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El maalouf (o malouf)

Cariñoso y cautivador, el maalouf es una música que contribuye en gran medida a la dulzura y la belleza del lugar. Originaria de Sevilla, esta hermosa música andaluza fue llevada a Túnez por refugiados entre los siglos XIII y XV. Llevado por una dulce nostalgia, el maalouf está estructurado por las noubas, composiciones musicales formadas por una serie de piezas vocales e instrumentales interpretadas en un orden preciso. Por lo general, comienza lentamente y se acelera hasta llegar a un crescendo, llevando la emoción a un clímax de poder y profundidad. Un conjunto típico de maalouf está formado por al menos tres músicos, que tocan el oud además del armonio, la darbouka o el violín, el laúd o la flauta.

Verdadero pilar de la identidad nacional, el maalouf sólo ha sobrevivido gracias a los esfuerzos del gobierno tunecino, que en los años 30 creó La Rachidia, una institución que reúne a la élite de los músicos y poetas que trabajan para salvaguardar el patrimonio musical tunecino. Tras la independencia, el lugar se dotó de un conservatorio en el que se enseñaba el maalouf, en particular por el gran oudista Khémaïs Tarnane, uno de los primeros maestros del género. Además de su conservación, el Rachidia permitió transformar el maalouf en piezas sinfónicas interpretadas por grandes conjuntos, inspirados en la música clásica occidental y en los conjuntos egipcios. En este lugar se formaron generaciones de grandes artistas, como Lotfi Bouchnak, oudista y compositor que fue una figura clave de la música tunecina. Entre los otros nombres que hay que recordar en el malouf, mencionemos a Salah El Mahdi, cuyo repertorio dantesco -casi 600 composiciones- incluye algunas bellas piezas del género, El Azifet -que significa " Las mujeres músicas

"-, la primera orquesta femenina de música docta del mundo árabe (fundada en marzo de 1992 por la tunecina Amina Srarfi) o, más recientemente, Zied Gharsa (hijo del ilustre Tahar Gharsa) y Syrine Ben Moussa, que se han impuesto como iconos del género. Aparte de la sede de la Rachidia, una de las mejores oportunidades para escuchar el maalouf es el festival de música arábigo-andaluza de Testour, dedicado en parte a él. Por lo demás, algunas salas como el bello Théâtre Municipal de Tunis programan bastante. Apodado "la bonbonnière", este hermoso edificio de estilo Art Nouveau merece una visita.

El mezoued

El mezoued, que toma su nombre de un instrumento de viento de origen beduino parecido a una gaita compuesta por una bolsa de piel de cabra y dos tubos de rosa perforados, es una de las músicas tradicionales más populares de Túnez. Un conjunto perfecto de mezoued incluye la gaita, por supuesto, pero también la percusión (bendir, tabl, darbouka) y los cantantes. Muy apreciado por sus melodías festivas, este estilo se desarrolló en las franjas menos privilegiadas de la población, primero en el campo y luego, sobre todo, en las ciudades. A través de sus canciones, que no dudan en utilizar el dialecto, la jerga o las letras bonitas como medio de expresión, se estableció espontáneamente como una contracultura musical, desafiando las formas clásicas que respetaban reglas y códigos definidos. El mezoued sufrió entonces, durante muchos años, una mala reputación, antes de ser finalmente ampliamente reconocido, hasta el punto de ocupar hoy el primer puesto en las ventas de música tunecina. Entre los numerosos intérpretes de mezoued, destacan Hedi Habbouba, el gran maestro del género, que además modernizó mucho, Samir Loussif, que escribió algunos himnos como "Ya mimti el ghalia" , Ouled Jouini, que desempeñó un gran papel en el renacimiento de la música popular tunecina, y Zaza Show, una de las pocas mujeres en este campo.

Música clásica y artística

Como en el conjunto del mundo árabe, la noción de música culta en Túnez difiere de la concepción occidental. No obstante, esta última existe en el país, encarnada, entre otros, por la Orquesta Sinfónica de Túnez. Fundada en 1969 por iniciativa del Ministerio de Cultura, es el principal conjunto filarmónico del país y tiene como objetivo difundir las obras maestras del repertorio sinfónico en Túnez, así como adaptar la música tradicional tunecina y árabe-musulmana al formato de orquesta sinfónica. Compuesto por sesenta músicos profesionales (graduados en las principales escuelas y conservatorios), el conjunto se confió inicialmente al director de orquesta francés Jean-Paul Nicollet y luego evolucionó en manos de los grandes directores del país, como Ahmed Achour y Hafedh Makni.

Aunque la orquesta suele centrarse en obras de Mozart, Bizet y Beethoven, también interpreta a los grandes compositores clásicos nacionales, como Salah El Mahdi, Ouanès Khligène, Kaddour Srarfi y Ahmed Achour.

