Retos en todos los frentes

Cambios sociales, transición económica, catástrofes medioambientales, posicionamiento político, apertura al mundo… Los retos no escaseaban cuando Kazajistán declaró su independencia. Pero el país contaba con una gran ventaja: sus reservas de hidrocarburos y uranio, que le otorgaron un poder económico excepcional en la región. Se calcula que el subsuelo kazajo contiene el 2% de las reservas mundiales, gracias sobre todo al yacimiento de Kashagan, descubierto en la década de 1990 y cuya explotación empezó en 2016. A pesar de las dificultades técnicas, porque el yacimiento está situado a 5000 metros bajo el lecho marino del Caspio, la producción era de casi 500000 barriles diarios, que se sumaron al millón de barriles producidos en el histórico yacimiento de Tengiz. Con el tiempo, Kazajistán espera producir 1,2 millones de barriles diarios en Kashagan. Los petrodólares no compran la felicidad (sobre todo para el medio ambiente), pero gracias a ellos, en menos de veinte años el país ha conseguido pasar de una economía planificada a una economía de mercado (privatización de empresas, liberalización del comercio y de ciertos servicios, atracción de empresas extranjeras, etc.).

La imposible transición política

Desgraciadamente, las ganancias inesperadas de los hidrocarburos no se utilizaron para un desarrollo equilibrado del país. Gran parte de los ingresos se destinaron a la construcción de la nueva capital, Astaná, y, en general, el nivel de vida, aunque más envidiable que en el resto de Asia central, no siguió el ritmo del crecimiento del país. Al contrario, las sucesivas devaluaciones, ligadas a la debilidad del sistema bancario, fueron erosionando el poder adquisitivo. A pesar de las numerosas medidas adoptadas para liberalizar la economía, el dominio del Estado sobre el conjunto del sistema productivo y el control permanente de los precios limitaron los progresos sociales reales en materia de salarios, protección social y pensiones. En este contexto, Nursultán Nazarbáyev encontró la manera de mantenerse en el poder, ya fuera manipulando o reescribiendo la Constitución, lo que le permitió ejercer cinco mandatos sucesivos, ya fuera por la fuerza, como cuando Moscú envió sus tropas para ayudarle a sofocar las manifestaciones. El poder estaba totalmente centralizado en manos de Nazarbáyev, que decidió el destino del país durante treinta años, hasta 2019. El nuevo equipo aún tiene que demostrar su capacidad para liberarse del padre de la nación.

Difícil apertura al turismo

A diferencia de sus vecinos, Uzbekistán y Kirguistán, el turismo no le aporta a Kazajistán cuantiosos ingresos. Antes de la pandemia, cuando la mayoría de los turistas eran rusos, ascendían tan solo a algo menos de 1500 millones de dólares. La influencia occidental en el turismo sigue siendo muy baja, a pesar de la buena publicidad que supuso el éxito del equipo ciclista Astaná en la década de 2010, dirigido por Aleksandr Vinokurov, primero como ciclista y luego como director de equipo, o por la Expo 2017 celebrada en la capital kazaja. Cinco años después, Almatý perdió frente a Pekín la candidatura para albergar los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, a pesar de las importantes obras de renovación de la estación de esquí de Shymbulak. El principal obstáculo para el desarrollo del turismo sigue siendo la falta de infraestructuras fuera de las grandes ciudades. Esto se debe sin duda a la falta latente de presupuesto canalizado en un subministerio: el turismo sigue dependiendo del Ministerio de Industria y Nuevas Tecnologías. El hecho de que ahora sea más fácil para los visitantes llegar al macizo de Altái podría cambiar todo el panorama en los próximos años, al atraer a un público de amantes del excursionismo deseosos de explorar nuevos horizontes.