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Parques nacionales y biodiversidad

El país cuenta con muchos tipos diferentes de zonas protegidas, incluidos 47 parques nacionales. Algunos ofrecen alojamiento espartano, mientras que otros cuentan con senderos señalizados, lo que les permite conciliar la conservación de los ecosistemas con la acogida a los excursionistas. Entre ellos figuran el Parque Nacional de Folgefonna, con sus ecosistemas montañosos y glaciares; Hardangervidda, hogar de manadas de renos; Jotunheimen, destino popular entre los excursionistas; Jostedalsbreen, que protege el mayor glaciar continental de Europa; Stabbursdalen, con el bosque de pinos más septentrional del mundo; y el Parque Marino de Færder. En Svalbard, los siguientes parques nacionales han sido designados sitios Ramsar por sus notables humedales: Sør-Spitsbergen y Forlandet.

El "derecho de acceso a la naturaleza"(allemannsrett) permite a todos los noruegos moverse libremente por la naturaleza y recoger bayas y setas. Este derecho consuetudinario, consagrado en una ley de 1957, refleja un apego ancestral a la naturaleza que trasciende la noción de propiedad privada y podría asimilarse a la idea de "bien común". La conexión de los noruegos con la naturaleza se expresa también a través del concepto de friluftsliv, término acuñado por el escritor Henrik Ibsen, que refleja hoy un arte de vivir basado en la reconexión con la naturaleza y los placeres del aire libre.

Sin embargo, el país está preocupado por el cambio de uso del suelo, es decir, la artificialización de la tierra, que es uno de los factores que contribuyen a la erosión de la biodiversidad. Sin embargo, en 2021, el Tribunal Supremo de Noruega falló en contra de la construcción de un parque eólico en parte de los pastos de renos de la comunidad saami, en virtud de un pacto de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas.

Otras amenazas para la biodiversidad son la caza de ballenas, aún practicada en el país y condenada por ONG y científicos. La cría intensiva de salmón (de la que Noruega es el primer productor y exportador mundial) también es motivo de preocupación por su impacto en los ecosistemas. Cabe señalar que las empresas noruegas están trasladando su producción a Sudamérica, trasladando el problema a otras partes del mundo. Un estudio reciente ha demostrado que el ortoreovirus de los peces, un virus que infecta al salmón de piscifactoría en Noruega y se transmite a los peces salvajes del Atlántico, se ha extendido hasta el Pacífico.

Hacia la transición ecológica

Noruega se ha comprometido a alcanzar la neutralidad de carbono en 2030. Basa su transición ecológica en un parque automovilístico 100% eléctrico para 2025, gracias a una serie de incentivos y ventajas fiscales. Las centrales hidroeléctricas representan más del 95% del consumo eléctrico del país, y la calefacción de petróleo está prohibida desde 2020. Noruega también ha puesto en marcha una política encaminada a la "deforestación cero", protegiendo sus bosques in situ y prohibiendo el uso de empresas que contribuyan a la deforestación en sus contratos públicos. El país también está desarrollando programas de eficiencia energética para los edificios. Oslo ha eliminado prácticamente el tráfico rodado de su centro urbano, en favor de modos de transporte activos. La capital noruega está desarrollando la agricultura urbana y los ecobarrios, como el de Vulkan, en Oslo, que trabaja por la autonomía energética. Todas estas iniciativas sitúan a Noruega entre los países más avanzados en materia de transición ecológica. Pero si se tienen en cuenta las emisiones deCO2 exportadas, Noruega queda relegada al puesto 128 de la clasificación.

"La "ilusión boreal" en la ecología

Noruega emite 8 toneladas deCO2 per cápita al año, frente a las 2 toneladas de la neutralidad de carbono. Noruega es el primer exportador europeo de hidrocarburos y el tercero mundial de gas natural. Estas cifras representan una ganancia financiera (17% del PIB del país) y grandes fuentes de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero el país no parece dispuesto a renunciar a estas actividades. Prueba de ello es la sentencia del Tribunal Supremo de 2021 sobre la ampliación de las perforaciones petrolíferas en el Ártico. Pero el edificio parece resquebrajarse a medida que aumenta la conciencia ecológica de la población y se llevan ante los tribunales las cuestiones medioambientales. Se han logrado avances, con el abandono en 2019 de un proyecto de perforación en el archipiélago de Lofoten y el compromiso del fondo soberano de Noruega de desinvertir en combustibles fósiles. Las elecciones legislativas de septiembre de 2021 llevaron al poder a una coalición de izquierdas, que podría conducir al país hacia una retirada gradual de la economía petrolera.

Y mientras tanto, el clima se está calentando

El cambio climático ya es palpable en la región. Está alterando las rutas migratorias de ciertos animales y afectando sobre todo a las poblaciones indígenas, que son las que menos impacto ambiental tienen en la región. El deshielo del permafrost -suelo permanentemente helado durante al menos dos años consecutivos- es una bomba sanitaria y climática en el Ártico. Podría liberar grandes cantidades de carbono y metano, así como virus hasta ahora congelados en el hielo. El banco mundial de semillas de Svalbard (Global Seed Vault) funciona desde 2008 con el objetivo de preservar el patrimonio de semillas de la humanidad. Apodada la "bóveda del apocalipsis" por sus detractores, está directamente amenazada por el deshielo del permafrost, por el que se filtró agua en 2017. Financiada por una asociación público-privada, plantea interrogantes sobre la mercantilización de la vida. También plantea interrogantes sobre la pertinencia del sistema, ya que las semillas, conservadas en el frío y no regeneradas en el suelo, no pueden coevolucionar con el medio ambiente. Así pues, el sitio podría simbolizar la obsolescencia de un modelo basado en la explotación de los recursos naturales, sin respetar los límites del planeta ni el equilibrio de los organismos vivos.