Campeón de CO2

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Frente al calor, las calles con aire acondicionado

El calor y la sequía en Qatar se están haciendo tan insoportables que se teme que pronto se convierta en un vasto desierto deshabitado. Hay que decir que el país del Golfo no partía con las mejores cartas en la mano: un clima árido, una alta humedad debida a la evaporación de las aguas del Golfo que impide que el cuerpo se enfríe, temperaturas sofocantes (un récord de 50,4°C en 2010) y ni un solo lago o río. Este último punto en particular es un problema, porque ante la ausencia total de agua dulce, el país tiene que recurrir a las aguas subterráneas y a la desalinización del agua de mar para satisfacer las necesidades de su población. Como resultado, el índice de estrés hídrico es el más alto. A pesar de ello, el agua, tan escasa y preciosa, sigue siendo gratuita, de modo que mientras un francés consume unos 150 litros de agua al día, un qatarí necesita 500 litros.

Mientras que el clima ya está significativamente desajustado por el cambio climático, como los residentes de la capital fueron testigos en 2018, cuando cayó más de un año de lluvia en un día, el calor se vuelve aún más sofocante. Las zonas urbanas como Doha, en particular, son las más afectadas, debido a la alta densidad de materiales que absorben el calor y el asfalto. Para contrarrestar este problema, Qatar ha empezado a utilizar materiales azules que reflejan la luz para la construcción de carreteras, y ha enfriado la temperatura en 7°C. Aunque el consumo de energía está en la raíz del problema, Qatar está tomando medidas a corto plazo para afrontar el problema, como cuando empezó a instalar aparatos de aire acondicionado en las calles a finales de la década de 2010 para que la gente pudiera seguir viviendo con normalidad. Sin embargo, se sabe que el 60% de la electricidad del país se utiliza para la refrigeración.

Una Copa del Mundo controvertida

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Zonas protegidas en sus inicios

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