Los mejores restaurantes México

Este agradable restaurante con sus coloridos manteles es toda una institución en la región. Situado en esta antigua plantación de café, el lugar está siempre ocupado los fines de semana, ya que sus mesas se extienden bajo las plantas de café y los árboles de su gran jardín. La cocina es rústica y auténtica. En el menú: arrachera, chile relleno y, sobre todo,conejo en tatemado (carne marinada en vinagre de coco y especias), que no hay que perderse.

Esta encantadora terraza, abundantemente decorada con plantas, domina la ciudad y ofrece una magnífica vista de la puesta de sol. Bajo la relajante sombra de las buganvillas, los clientes pueden disfrutar de deliciosos bocadillos rellenos de jamón, chorizo, aguacate o salchichón. Los tacos no se quedan atrás: Birria, Suadero, con jengibre o chilhuacle. Una auténtica delicia. Este encantador lugar es el oasis ideal para compartir amistad y complicidad, mientras se saborea mezcal en el suave resplandor del atardecer. Opciones vegetarianas disponibles.

No hay nada más tradicional y local en la región Aquí, la habitación no es folclórica, y te acogen como en casa desde la mañana hasta la noche. Por la noche, cuando las temperaturas bajan con fuerza, no hay nada como un gran plato de sopa o de carne para empezar el festín. Entonces, por qué no optar por algo típico: quesadilla, entomatadas, enchiladas, chilaquiles con un poco de guacamole para refrescar el paladar. El burrito de deshebrada también está de muerte. Excelente dirección.

En el centro histórico, es el lugar más popular para comer pescado y marisco al estilo sinaloense. Los turistas son tan numerosos como los locales. Este restaurante tradicional sirve, entre otros, varios platos de pulpo. Para los que les gusta! Por lo demás, el pescado de agua dulce es muy recomendable. No se pierda el Callo de Lobina, un plato a base de lubina pescada en el río El Fuerte, que discurre justo aquí. Difícilmente se puede ser más local que esto Imprescindible en El Fuerte, ni más ni menos.

Es una cafetería cuya decoración evoca los grandes espacios norteamericanos: te sientas en buenas sillas giratorias y la paleta de colores es alegremente setentera. No hay sorpresas en la carta, todos los clásicos por descubrir están ahí: tacos, platos de carne al estilo americano, platos más tradicionales de México y la inigualable machaca con huevo. No es la cocina más refinada, pero sirve.

Si no se viera la fachada, mucha gente cometería el error de pasar de largo sin detenerse. Si acude a primera hora de la mañana, ya podrá ver algunas siluetas que esperan impacientes la apertura. Los trabajadores vienen aquí a coger fuerzas con los untuosos y copiosos burritos y montados, con el correspondiente refresco. Mucha proteína animal. Es sabroso y extremadamente barato, así que no lo dudes.

Se trata de un lugar con mucho encanto, hecho de piedra y madera, en el que puedes sentarte fuera o dentro, según las estaciones. Aquí, la señora Vanesa prepara una auténtica cocina local, que incluye un desayuno memorable: elige entre judías con queso, platos de huevo o chilaquiles, con café y zumo incluidos. Después de una comida así, estarás listo para un buen día de paseo Durante el día o por la noche, puedes disfrutar de enchiladas, pescado, pimientos rellenos y chuletas de pollo en el menú.

Elegante restaurante en las alturas, cuya terraza ofrece una magnífica vista de la bahía. En el plato, se pueden degustar fácilmente las especialidades regionales y de temporada: ostras frescas, almejas, callo de hacha y otros platos de marisco para compartir, preparados al natural o en aguachile. Las gambas y otros platos de pescado locales se preparan al estilo local. No hace falta leer la mente para saber que Stanley's también tiene algunos platos americanizados como hamburguesas, nuggets y ensalada César. Muy buena comida.

