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Características atípicas

Los eslovenos son en su mayoría anglófonos. La ausencia de doblaje y la difusión sistemática de programas extranjeros en versión original con subtítulos fomentan esta cultura, al igual que el aprendizaje temprano del idioma en la escuela primaria. Por otra parte, el pueblo esloveno concede gran importancia a la estructura familiar: muchos hogares viven en Liubliana o Maribor durante la semana antes de trasladarse a la casa familiar para los fines de semana o las vacaciones. La preservación del medio ambiente es una de sus principales preocupaciones, con la introducción en particular de cursos de educación cívica y de clasificación de residuos desde la escuela primaria. Políticamente, Eslovenia está muy dividida y existe una fragmentación de ideologías y partidos. Finalmente, los eslovenos son considerablemente deportivos. La práctica del deporte contribuye al desarrollo del modo de vida esloveno. En la sociedad eslovena, el deporte ocupa un lugar filosófico importante y se considera una forma de bienestar y de comunión con la naturaleza. Este espíritu es transmitido con fuerza por el Ministerio de Educación, Ciencia y Deporte, que define el deporte como una cuestión sanitaria, social y educativa de primer orden. También se trata de expresar una forma de identidad más inclusiva.

El peso de la historia: minorías con amplia mayoría de los Balcanes

La minoría serbia, unas 39.000 personas, o el 2% de la población total, se asentó en el territorio esloveno desde el siglo XVI, en la época de la invasión otomana. La migración ha continuado a lo largo de los siglos y ha aumentado durante la época de Yugoslavia. Esta inmigración, a menudo económica, no ha conducido a la condición de minoría nacional hasta hoy. Entre las personalidades destacadas de este grupo minoritario se encuentran el ex alcalde de Liubliana, Zoran Janković y Jan Oblak, un portero de fútbol de la selección nacional eslovena y del Atlético de Madrid.

La minoría croata -36.000 personas, o el 1,8% de la población total- se estableció en una época en que Eslovenia y Croacia eran una sola. Esta es una política de asimilación de larga data que obviamente no va de la mano con un estatus oficial como minoría nacional. Las tensiones políticas entre los dos países desde su respectiva independencia no han perdonado a la minoría croata. Sin embargo, algunos han logrado hacer carrera por sí mismos, como el eminente historiador de arte Izidor Cankar o el ex Ministro del Interior Dragutin Mate.

La minoría bosnia - 32.000 personas, o el 1,4% de la población total de Eslovenia - tiene su sede predominantemente en Ljubljana. Las corrientes migratorias han sido continuas en el siglo XX debido a la mejor situación económica de Eslovenia. El portero de la selección bosnia y el portero del Inter de Milán Samir Handanovič es uno de ellos.

La minoría albanesa - 6.200 personas - se formó notablemente en el momento de la caída del Imperio Otomano, en un contexto de persecución de las poblaciones musulmanas. Continuó durante los episodios de tensión étnica que marcaron la ruptura de Yugoslavia. Desterrada durante mucho tiempo de la sociedad eslovena, su situación ha mejorado considerablemente en los últimos decenios, pero sin obtener ningún estatus oficial.

En términos generales, cabe señalar que Eslovenia ha tratado de promover una política de asimilación de estas poblaciones minoritarias a fin de borrar toda nostalgia de una identidad supranacional. La supervivencia de este patrimonio -en particular mediante el empleo de serbocroatas por parte de alrededor del 5% de la población- ha tendido a disminuir en los últimos años debido al deseo de la juventud eslovena de mirar hacia un futuro más occidental.

De pequeñas minorías a la oficialidad

La minoría húngara, 6.300 personas, está reconocida por el Estado esloveno. Desde mediados de los años 90 se ha puesto en marcha una ambiciosa política cultural basada en la organización de exposiciones conjuntas y festivales. El bilingüismo esloveno-húngaro está reconocido por la Constitución de Eslovenia y se permite en los municipios de Dobrovnik, Hodos y Lendava, entre otros. En esta última ciudad, por ejemplo, no es raro encontrar nombres de calles en húngaro. Varias escuelas también enseñan el magiar como lengua cooficial.

La minoría italiana - 2 300 personas - está oficialmente reconocida por la Constitución eslovena. Está abrumadoramente asentada en la costa eslovena. El bilingüismo está permitido en las comunas de Koper, Piran, Izola y Ankaran. Así, el idioma italiano se enseña de la misma manera que el esloveno en las escuelas, colegios y liceos de estos municipios. Esta influencia del vecino también puede verse en el ambiente local, la gastronomía típica y la promoción de un espíritu más mediterráneo que en el interior.

Aislamiento lingüístico y nuevas perspectivas

El esloveno es la única lengua oficial del país. Es una lengua eslava, hablada en Eslovenia, pero también en las regiones fronterizas de Friuli-Venecia Julia (Italia) y Carintia (Austria). Toma prestado un tercio de su vocabulario del serbocroata y también tiene influencia del latín. Es una lengua difícil de aprender y sólo se exporta marginalmente, con sus propias declinaciones y acentuaciones.

Los eslovenos tienen un muy buen nivel general de lenguas extranjeras. El aprendizaje del inglés es ahora obligatorio en el programa escolar. El segundo idioma más estudiado es el alemán (34% de los alumnos). Las lenguas eslavas, como el serbocroata, son utilizadas principalmente por las generaciones mayores, mientras que el italiano ha experimentado un aumento real desde la década de 2010 (15% de los alumnos). El aprendizaje de la lengua de Molière está en constante declive desde principios de la década de 2010.

Nacimiento del sentimiento de "yougonostalgia" en Eslovenia

Se trata de un fenómeno cultural, sociológico y antropológico que pone de relieve una nostalgia, a veces positiva, a veces negativa, del pasado yugoslavo. El sentido de la solidaridad, el compromiso con el no alineamiento y la memoria de un socialismo "con rostro humano" se oponen así a la corrupción del Estado y a la represión de las libertades. En el caso esloveno, el bien documentado artículo de Boštjan Rogelj sobre el tema, publicado en 2017, merece ser leído con interés. Ofrece una lectura equilibrada de la memoria yugoslava en Eslovenia, que procede principalmente de los círculos familiares y que todavía se discute relativamente poco en la escuela secundaria y la universidad. Esta fascinación por el pasado unido de los Estados sudeslavos se refleja también en su dimensión turística, con el desarrollo de un sendero urbano que permite a los visitantes descubrir el patrimonio yugoslavo de Ljubljana.