Los orígenes de la creación

El arte maya suele considerarse el más suntuoso del periodo precolombino. Incluye piezas diminutas, finamente esculpidas, como colosos de piedra. Los motivos son estilizados y los temas están relacionados con la espiritualidad. Las esculturas y la cerámica estaban destinadas a apaciguar a los dioses y glorificar el poder. Funerario o ritual, el arte presenta figuras humanas o animales, a menudo en el más allá. En sus pinturas murales, los mayas utilizaban el azul maya, un color único a base de añil. Debido al clima húmedo, se conservan pocos frescos.

El Parque arqueológico de Copán y su Museo de las Esculturas le invitan a sumergirse en el corazón de la joya del periodo clásico del arte maya. Abandonado en el siglo X, el yacimiento de Copán fue descubierto en 1570 y excavado a partir del siglo XIX. Para los mayas, la ciudad sirvió de centro religioso y político, y de punto de referencia cultural para todo el territorio maya del sureste. Como la mayoría de las ciudades mayas, alcanzó su apogeo durante el periodo clásico, entre los siglosV y IX. Alrededor de vastas plazas se construyeron templos, zonas de recreo y edificios civiles. Un millar de edificios en total se dispusieron en un plan cosmológico alrededor de la acrópolis. En la plaza de las Ceremonias, las ruinas atestiguan hoy altares ricamente esculpidos y abundantes petroglifos. La monumental escalinata que conduce a ella es una joya de la arquitectura maya. El ascenso a la "escalera jeroglífica", con sus 63 peldaños de toba volcánica, lleva un friso de 1.800 inscripciones, el más largo del arte maya.

Una de las esculturas más magistrales de Copán es la del dios solar, que vigila el funcionamiento del universo. Se le reconoce por sus grandes ojos cuadrangulares.

Pintura religiosa

Los colonos españoles trajeron consigo la técnica de la pintura sobre lienzo. Estas obras de temática religiosa se importaron no sólo de España, sino también de Guatemala y México. Los nativos adoptaron esta disciplina, que mezclaron con referencias locales, como elementos del paisaje o la indumentaria. El arte colonial, con sus toques tropicales, se extendió rápidamente a las catedrales. Aunque las influencias precolombinas habían marcado durante mucho tiempo el proceso creativo, el periodo colonial estuvo fuertemente influido por el barroco español. El estilo neoclásico impuso entonces sus códigos a los lienzos religiosos e históricos.

En la Honduras del siglo XVII, las esculturas sevillanas embellecieron la Catedral Santa María de Comayagua. Uno de los principales pintores del siglo XVIII, José Miguel Gómez (1712-1806), se inspiró en el maestro español Francisco de Zurbarán para decorar los edificios religiosos de Comayagua y Tegucigalpa; también fue un retratista de talento.

Influencias y modernismo

La inestabilidad política de mediados del siglo XIX frenó la producción artística. No fue hasta finales del siglo XIX cuando el arte hondureño dejó su impronta.

Durante este periodo, los retratos familiares se convirtieron en un género popular. Los de Toribio Torres de Comayagua causaron sensación. El modelo francés dominó, sobre todo en la pintura de historia. Artistas europeos, sobre todo italianos, trabajaron en Honduras. A la inversa, los artistas centroamericanos iban a estudiar a España, Italia o Francia. Estaban muy influidos por el Romanticismo, pero también por el Impresionismo, el Cubismo y el Surrealismo.

Pablo Zelaya Sierra (1896-1933) pintó las obras emblemáticas Hermano contra hermano y Destrucción sobre el tema de la guerra civil. El surrealismo dejó su impronta en la obra de los artistas de las décadas de 1940 y 1950. Al mismo tiempo, el arte popular seguía dando testimonio de la vida en el campo. El primitivista José Antonio Velásquez (1906-1983) expuso en todo el mundo.

En 1940 abrió sus puertas la Escuela de Bellas Artes de Honduras. A partir de entonces, las artes plásticas ocupan su lugar oficial en la escena cultural. Arturo López Rodezno (1908-1975) introdujo el fresco en Honduras. Le siguió Miguel Ángel Ruiz (1928-2018), que había trabajado con Diego Rivera en México, quien actualizó la tradición del fresco mexicano.

Arte popular

El arte popular prospera en Honduras y Nicaragua. Desde escenas cotidianas hasta retratos pintados y esculpidos, la mezcla étnica da color a este arte de encanto accesible. Este movimiento está representado por los pintores primitivistas José Antonio Velásquez (1906-1983) y Pablo Zelaya Sierra (1896-1933), que dieron nombre a la máxima distinción artística del país.

En cuanto a la cerámica, los indígenas lencas llevan 1.500 años transmitiendo las mismas técnicas. Su cerámica se caracteriza por la preferencia por la ornamentación en blanco y negro y los motivos zoomorfos. Sin embargo, cada pieza es única y sorprendentemente moderna. Al igual que los mayas, los lencas son herederos de tradiciones ancestrales que dictan los códigos de la cerámica, la escultura y la fabricación de máscaras.

Renovación a través del arte

En Honduras, la capital del arte público es San Juan de Flores - Cantarranas. A 45 km de Tegucigalpa, este pintoresco pueblecito, fundado en 1667 por los colonos españoles, está adornado con 54 frescos pintados por artistas de México, Chile, Argentina, Colombia y Honduras. Cada uno con su estilo ha ofrecido una visión de Honduras, haciendo de Cantarranas una extraordinaria escala artística. Paisajes agrícolas, bosques y montañas, iguanas y escenas de la vida local dan vida a los muros. Para completar el programa, las esculturas de piedra ocupan un lugar destacado en varias plazas. Una de ellas, una cabeza gigante, delimita el parque público en el corazón de la ciudad. Pionero de esta iniciativa en 2011, el artista Javier Espinal espera expulsar la violencia de la ciudad cubriendo todas las fachadas disponibles. Al hacerla más atractiva, Cantarranas se ha convertido en una inmensa galería al aire libre. Y a su alrededor, hermosos paseos y agradables baños de agua dulce. ¡Todo lo necesario para ser feliz!

Con el mercado del arte contemporáneo de capa caída, se pueden ver jóvenes talentos en las galerías. La Galería Nacional de Arte de Tegucigalpa cuenta con 12 salas, una de ellas dedicada al arte contemporáneo. En 2007, el Centro de arte Contemporáneo de Tegucigalpa presentó la obra de Lester Rodríguez. Nacido en Honduras en 1984, este artista comprometido desarrolla su carrera en Colombia, donde crea instalaciones basadas en metáforas visuales. Sus vídeos, fotos, objetos y esculturas cuestionan nuestra sensación de inseguridad. Utiliza el vocabulario de los juegos, los tableros de ajedrez y los barcos de papel para contar historias universales, provocando emociones que nos conectan a todos.