Esta cooperativa está dirigida por un comité de mujeres del pueblo que se turnan durante periodos de tres años para dar vida al lugar tras su visita a la zona arqueológica. Los edificios son encantadores y el lugar está bien mantenido. Es una pausa imprescindible después de la visita, para disfrutar de un zumo de naranja fresco o una pequeña cerveza helada, sin olvidar pasar el día en las piscinas de agua dulce. Será difícil encontrar platos más típicos, ya que aquí sólo se sirve la mejor cocina casera de la región.

Alejado del bullicio de la avenida San Diego (de por sí abarrotada de restaurantes), este edificio de estilo hacienda se abre a un oasis de vegetación y ofrece a su acomodada clientela una fina cocina mexicana revisada con un toque internacional: huachinango con mostaza y ceviche con mango (pescado), sopas, ensaladas y platos de carne a la parrilla. Una agradable parada para una tarde tranquila. El lugar es acogedor y también tiene un gran jardín y una enorme sala de juegos para los niños. Una de las mejores direcciones de la ciudad.

No te pierdas una parada en este acogedor café, cuya fachada y patio están decorados con coloridos frescos. La comida aquí es muy buena en todo momento, con platos sencillos pero bien preparados: los falafels son un éxito diario. La oferta de cafés, tés y bebidas de frutas frescas también hace famoso al lugar. Y las limonadas tropicales son justo lo que se necesita para calmar la sed Agradable terraza. También hay actividades culturales como clases de dibujo, proyecciones de películas, etc.

Este chef italiano se instaló en el agradable patio de un antiguo edificio y, aunque es relativamente nuevo en la escena gastronómica local, el lugar se ha convertido rápidamente en una visita obligada. Hay que decir que la cocina mediterránea que se ofrece aquí cumple todas las expectativas. Los platos son refinados e inspirados: pescados y mariscos frescos del día, ensaladas y verduras acompañan a los pequeños platos coloridos y cuidadosamente presentados. El conjunto es refrescante y elegante al mismo tiempo. Los postres no pueden faltar.

Este es un proyecto del famoso chef mexicano Enrique Olvera (Nueva York, México, Oaxaca), que se destaca por abandonar las tradiciones ancestrales (maíz) y volver a centrarse en la cocina inspirada en el sudeste asiático (Japón, Tailandia) y Perú. Pero la cocina respeta los aromas y las fronteras no importan. Aquí encontramos una sencillez de ingredientes que harán las delicias de los paladares más exigentes y sofisticados. Todo ello en uno de los hoteles de moda de la ciudad, diseñado por el arquitecto mexicano Javier Sánchez. De visita.

El Merkado es un gran almacén a la antigua usanza de 3.500 metros cuadrados, en dos plantas, típico de los mercados de moda que gustan a los foodies . Puedes encontrar todo tipo de cosas: barras de carne, pescado y ostras, fruta, verduras, panadería, zumos de fruta recién exprimidos, pizzas caseras, pasta fresca, café, cervezas artesanales, etc. Habría que ser difícil para no encontrar lo que se busca! Los productos se pueden llevar o degustar in situ. Los que quieran una comida más formal también encontrarán lo que buscan.

El restaurante ofrece una terraza con una decoración sencilla con vistas al campo. Las vistas son panorámicas y relajantes, con los viñedos que se extienden a sus pies. Los platos se inspiran en la cocina familiar italiana y son todo lo delicados que se puede desear: carpaccio de ternera, carne y pescado con verduras, pasta fresca y espléndidos postres para rematar. Al probar los platos, uno comprende rápidamente que el chef es efectivamente italiano. Una bienvenida sencilla y personal para un auténtico almuerzo sureño.

En el hotel Misión de Loreto, se trata de un restaurante que no tiene encanto local, pero que sin embargo es una apuesta segura en la gastronomía local. El menú ofrece platos muy decentes inspirados en la cocina internacional: filet mignon, camarones al coco, ensaladas, ceviche, risotto, etc. Los jueves por la noche, todo el mundo puede comer pizza La habitación es grande y ventilada y tiene incluso una terraza frente al mar. Desde la amplia terraza se puede disfrutar de una magnífica vista del mar. Servicio de calidad.

