La situación actual
Las tensiones entre el actual gobierno de Nicaragua y la Iglesia católica estallaron en 2018, cuando Ortega y la vicepresidenta, su esposa Rosario Murillo, buscaron la mediación de miembros del clero en el levantamiento masivo que comenzó el 18 de abril de 2018. Lo que comenzó como una protesta contra las reformas del sistema de seguridad social desencadenó una ola de manifestaciones contra el gobierno de Ortega que duró seis meses y dejó más de 300 muertos.
Durante este periodo, varias ONG denunciaron represión policial y violaciones de derechos humanos por parte del gobierno. El gobierno acusó a la oposición de querer dar un "golpe de Estado".
Sin embargo, la Iglesia Católica se negó a tomar partido por el bando oficial. En su lugar, hizo un llamamiento al diálogo nacional y rechazó la violencia en las manifestaciones. Algunos sacerdotes incluso dieron refugio en sus iglesias a manifestantes que huían de la represión policial. Ortega vio esto como una traición.
Siguieron una serie de ataques contra la Iglesia católica. Se cerraron ocho emisoras de radio católicas y tres canales de televisión. El Nuncio Apostólico, representante diplomático de la Santa Sede, fue expulsado. La asociación de las Misioneras de la Caridad perdió su personalidad jurídica, lo que obligó a las monjas de la Madre Teresa a abandonar el país. Al final, unas sesenta religiosas huyeron o fueron expulsadas de Nicaragua.
La detención de Monseñor Rolando Álvarez fue el punto álgido de la tensión. Se le acusa de "conspiración y difusión de noticias falsas a través de las tecnologías de la información en perjuicio del Estado y la sociedad nicaragüense". El obispo de Matagalpa se había convertido en uno de los más abiertos críticos de la jerarquía católica del país. En sus homilías acusaba a la policía nacional de violación de los derechos humanos y a la pareja presidencial de persecución religiosa y abuso de poder.
Fue víctima de acoso policial. El 4 de agosto de 2022, le impidieron salir a la calle. Dos semanas más tarde, fue detenido. Monseñor Álvarez se negó a abandonar Nicaragua. Como represalia, un tribunal le condenó al día siguiente, en un juicio sumario, a 26 años de cárcel "por traición". Nicaragua rompió relaciones diplomáticas con el Vaticano.
Creencias populares
He aquí algunas supersticiones de Año Nuevo que siguen muy vivas hoy en día:
Para garantizar la paz y la tranquilidad en el hogar y evitar momentos de tensión, algunas personas inundan la casa con aroma de canela. Cualquier cosa indeseable debe ser expulsada a la fuerza por la puerta para que no vuelva. Para ello, barra la casa para ahuyentar las malas vibraciones. Para los que quieran tener suerte en el amor, hay que llevar ropa interior roja del revés y cambiársela a medianoche. Esta ropa debe regalarse y no comprarse, y también se dice que hay que dar el primer abrazo del año a alguien del sexo opuesto para tener suerte en el amor. En Nochevieja hay que decorar la casa con velas. Cada color evoca una suerte distinta: el azul trae tranquilidad para el Año Nuevo, el amarillo atrae la abundancia, el rojo la pasión y el verde la salud.
En Nicaragua existe la tradición de quemar "El Viejo" o "La Vieja". Se trata de muñecos de madera y algodón, vestidos con ropas viejas, la mayoría de ellos fumando o bebiendo alcohol. ¿Por qué quemar un Viejo? Porque se supone que quema todo lo malo que les ha pasado en el último año. ¿Por qué quemar una Vieja? Porque se supone que quema viejos rencores, viejas deudas, viejas enemistades.