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Estructura social

Las disparidades sociales son reales y numerosas en Mauricio, aunque las nuevas generaciones tienden a mezclarse con más frecuencia y a categorizarse menos sistemáticamente. Estas disparidades se deben principalmente a la diversidad étnica de las poblaciones. Los criollos, antiguos descendientes de esclavos negros, siguen siendo los desvalidos de la sociedad mauriciana. Son los que pueblan los suburbios desfavorecidos y engrosan las filas de cortadores de caña, pescadores, vendedores de baratijas, etc. Como ellos, los ilois, antiguos desarraigados del archipiélago de Chagos, rara vez experimentan la abundancia y sobreviven con trabajos ocasionales. Los sino-mauricianos, en cambio, suelen formar parte de los estratos privilegiados de la isla. Llegaron voluntariamente a Mauricio para abrir pequeñas empresas, y han conseguido establecerse y hacer prosperar sus negocios. El trabajo de las primeras generaciones permitió a las siguientes estudiar, dejar el oficio y convertirse en médicos, abogados, ingenieros... Las grandes familias franco-mauricianas, descendientes de los primeros colonos blancos franceses, han mantenido en general sus prerrogativas financieras. Siguen poseyendo la mayoría de las tierras azucareras, dirigen importantes empresas y llevan en gran medida las riendas de la economía. En el lado indio, la población mayoritaria, la jerarquía social es mucho más compleja. Se basa en un sistema de castas que determina en parte los rangos y las perspectivas de desarrollo. En cualquier caso, son casi exclusivamente los hindúes quienes detentan el poder desde la independencia. La comunidad musulmana también presenta grandes disparidades sociales, con una clase burguesa formada por los descendientes de los musulmanes de la India occidental y una clase proletaria representada por los habitantes de Bengala.

Cuestiones sociales

En primer lugar, está la cuestión de la armonía interétnica, en la que algunos mauricianos sólo creen superficialmente. Las manifestaciones que tuvieron lugar en 1999 tras la muerte del cantante Kaya reavivaron las heridas abiertas en 1968, cuando se proclamó la independencia. El mestizaje sigue siendo tabú para un gran número de mauricianos (a pesar de un cambio notable) y las poblaciones minoritarias (criollos, musulmanes, etc.) encuentran difícil de soportar el predominio hindú.

Al mismo tiempo, el desempleo, que según las cifras oscila de media entre el 6,5 y el 7%, es una cifra relativa difícil de evaluar, ya que no todo el mundo está registrado y algunos prefieren buscarse la vida con trabajos esporádicos. La brecha entre los pescadores de a pie y los que participan activamente en el desarrollo económico aumenta día a día. Los jóvenes se niegan a trabajar en los cañaverales, prefiriendo los modelos de vida occidentales. Estudian cada vez más tiempo, compran en los centros comerciales y miran fijamente las pantallas de sus teléfonos móviles. Tienen deseos de consumir y buscan los medios para hacerlo.

El problema de las drogas, aunque poco visible para los viajeros, también crece a un ritmo preocupante, sobre todo entre los jóvenes desempleados de las urbanizaciones y suburbios. Otra cuestión clave es el turismo. Aunque este sector en auge aporta capital y puestos de trabajo, también conlleva su cuota de corrupción. La pequeña delincuencia, aunque todavía limitada, va en aumento, al igual que la prostitución en las zonas turísticas. El desarrollo rápido y desmesurado de este sector preocupa a los lugareños, que temen perder gran parte de sus espacios públicos, sobre todo sus playas. Algunos lugares se están desnaturalizando, lo que no es nada positivo para la imagen del país. Algunos profesionales del turismo con visión de futuro admiten que temen un cambio de tendencia: el Edén de Mauricio podría acabar desanimando a los turistas, porque está sobreedificado y ya no es lo bastante paradisíaco.

El reto de la educación y la formación

La educación es una de las prioridades del Estado y se considera un sector esencial para el buen funcionamiento del país. Su desarrollo a escala nacional va de la mano del plan general de desarrollo económico. Por ello, la educación está en plena expansión: se han abierto buenas secciones turísticas que permiten a los mauricianos completar sus estudios en la isla, en vez de ir a universidades europeas y sudafricanas. En general, la educación es gratuita tanto en primaria como en secundaria. Como hay muchas escuelas, el índice de asistencia es bastante alto. Sin embargo, muy pocos jóvenes acceden a la enseñanza superior, que no es gratuita. La Universidad de Mauricio está situada en Le Réduit, en el centro del país.

Familia

Los mauricianos tienen un fuerte sentido de la familia, definida de forma muy amplia. La ayuda mutua es natural y es bastante común que las parejas de recién casados vivan temporalmente bajo el techo de los padres de uno de los cónyuges, ¡antes de tener los medios para construir su propia vivienda al lado o encima (piso de arriba) de la casa paterna! La unidad familiar es especialmente tangible en el inevitable picnic de los domingos, un día en que las playas públicas están abarrotadas: todas las generaciones se reúnen y se encuentran, desde los abuelos a los bisnietos, pasando por los tíos, las tías, los hermanos y las hermanas. Las residencias de ancianos son muy raras en Mauricio

Boda

Los mauricianos se preparan con meses de antelación, invitando a todo el pueblo y a todos sus parientes. Entre los indo-mauricianos, las ceremonias siguen complejos y coloridos rituales religiosos que duran 4 días, de viernes a lunes. Hasta ahora, la edad legal para casarse en Mauricio era de 16 años (matrimonio con el consentimiento de los padres, que a menudo iniciaban la unión), lo que permitía cortar el himen a las menores. A principios de 2020, la entonces ministra de Igualdad de Género y Bienestar Familiar anunció que la edad legal se elevaría a 18 años, con lo que se ajustaría a la legislación internacional. Se trata de un verdadero progreso para todas las jóvenes de Mauricio, que podrán seguir yendo a la escuela en lugar de ser amas de casa y, a menudo, madres muy jóvenes.