Tacos de cabeza, al pastor, tripas, adobada, asada... todos acompañados de generosas porciones de guacamole y salsas para morirse. Toda una institución, que presume de ser una de las taquerías más antiguas de Tijuana. Y eso es sólo el principio No sabemos si es cierto, pero en cualquier caso, los tacos son deliciosos y merecen la pena el viaje. La gran sala del restaurante, con una decoración minimalista (por no decir inexistente), está abierta al exterior e incluye algunas mesas en la terraza.

Las Ahumaderas es un auténtico gabinete de curiosidades formado por diferentes locales que ofrecen tortas, burritos y, sobre todo, tacos, hasta el punto de que el lugar recibe el apodo de "Taco Alley" por parte de los estadounidenses de paso en busca de los tacos más sabrosos de la ciudad. Colocados en fila, estos puestos son deliciosos y atraen a los transeúntes con su embriagador olor a carne asada. Lo más difícil es elegir! Después, te sientas en un taburete a lo largo del mostrador, con toda sencillez. Popular y atemporal desde 1960.

Los propietarios llevan 20 años ofreciendo sus apreciadas especialidades de pescado, marisco y crustáceos a una clientela conocedora y fiel. Los precios se corresponden con la calidad: tacos de marlín, pinzas de cangrejo, sopa de cahuamanta, etc. La decepción es imposible. El lugar también es popular entre los estadounidenses, ya que la prestigiosa revista Food & Wine nombró a Mariscos Ruben como uno de los mejores restaurantes del mundo en 2019. Nosotros no iríamos tan lejos, pero sí por la autenticidad.

El chef Miguel Ángel Guerrero es desde hace una década uno de los protagonistas de la corriente culinaria BajaMed (abreviatura de Baja California Mediterránea). En este acogedor entorno con cocina abierta, envía platos improvisados y caseros en función de lo que se haya recogido y de lo que haya en el mercado ese día; hay carnes y aves cocinadas en horno de leña y carbón o ensaladas, mariscos, carpaccios y ceviches para los que sólo quieren refrescar su paladar. Una experiencia real.

Obra del chef Jair Tellez, este local de estilo industrial (ladrillo y vigas metálicas, coloreado por un bonito fresco en la pared del fondo) es una oda al buen vivir, ya que casi todo es, sobre todo, un homenaje al buen vino. Hay una carta de estilo brasserie (tartar como entrante, ensaladas algo sofisticadas), opciones vegetarianas y una tendencia a favorecer el marisco (ceviche, cangrejo, vieiras), aunque hay dos platos a base de conejo y cordero. Profiteroles, crumble y panna cotta para terminar la última copa de vino.

El menú más sencillo del universo para este restaurante que dice ser la taquería más auténtica de la capital. Puedes elegir entre tacos de estilo oriental o mexicano, wonton crujiente o rollitos de primavera. Todo con pato, una verdadera delicia. Se come todo dentro del diminuto restaurante, que sólo tiene unas pocas sillas altas frente a la cocina y a lo largo de la pared. El lugar es un éxito, tanto que tiene otros dos locales en la Ciudad de México, en Polanco y en el Centro Histórico.

El Mercado Medellín es el típico mercado mexicano donde, además de comprar, se puede encontrar comida a todas horas: zumos y ensaladas de frutas, comida típica, carnes a la brasa, puestos de cubanos (que hay que buscar en el laberinto) y puestos de marisco. A la hora de comer, muchos de los comedores que dan a la calle Coahuila, a menudo abarrotados, ofrecen opciones de comida, todas ellas más o menos equivalentes en cuanto a la relación calidad-precio. Pasee entre los puestos y déjese guiar por las variaciones diarias del menú

En la plaza principal, tanto un restaurante como una cantina chic (en la terraza, bajo las arcadas de este histórico edificio), la chef Cynthia Martínez prepara botanas ligeramente gourmet cuyas recetas son extraídas de la imaginación popular local y platos más adecuados para una mesa aderezada con un mantel blanco. El menú es similar al de una cervecería mexicana: uchepos, lengua de res, chamorro, sopa tarasca, sopa de ajo servida con jamón serrano y un mole con una interpretación muy especial.

