Cineastas y documentalistas kazajos
Importante centro cinematográfico en la década de 1940, los estudios de Almatý acogieron el rodaje del clásico Iván el Terrible, último largometraje del director ruso Sergei Eisenstein (1946), una producción a gran escala con cientos de extras para las escenas épicas, pocas veces igualada en la historia del cine soviético. Inicialmente aprobada por Stalin, de la saga, que debía constar de tres partes, solo vio la luz la primera película, ya que la segunda fue prohibida por las autoridades soviéticas porque la consideraban antihistórica. La muerte del cineasta en 1948 provocó el abandono del proyecto, y hasta 1958 no se estrenó una versión reeditada de la segunda película tras la muerte del propio Stalin.
Tras la guerra, la mayoría de las filmaciones de Mosfilm fueron repatriadas a Moscú, y la producción cinematográfica en la región decayó. No fue hasta la década de 1980 cuando una nueva generación de cineastas, esta vez locales, tomó la cámara y captó la esencia de su época, marcada por el punto de inflexión de la perestroika. Entre estas películas, Igla es sin duda la más conocida, por ser la fundadora de lo que más tarde se conocería como la Nouvelle Vague kazaja. Dirigida por Rashid Nugmanov y estrenada en 1988, Igla sigue las desventuras de Moro mientras se enfrenta al declive de su país y al creciente problema de la droga en la región. Protagonizada por el rockero ruso Viktor Tsoi, de la banda Kino, la película es un retrato mordaz de la desencantada juventud soviética de la época.
Tras la caída de la Unión Soviética, Kazajistán continuó con su producción cinematográfica gracias al Kazakhfilm Studios, que ya existía, apoyado por el gobierno. En la década de 1990, varios cineastas se dieron a conocer nacional e internacionalmente, entre ellos Darezhan Omirbayev, actor, director y guionista que estrenó su primer largometraje, Kaïrat, en 1992. Nominado al Leopardo de Oro en el Festival de Locarno, se tuvo que conformar con el Leopardo de Plata, antes de obtener el premio Un Certain Regard del Festival de Cannes en 1998 por su película Asesino. Desde entonces, se ha convertido en un habitual de los grandes festivales, donde ha mostrado un cine que combina la inspiración personal con las adaptaciones de los grandes autores rusos, como Tolstói y Dostoyevski. Diez años después, el cine kazajo volvió a ser premiado en Cannes con la película Tulpan, del director Sergei Dvortsevoy (2008).
En una línea completamente distinta, el cineasta Timur Bekmambetov se dio a conocer con sus películas de género, entre ellas Daywatch, un fantástico filme de acción estrenado en 2004. Tras el éxito internacional de sus películas, prosiguió su carrera como productor y director entre Rusia y Hollywood, donde rodó Wanted (2008) y el remake de Ben-Hur en 2016.
Kazajistán también cuenta con varias mujeres que dirigen, entre ellas Zhanna Issabayeva, premiada en el Festival de Cine Asiático de Deauville en 2013 con Nagima, y también la documentalista Katya Suvorova, que examina la sociedad kazaja en películas como Let There Be a Girl (2021-2022), un conmovedor documental que explora y cuestiona la tradición de un país en el que los padres ponen a sus hijos nombres de niños cuando aún están en el vientre materno, con la esperanza de tener un varón cuando nazca. Se trata de una elección cargada de consecuencias, que tiene un poderoso impacto emocional en las mujeres que la cineasta ha conocido personalmente.
Una ciudad construida por y para el cine
Uno de los rodajes más memorables de la historia del cine kazajo es probablemente el de Nomad, un fresco histórico lleno de épica estrenado en 2005 en Kazajistán, y luego en 2007 en todo el mundo en inglés. Narra la infancia, juventud y ascenso al poder del joven Ablai Khan, el último kan libre de la historia del país antes de la anexión rusa. A pesar de contar con un presupuesto impresionante y una gran inversión en decorados, la película fue un fracaso comercial internacional. Sin embargo, la ciudad construida para las necesidades de la película sigue siendo accesible hoy en día, y se ha reutilizado para numerosos rodajes desde su creación. Puede visitarse como un museo al aire libre, y es accesible en taxi desde la ciudad de Konaev, antigua Kapchagay.
Breve historia del cine kazajo
La primera proyección pública de cine en Kazajistán tuvo lugar en 1900, concretamente en la ciudad de Almatý. Sin embargo, no fue hasta 1911 cuando el primer cine del país abrió sus puertas en esa misma ciudad, que permaneció en funcionamiento hasta que fue destruido por un incendio en la década de 1930. Posteriormente, los cines kazajos tendieron a instalarse en parques, como el cine Rodina en el parque Gorki, una instalación que se convirtió en cine permanente en la década de 1950, con más de setecientas butacas. En la actualidad, las numerosas salas del país son principalmente complejos propiedad de cadenas multinacionales, que ofrecen experiencias cinematográficas de alta calidad. La mayoría de las películas están dobladas y sin subtítulos, pero algunas proyecciones son en versión original. En Almatý, hay que visitar el Kinopark IMAX para disfrutar de una de las pantallas más grandes del país, o el cine Lumiera para vivir una experiencia cinematográfica cómoda y acogedora. En Astaná, el cine VIP ofrece pequeñas salas privadas de calidad profesional, con un servicio a la carta, pero también puede disfrutar de la comodidad de varios cines más tradicionales, si le apetece. Por último, si le gusta más la alfombra roja, desvíese hasta el increíble Almaty Indie Film Festival, un certamen de renombre internacional que exhibe producciones ligeras y películas independientes, con algunas agradables sorpresas. En Astaná, el Action Film Festival ofrece la oportunidad de descubrir las últimas superproducciones internacionales y locales, en un estilo más brutal pero no necesariamente desagradable. Por último, si quiere ampliar su conocimiento de este mundillo, debe saber que el Festival de Cine Kazajo se celebra cada año entre París, Bruselas y Luxemburgo, un acontecimiento que muestra la diversidad del cine nacional al público europeo. Así que tiene material suficiente para satisfacer su curiosidad cinéfila, ya sea de visita al país o más cerca, en Europa.