Monument dédié au président Karimov © Feruz Malik - Shutterstock.com.jpg

La pesada herencia del presidente Karimov

Tras la independencia, el "clan Karimov" se hizo con el poder, creando una oligarquía familiar que consiguió, con el tiempo, controlar todas las partes de la economía y las finanzas de Uzbekistán, apropiándose de las materias primas y los recursos y prohibiendo el desarrollo de la iniciativa personal y cualquier forma de liberalismo. En este sentido, Uzbekistán, al igual que Turkmenistán en la actualidad, ha demostrado ser el mejor alumno del legado soviético, controlando a toda una sociedad, prohibiendo toda disidencia y monopolizando toda la riqueza.

La economía, en particular, siguió basándose en el monocultivo del algodón, en un sistema en el que los precios seguían siendo, como en la época de Brézhnev, fijados por el Estado, antes de la cosecha.

La "vía uzbeka" se reveló muy pronto un amargo fracaso, que sólo condujo al reforzamiento de una dictadura cada vez más asfixiante para el país, donde sólo las payasadas de la hija del presidente hacían sonreír todavía a la gente... ¡dramáticamente!

Es a partir de este oscuro legado que el nuevo presidente, Shavkat Mirziyoyev, debe asumir para encontrar un nuevo camino, modernizar y liberar.

Mayor apertura al mundo

Desde las primeras horas de su mandato, Mirziyoyev ha dado importantes orientaciones que demuestran que se inclina por una solución de continuidad. Y el modelo económico de Uzbekistán va ahora más en la línea de lo que Kazajstán lleva haciendo desde finales de los años noventa: explotar los recursos nacionales mediante empresas conjuntas y asociarse con actores internacionales que posean los conocimientos y el dominio técnico en los sectores correspondientes. Y en este sentido, Uzbekistán está bastante bien abastecido, con grandes yacimientos de gas (las reservas del país se estiman en 3 millones de metros cúbicos), oro, uranio, pero también zinc, plata y cobre.

Al mismo tiempo que se abría la economía, el país se modernizaba y rompía por fin con el monocultivo del algodón. Los campos de trigo, girasol y maíz florecen por doquier, poniendo fin a un siglo de reinado del algodón, que consume mucha agua y contamina la tierra.

Un sector de servicios en crecimiento

La modernización de los sectores primario y secundario se ha visto completada por el crecimiento del sector terciario, cuyo desarrollo se veía antes particularmente obstaculizado por la falta de libertad y la corrupción. Este desarrollo es hoy especialmente palpable en el sector turístico, donde los agentes privados se multiplican a gran velocidad: hoteles, agencias de viajes, empresas de alquiler de coches, etc. Pero en realidad afecta a todos los estamentos de la sociedad.

Lo que está en juego

A pesar de los crecientes y prometedores contactos con Occidente en los sectores de la energía y el turismo, Uzbekistán necesita tiempo para llevar a cabo la transición económica necesaria, además de la transición política y social. De hecho, se calcula que hasta 2016, el 5% de los uzbekos representaban el 95% de la riqueza del país. Hará falta algo más que un cambio de presidente para que se observe una mejor distribución de la riqueza en la sociedad y se cree una clase media digna de tal nombre.

Y a este respecto, la creación de ciudades dentro de las ciudades, como demuestra el proyecto de Tashkent City, una ciudad de alto nivel reservada a las categorías más ricas de la población, demuestra que la democratización no está realmente en marcha y que, por el momento, se trata más de satisfacer a las capas superiores de la sociedad uzbeka que de ayudar a todo el país a beneficiarse de los cambios en curso.

Construcción en todas las direcciones

El motor del desarrollo es y será la industria de la construcción. Por todas partes se derriban edificios para reconstruirlos, a menudo sin tener en cuenta el patrimonio ni la ecología. Por todas partes surgen urbanizaciones y en los nuevos centros urbanos, bloques de oficinas. Para poblar todos estos espacios de vida y de trabajo, el gobierno apoya la concesión de préstamos inmobiliarios a gran escala. Se pide a los bancos que concedan préstamos y créditos, y lo hacen a raudales. Parece una burbuja inmobiliaria, que recuerda a los años previos a la crisis de las hipotecas de alto riesgo en Estados Unidos.

Sin embargo, el auge de las inversiones chinas en el marco del faraónico proyecto de las "Nuevas Rutas de la Seda" podría aportar algunas respuestas a los problemas económicos de Uzbekistán, al tiempo que plantea otros interrogantes. Las iniciativas propuestas desde 2013 por Pekín en dirección a Asia Central, sobre todo con inversiones en transportes (el túnel que permite el paso del tren de alta velocidad de Tashkent al valle de Ferghana es la mejor ilustración de ello), están desequilibrando la balanza económica de la región, al tiempo que traen promesas de desarrollo aún difíciles de evaluar. Al igual que los demás países situados en estas nuevas rutas de la seda, Uzbekistán acoge con satisfacción estas inversiones chinas, al tiempo que se muestra receloso de sus consecuencias políticas. El riesgo de una dependencia excesiva es real, y a menudo se invoca el vínculo con Rusia para equilibrar la relación con las potencias exteriores.

¿Y los turistas?

Este viento de cambio tiene consecuencias para el visitante de Uzbekistán en términos de condiciones de viaje. El hecho de que ya no se exija visado es sólo un aspecto de la modernización de la vida política, administrativa y económica del país. Otra novedad, que hará las delicias de los visitantes, es la posibilidad de adquirir por fin una tarjeta SIM local y poder comunicarse fácil y libremente durante su viaje. El 4G y la banda ancha no están necesariamente disponibles en todas partes, pero es un buen primer paso

Aparte de lo que concierne al turismo, el país se orienta por fin hacia el siglo XXI en muchos otros ámbitos: modernización de las carreteras, de los trenes, de los edificios administrativos, de la economía, de la agricultura... Este país, que permaneció congelado durante tanto tiempo bajo la batuta de Karimov, debe ahora ponerse al día y desarrollarse en todos los sentidos. Este es el reto que espera a la sociedad, al nuevo presidente, a su gobierno y a toda la sociedad uzbeka, tan ávida de cambios.

En 2020, sin embargo, Uzbekistán, como el resto del mundo, experimentó un parón en su transformación debido a la pandemia. El confinamiento, la desaparición de las ganancias turísticas y la falta de ayudas estatales han causado graves perjuicios económicos al sector turístico. Sin embargo, las cifras de visitantes muestran un resurgimiento de viajeros ya en 2022, lo que da motivos para ser optimistas de cara al futuro.