La tierra, sus agricultores y pescadores, son el centro de esta propuesta, que invita al viajero a descubrir una verdadera tradición gastronómica, desde los Valles Centrales hasta la costa del Pacífico. Aquí todo es impecable y se evitan los nombres de platos y conceptos innecesariamente ronflantes. Al fin y al cabo, esto es lo que uno espera cuando viene a descubrir una región: degustar las hierbas aromáticas, los chiles, las salsas y los productos clave utilizados en la preparación de platos ciertamente sofisticados, pero tampoco demasiado alejados de sus orígenes familiares.

Se trata de un pequeño restaurante-bar muy agradable, con dos terrazas (una en la calle y otra en el piso de arriba) que es un lugar perfecto para una comida tardía, un aperitivo o incluso una cena informal. Aquí, el precio de las bebidas es accesible, los dueños son muy amables y sirven muy buenas hamburguesas carnívoras o vegetarianas, así como botanas mexicanas. Al final del día, el ambiente es especialmente relajado y cada vez más festivo a medida que avanza la hora. Un lugar sin pretensiones, pero terriblemente eficaz.

Subiendo por la costa después del Monumento al pescador, aún quedan algunas pequeñas gargantas con techo de palma instaladas en la playa, los últimos vestigios de lo que era este tramo de playa antes de la urbanización de la zona. Destaca por su decoración y sus encantadores espacios que nos hacen sentir como si estuviéramos en la orilla del mar: espacio de restaurante en pequeñas mesas de madera de colores, club de playa y bar. Los platos típicos de la costa se pueden degustar con el sonido de las olas; el lugar también es agradable para tomar un pequeño cóctel a base de mezcal.

Inaugurado en 1929, es un lugar emblemático de la ciudad con un menú muy completo. Los visitantes son recibidos en una amplia sala de techos muy altos, que no ha cambiado mucho desde que el café abrió sus puertas a finales del siglo XIX. El lugar es conocido por sus desayunos económicos y su delicioso café lechero. A la hora de comer, el establecimiento ofrece un menú que incluye entrante, plato principal y postre. Pruebe los deliciosos jericos, el queso, el chorizo, el pollo o los bocadillos de patata. Muy tradicional.

Se trata de un bistró con una decoración ligeramente contemporánea, situado en una antigua casa del centro. La cocina es atractiva, con platos típicos de brasserie como el carpaccio de ternera, la bavette(vacio de res) con ensalada (ecológica, por favor), chuletas de cerdo, pasta y ensaladas. A la orilla del mar, los platos son más bien pulcros y de inspiración internacional: pulpo a la parrilla con salsa de alioli y jengibre o salmón con pesto de tomates secos. Los postres, como la panna cotta de frutos rojos o los pasteles de chocolate, son una agradable sorpresa

Santiago, como destino de un día para los regiomontanos, ofrece toda la gastronomía imaginable, como este acogedor restaurante que ofrece lo esencial de la cocina local y nacional, incluido el famoso asado de puerco, y los pequeños postres como el pay de elote están muy bien hechos. La ventaja es que puedes pedir tus platos en medias raciones si tienes poco apetito o si quieres probar varios y compartirlos.

Doña Aleja comenzó a preparar las famosas gorditas en 1957, antes de partir en junio de 2019, a la edad de 89 años. Verdadero icono de la ciudad, del estado de Durango y de todo el país, la gente se apresura desde lejos a degustar sus legendarias preparaciones, ya que su familia ha tomado la antorcha: picadillo cerde o rojo, huevo con chile, chihcarrón prensado... todo es muy picante pero absolutamente delicioso. Un pequeño restaurante que vale la pena visitar por sí solo.

Se trata de un pequeño restaurante muy bueno en una casa con paredes de piedra vista, que permite conocer el país a través de platos tradicionales: asado de puerco (típico de la región), albóndigas en salsa, pollo con mole, tostada de tinga, filete de pescado y ensalada de nopal, entre otras propuestas más bien clásicas, pero muy bien preparadas. No te cansarás de probarlo, ya que el menú cambia cada día. Ambiente cálido y auténtico garantizado, nos encanta (¡y a los lugareños también!).

