Familia
En las familias nicaragüenses, tradicionalmente es el hombre quien toma las decisiones importantes y marca el comportamiento de sus hijos. El machismo, que se manifiesta en la desvalorización de la mujer y el autoritarismo, es también un grave problema. Muchos miembros de la familia tienden a vivir juntos, como abuelos, tíos y tías, en parte debido a la falta de vivienda.
Las familias nicaragüenses son también bastante numerosas, con una media de cinco o seis hijos. Sin embargo, hay un alto porcentaje de familias sin padre.
Otro dato de la vida nicaragüense es que el 33% de las madres y el 41% de los padres tienen hijos con más de una pareja. Este fenómeno demográfico y social es significativo en Nicaragua y contribuye a las desigualdades de género. En particular, las madres con hijos de más de una pareja pueden correr un alto riesgo de criar a sus hijos sin una figura paterna, y de hacerlo con bajos ingresos y sin apoyo financiero.
Los cambios más significativos en las estructuras familiares se están produciendo en las zonas rurales, con una notable reducción del número de hogares y un aumento del número de hogares numerosos. Existe una correlación entre la maternidad precoz y los entornos de bajos ingresos. En estos casos, es la madre quien asume las responsabilidades económicas, domésticas y de cuidado de los hijos, estableciéndose una especie de matriarcado.
La crisis de Covid y la impunidad alimentan los feminicidios en Nicaragua. Golpeadas, tiroteadas, estranguladas o apuñaladas, las mujeres nicaragüenses siguen muriendo a manos de sus hombres, pero también hay muchos casos de infanticidio. Sin embargo, empiezan a reclamar sus derechos y piden igualdad y un trato digno. Les queda mucho camino por recorrer y saben que será una lucha de por vida para ellas y para las generaciones futuras.
La educación retrocede
El sistema educativo está influido por decisiones políticas, y los nombramientos de directores de escuela y profesores parecen basarse en afiliaciones políticas más que en la competencia. El fracaso escolar es una realidad persistente que afecta a todos los niveles educativos. Asociado durante mucho tiempo a la falta de compromiso por parte de los estudiantes, ahora está causando una creciente preocupación entre los padres por la calidad y el nivel de la educación.
Durante varias décadas, la educación en la región de América Central y el Caribe ha sido de la más baja calidad. Se calcula que 500.000 niños no asisten a la escuela con regularidad, si es que lo hacen.
Los profesores, mal pagados y desmotivados, parecen haber perdido su autoridad, dejando que los alumnos hagan lo que quieran. Mientras que antes la enseñanza era una vocación, hoy parece bastar con tener afiliaciones políticas. La politización del sistema educativo es una de las principales causas de la mediocre calidad de la enseñanza.
Las consecuencias son visibles: los alumnos tienen dificultades para leer, escribir y contar. Aunque los alumnos de primaria aprenden a leer, carecen de estrategias de lectura y son incapaces de descodificar, reflexionar o evaluar lo que leen. La comprensión lectora es un reto importante.
En el ámbito de la escritura, las deficiencias radican en la falta de coherencia y cohesión de los textos producidos por los alumnos. En aritmética y matemáticas, los alumnos pueden realizar operaciones básicas, como sumas o multiplicaciones sencillas, pero no saben aplicar correctamente una operación aritmética. Más del 50% de los alumnos están en el nivel básico.
Las graves dificultades del sistema educativo parecen estar relacionadas principalmente con un presupuesto nacional insuficiente para la educación, una formación inadecuada del profesorado y la falta de apoyo de los padres en el proceso educativo de sus hijos. La pobreza y la desigualdad también limitan el acceso a la educación, sobre todo en las zonas rurales.
El sistema de formación del profesorado es muy deficiente, y sólo se asigna la mitad de los fondos votados oficialmente por el parlamento para la educación. El resultado es una escasez clamorosa de aulas y profesores, sobre todo en las zonas rurales, por no hablar de las precarias condiciones de las aulas.
Desgraciadamente, las autoridades parecen guardar silencio ante estos problemas persistentes del sistema educativo, permitiendo que la situación persista.
Un pueblo fatalista pero creativo
Las instituciones gubernamentales, las empresas y parte de la sociedad se han vuelto serviles al partido gobernante. Los gobernantes ven el país como un negocio familiar. Nicaragua tiene uno de los PIB per cápita más bajos de América. En los últimos años, el 15% de la población ha emigrado a España, Estados Unidos, Canadá y el resto de Centroamérica.
El país se ha convertido en un exportador de mano de obra barata. La cultura nicaragüense tiene muchas características positivas, como la creatividad, el humor, la hospitalidad y la perseverancia ante los desastres naturales y humanos. Sin embargo, su desarrollo se ha visto obstaculizado por ciertas creencias como el fatalismo.
El contexto social está influido por los medios de comunicación estadounidenses y sus valores de consumo. La ausencia de los padres, principalmente de los padres, en casa debido a las guerras pasadas y la emigración por falta de trabajo han hecho que muchos jóvenes busquen apoyo social.
Se trata de una población que vive con miedo constante, sin perspectivas de futuro, porque la situación está lejos de mejorar. El gobierno hace oídos sordos y prefiere arremeter contra cualquier voz disidente.