La orquesta participa regularmente en el Festival Internacional de Música Sinfónica de El Jem, un importante evento internacional que se celebra cada verano, pero también en el Festival Internacional de Cartago y en el Festival Internacional del Sáhara de Douz. En un plano más internacional, también se puede disfrutar de una muy buena programación clásica durante el Festival Musical de Octubre

de Cartago. Durante veinte días de octubre, un sinfín de artistas se reúnen en el Acropolium con conciertos de piano, violín y guitarra. Vinculado a la música culta, Túnez ha visto surgir una ola de música de vanguardia e improvisada desde finales de los años 90. Muy dinámica, esta escena es especialmente apreciada por sus exploraciones y su voluntad de sacar la tradición musical tunecina de su zona de confort. Entre ellos, los nombres más destacados son los de Dhafer Youssef, gran oudista, Anouar Brahem, también maestro del oud, acostumbrado a tender puentes entre la música árabe y el jazz (fichado por el fabuloso sello ECM), Wajdi Cherif, pianista que comparte la misma ambición, y Jasser Haj Youssef, que mezcla influencias clásicas, orientales y de jazz utilizando la viola d'amore, un instrumento olvidado del barroco europeo que ha vuelto a poner en primer plano. Estos son todos los nombres que puede ver en el cartel del Festival Internacional de Jazz de Tabarka, un evento de renombre internacional que también acoge músicas del mundo, música latina, raï...

Música popular

Miembro de la Rachidia desde los años 30, Saliha es una de las primeras estrellas de la canción tunecina y su eterna gran voz. Después de ella, hubo que esperar a los años 60 y 70, y al desarrollo de las variedades tunecinas, para ver la aparición de nuevas figuras musicales populares. Aquí aparecieron algunos iconos, como Naâma, que fue la musa de varios compositores importantes (Mohamed Triki, Ahmed Hamza, Ridha Kalaï, Ali Riahi, Kaddour Srarfi o Chedly Anouar), Oulaya, cuyo éxito resonó en gran parte del mundo árabe, y Zouheïra Salem, que pertenecía a la misma generación. Algunos hombres también se distinguieron en su momento, como Mustafá Charfi, Ezzeddine Idir y sobre todo Kacem Kefi, que era muy popular. Mencionemos también a Ali Riahi, gran modernizador de la música tunecina entre los años 50 y 70, que sigue siendo famoso por su extravagante aspecto escénico y su amplio repertorio, dividido entre la tradición y el estilo occidentalizado. Su música tuvo un éxito rotundo en todo el Magreb.

Más recientemente, la música popular tunecina ha sido encarnada por artistas como Nabiha Karaouli, diva contemporánea de voz majestuosa, Saber Rebaï, cuyo repertorio se inspira en el patrimonio local, Latifa Arfaoui, encarnación del pop en árabe, y Amina Fakhet, habitual del Festival Internacional de Cartago. Este último es uno de los eventos más importantes del país y es una de las mejores oportunidades para escuchar sus más bellas voces en el escenario.

Música actual

Como en todo el mundo, el hip-hop ha encontrado un lugar para florecer en Túnez. La Revolución de los Jazmines ha permitido a muchos raperos convertirse en la voz de esta rabia por la libertad y recordar la injusticia del antiguo régimen. Entre los más conocidos en el país están Klay BBJ, con su imagen rebelde, y Bendir Man, un auténtico abanderado anti-Ben Ali. Hoy, los últimos éxitos del rap local son Samara y Alfa.

En cuanto a la música electrónica, la escena tunecina está empezando a tener un impacto serio en la escena internacional. Empezando por Emel Mathlouthi. Musa de la Revolución de los Jazmines -que la llevó a ser retirada del Festival de Cartago antes de ser reincorporada por la presión del público-, Emel Mathlouthi ha desarrollado un poderoso trip hop -en la tradición de los grandes del género como Björk o Massive Attack- en el que se infunden sus raíces musicales tunecinas. Otro interesante artista de la joven guardia, Azu Tiwaline, combina el dub y el dubstep con los ritmos tradicionales amazigh. Más cerca de casa, Deena Abdelwahed, fichada por el sello parisino InFiné, está considerada una de las artistas techno más prometedoras. Y, por último, el colectivo belga-tunecino Bargou 08 mezcla instrumentos y repertorios tradicionales con sintetizadores y grooves electrónicos.

En cuanto a la música actual, el evento más apropiado del país es, con diferencia, Pop In Djerba. Durante tres días de octubre, el pop, el rock y el electro se reúnen en la playa de Sidi Mehrez para hacer vibrar la isla. Por lo demás, el Y Ü K A, uno de los clubes más de moda en Túnez, suele invitar a buenos DJs.

El teatro

El teatro experimentó una especie de renacimiento en Túnez tras la independencia. El gran actor de esta época, Ali Ben Ayed, desempeñó un papel decisivo en el renacimiento del teatro tunecino. Gran promotor de la disciplina, actor y director incansable, su etapa al frente de la compañía municipal de teatro de Túnez marcó los años dorados de ésta, pero también el inicio de una influencia nacional e incluso internacional del teatro tunecino. Tuvo un gran éxito con Calígula , de Camus , y con La Yerma

, de Federico García Lorca, ambas puestas en escena en árabe.

Mahmoud Messadi, otro nombre famoso, se dio a conocer con una obra de título significativo, Le Barrage, un drama de la tierra tunecina. En los últimos años, una obra de teatro ha marcado su tiempo, Yahia Yaiche - Amnesia

, de Fadhel Jaibi y Jalila Baccar, que soñó antes de tiempo con la caída de Ben Ali. En la actualidad, Leila Toubel, activista, actriz y dramaturga tunecina con una sólida obra, es una de las figuras más importantes del teatro tunecino contemporáneo. Cada dos años, las Jornadas de Teatro de Cartago dan sus tres golpes. Las compañías tunecinas se codean con las internacionales. Otro acontecimiento importante, el Festival Internacional de Hammamet, que se celebra de mediados de julio a mediados de agosto, otorga un lugar destacado al teatro. En Túnez, además del Teatro Municipal -la institución-, el Teatro El Hamra ocupa un lugar importante en la vida cultural local.