Un cine comprometido

Aunque los inicios del cine tunecino se remontan a 1908 con la inauguración de la primera sala de proyección, la primera obra tunecina, Zohra, no llegó hasta 1922 y fue firmada por Samama Chickly. Luego llegaron Omar Khlifi y los jóvenes directores implicados en la lucha social y colonial, como Abdellatif Ben Ammar con Une si simple histoire (1970), Sejnane (1974), Aziza (1980) y Naceur Ktari, Brahim Babai y Mahamoud Ben Mahmoud. Le siguieron películas complejas que analizaban problemas sociales relacionados con las estructuras fundamentales del país, como las películas de Nouri Bouzid que sacudieron las conciencias : L'Homme de cendres (1986) y Les Sabots en or (1988). En 1990, Le Halfaouine, dirigida por Férid Boughdir, representó el primer éxito internacional. Las mujeres directoras ocupan un lugar importante en Túnez, como en todo el cine árabe. Moufida Tlatli(La Saison des Hommes, Les Silences du palais, La Saison des Djerbiennes) y Nadia el Fani(Tanitez-moi) encabezan la lista. El comienzo de la década de 2000 estuvo marcado por el ascenso de la actriz Latifa Arfaoui (vista en Silencio... en tourne), pero también por el de directores como Khaled Ghorbal, Nidhal Ghatta o Nacer Khemir, que dirigió Bab'Aziz, le prince qui contemplait son âme (2005), seleccionada en la competición oficial del Festival de Cine de Cartago en 2006. Otras películas de este periodo son Fleur d'oubli (2006, Selma Baccar) Tendresse du loup (2007, Jilani Saadi) y L'autre moitié du ciel (2008, Kalthoum Bornaz)

Desde la revolución hasta la actualidad

La revolución de 2011 inspiró muchas películas o documentales, como Plus jamais peur (2011) de Mourad Ben Cheikh, Bastardo (2013) de Nejib Belkadhi, Je ne meurs jamais (Nunca mu ero) de Nouri Bouzid (2012), Dégage (Sal de mi camino ) de Mohamed Zran (2012), C'était mieux demain (Era mejor mañana ) de Hinde Boudjemaa (2012) o Maudit soit le phosphate (Maldito sea el fosfato ) de Sami Tlili, también en 2012. Esta nueva libertad de expresión adquirida desde la revolución no es del gusto de todos y algunas películas son algo controvertidas o son víctimas de la censura, como la película Making of de Nouri Bouzid (2006), que trata de los excesos del Islam.
Muchas películas de ficción estrenadas en la década de 2010 cuentan una maravillosa historia de la Túnez contemporánea, a menudo con el telón de fondo de la revolución de 2011, como Parfum de printemps (Ferid Boughir, 2014) o A peine j'ouvre les yeux (Leyla Bouzid, 2015). Además, una película muy bella, El profesor, de Mahmoud Ben Mahmoud, estrenada en 2012, recuerda los años de rescoldo bajo el mandato de Burguiba y permite comprender el régimen político tunecino antes de la revolución. En el Festival de Cannes de 2014, dos películas tunecinas encontraron naturalmente su lugar: Le Challat de Tunis, de Kaouther Ben Hania, una de las 19 películas seleccionadas por la ACID, proyectada pero fuera de competición, y Une journée sans femme, un cortometraje de Najwa Limam Slama. En 2019, destacamos, entre otros, Un divan à Tunis del franco-tunecino Manele Labidi y Un fils de Mehdi Barsaoui. Hinde Boujemaa vuelve el mismo año con Noura rêve, que gana el Tanit d'or en el Festival de Cine de Cartago.