoridades han puesto en marcha un sistema de recogida de algas no deseadas. Se recogen antes de que se descompongan, por lo que ya no causan molestias por el olor. También hemos asistido recientemente a la aparición de iniciativas locales destinadas a convertir esta plaga en una auténtica oportunidad ecológica. Es el caso de la empresa de biotecnología Red Diamond Compost, cuyo objetivo es transformar las algas marinas en compost orgánico, sustituyendo por esta alternativa natural los abonos sintéticos que causan un grave problema de contaminación en la isla.
Los residuos plásticos, en el punto de mira
Otra lacra que llega a las costas de Barbados son los residuos plásticos. También en este caso, Barbados está decidida a coger el toro por los cuernos y ha prohibido el plástico de un solo uso a partir de 2019. Las bolsas de plástico, las pajitas y otros cubiertos desechables ya no se podrán importar, vender ni distribuir. Al mismo tiempo, el país insular está desarrollando cada vez más infraestructuras para mejorar el reciclaje.
Desarrollar el ecoturismo
Barbados cuenta con un parque nacional, creado en 1966 por orden de la Reina Isabel II. El Parque Nacional de Farley Hill consta de una casa solariega de la época colonial, rodeada de exuberante vegetación tropical. No sólo ofrece a los caminantes espectaculares vistas panorámicas de la costa barbadense, sino que también constituye un hábitat privilegiado para la flora y la fauna.
Otro lugar de interés para los amantes de la naturaleza es el Jardín Botánico de Andrómeda, en Bathsheba. Fue creado en 1954 por Iris Bannochie, una horticultora barbadense. En una época en la que prácticamente no había jardines cultivados en la isla, esta científica autodidacta creó aquí su propia colección privada, con plantas traídas de sus viajes por todo el mundo. En la década de 1950, fue la responsable de la introducción del 90% de las plantas ornamentales de Barbados Esta meca botánica es el único socio caribeño de la prestigiosa Royal Horticultural Society británica.
Aprovechando esta riqueza natural, Barbados desarrolla desde los años 90 una auténtica política de ecoturismo local. El país ha desarrollado un transporte público más ecológico, que incluye una flota de unos cincuenta autobuses eléctricos. También están surgiendo hoteles ecológicos por toda la isla, que ofrecen a los viajeros alimentos cultivados localmente sin pesticidas, cosméticos naturales y equipos alimentados por energías renovables.