Le tourisme intensif peut menacer la faune et la flore de l'île © f8grapher - Shutterstock.Com.jpg

La reunificación se encuentra en un punto muerto

Dividida desde 1963 y parcialmente ocupada por Turquía desde 1974, ¿se reunificará Chipre algún día? Hoy en día, aunque las tensiones entre las comunidades han disminuido en gran medida, el fin de la división nunca ha parecido tan lejano. Las conversaciones sobre la reunificación de Chipre, iniciadas en 1975, se han interrumpido varias veces. Pero aunque al final siempre se han reanudado, ahora todo está en punto muerto. El inicio de la "guerra del gas" (véase más abajo) puso fin abruptamente a las últimas negociaciones el 7 de julio de 2017. Hoy, los residentes parecen resignados a vivir separados. Es cierto que el tráfico se ha facilitado desde la apertura del primer paso fronterizo en 2003 (9 hoy). Pero la brecha cultural entre las dos partes de la isla se agranda cada año. En el norte, la vida cotidiana sigue siendo compleja, no sólo por la fuerte presencia militar, sino también por el bloqueo económico y la falta de reconocimiento político. En cuanto a los habitantes del sur, la mayoría nunca ha cruzado la zona tampón. Esta elección está motivada por el miedo, pero sobre todo por la negativa a someterse a los controles impuestos por Turquía. De hecho, los turistas son los únicos que aprovechan realmente los pasos fronterizos con una despreocupación que choca a muchos chipriotas.

La "guerra del gas"

Desde 2009, el descubrimiento de enormes reservas de gas natural está cambiando el panorama económico del Mediterráneo oriental. Como único actor de la región sin acceso a estos recursos en alta mar, Turquía impugna la delimitación de las fronteras marítimas. Sobre todo, Ankara se apoya en la parte norte de Chipre, ocupada por sus tropas, para hacer valer los derechos de explotación en torno a la isla. En 2017 comenzó así una auténtica guerra fría. La marina turca ocupa parte de las aguas territoriales de Chipre con buques de guerra y de exploración. Ante esto, la comunidad internacional condenó y se organizó. Se ha formado una alianza regional, con tratados militares y comerciales entre Chipre, Israel, Grecia, Líbano y Egipto. Y las flotas militares de varios Estados europeos patrullan ahora permanentemente frente a la isla. Es el caso de Francia e Italia, especialmente interesadas en proteger al consorcio de petroleras Total y Eni, al que se ha confiado una de las zonas de explotación chipriotas. Lo que está en juego es enorme, sobre todo desde la guerra rusa en Ucrania y el debate en torno a la independencia energética de la Unión Europea.

Desertificación, erosión y escasez de agua

Pimientos de Holanda, cordero de Nueva Zelanda, vino de Italia...: la comida local es rara en Chipre. Para los 5,5 millones de turistas que vienen cada año, casi todo tiene que ser importado. No es muy bueno para la huella de carbono. Pero lo peor es que también hay que traer agua. Desde 2016, la parte norte de la isla se abastece de una tubería de 70 km desde Turquía hasta el cabo de Kormakitis. Y aunque el macizo de Troodos hace que la parte sur de la isla siga siendo autosuficiente en agua, la construcción de campos de golf y decenas de miles de villas con piscina ha provocado la desertización de la isla desde mediados de los noventa. En 2019, un informe de la Comisión Europea destacaba las desastrosas consecuencias de la erosión de la costa sur, mientras que un estudio geológico preveía el retroceso de parte de la costa en Akrotiri y Larnaka. El vertido de aguas contaminadas también pone en peligro la flora y la fauna submarinas. Aparte de la calidad del aire, que se considera muy buena, todos los indicadores están en rojo. A corto plazo, la falta de agua y el calentamiento global podrían provocar un aumento de las temperaturas. Los profesionales del turismo prevén incluso un descenso del número de visitantes en verano, debido al aumento de las temperaturas. En resumen, si no se hace nada para replantear el modelo actual en Chipre, el turismo intensivo acabará matando al turismo.

El rompecabezas del Brexit

Desde su independencia en 1960, la isla ha mantenido una estrecha relación con su antigua potencia colonial. La decisión del Reino Unido de abandonar la Unión Europea está empezando a tener repercusiones. Desde el referéndum británico de 2016, Chipre ha sido el cuarto país de la UE más afectado por el Brexit, después de Irlanda, Países Bajos y Luxemburgo. ¿Los efectos? En primer lugar, una caída del 10% en el número de turistas británicos, que antes suponían un tercio de los visitantes. También se han marchado algunos de los cerca de 150.000 súbditos de Su Majestad que tenían casa en la isla. Los armadores chipriotas, que poseen la undécima flota mercante del mundo, ya han empezado a trasladar sus intereses financieros de Londres a Singapur. El gobierno de Nicosia busca nuevos inversores en el sudeste asiático. Por último, la numerosa diáspora chipriota en el Reino Unido teme que los vínculos con su isla de origen sean menos fáciles. Afortunadamente, un acuerdo ha impedido el establecimiento entre la República de Chipre y el Territorio de las bases soberanas de Akrotiri y Dhekelia.