En este edificio antiguo, elegante y relajado a la vez, restaurante y brasserie, el chef Gerardo Arriaga lleva más de veinte años ofreciendo antipasti y carpaccios a los paladares más exigentes. Si le deja tiempo para preparar sus platos en el momento, no hay razón para decepcionarse: pruebe los langostinos Fraddiavolo... Pasta fresca, marisco y pizzas, tiramisú para los incorregibles. Una buena dirección con un ambiente cálido y, por si fuera poco, una vista impresionante del lago.

Frente a la plaza, es un restaurante tradicional dividido en varios espacios; su terraza (la más formal y elegante de todas) ofrece una hermosa vista de la iglesia y el convento. El buffet, que ofrece una selección de unos 30 platos, es muy popular cada fin de semana, y el servicio puede ser un poco caótico, pero esto no es nada teniendo en cuenta la oportunidad de probar tantos platos típicos: sopa de tortilla, pancita, pescado al mixiote, pecho de ternera, chiles en nogada, conejo en salsa, verduras al vapor y postres.

A un paso del Parque Lincoln, este bonito restaurante con una decoración colorida y ecléctica ofrece una carta variada centrada en platos mexicanos, con chilaquiles, enchiladas y enfrijoladas a la cabeza. Por la mañana, el menú incluye huevos: benedictinos, al estilo noruego con salmón ahumado o poblanos. También hay algunos platos de inspiración francesa, como un buen croque-monsieur o un croissant con jamón de pavo y queso. Los zumos de fruta fresca son excelentes. Una buena dirección, especialmente para el desayuno.

Para un desayuno de estilo occidental que casi te hace sentir como si estuvieras en California, no hay nada como pasar por este pequeño y agradable café-restaurante. Puedes empezar por la bollería, especialmente los croissants, que aguantan bien. En cuanto a los platos, puedes empezar con una abundante tortilla, huevos revueltos con bacon o un sándwich. En el menú también hay excelentes batidos y zumos de fruta fresca, perfectos para refrescarse.

El local tiene una terraza y una bonita decoración bohemia playera. También es genial para el wifi

En este pequeño y concurrido restaurante de Roma, uno pensaría que está comiendo comida cocinada directamente por una encantadora abuelita mexicana, que se ha tomado el tiempo de preparar comidas típicas mexicanas heredadas de sus antepasados, sin olvidar añadir una enorme pizca de amor. Además de los huevitos al comal cubiertos de chapulín, las vigorizantes palomas o la carne de res al estilo de Jalisco, es por las tetelas, esas sabrosas empanaditas triangulares rellenas de pollo y frijoles, que uno viaja aquí.

Kondesa es un restaurante caribeño mexicano gourmet en el que podrá disfrutar de platos frescos y creativos con productos locales. En un estilo bohemio y chic, podrá cenar bajo las estrellas y sentir el ambiente de Cozumel. Los platos cambian según la temporada y recomendamos los platos de pescado. Para los que les gusta la versión local de tierra y mar, está el surf & turf que es carne Angus servida con langosta local. Una muy buena dirección, donde también se puede disfrutar de deliciosos cócteles.

¿Qué puede ser mejor que comer un ceviche con leche tigre con los dos pies en la arena, equipado con una extraña cuchara que hace las veces de tenedor? Desde 2016, es en un ambiente acogedor y relajado que el joven personal de Chicama ofrece una carta de cocina peruana de fusión ante la que no se puede quedar indiferente. Al ritmo de Manu Chao y Celia Cruz, cocineros y camareros bailan y cantan mientras preparan platos de pescado fresco, tiraditos y deliciosos cócteles de la casa.

Una lonchería es el equivalente a nuestra cafetería. Y en éste, no le faltarán opciones, ya que este establecimiento sólo sirve poc-chuc en porciones adaptadas al número de comensales. Tanto si estás solo como en familia, saldrás totalmente adicto a esta especialidad yucateca. Porque tal especialización es también una garantía de calidad: el poc-chuc es realmente suculento. Recordemos los ingredientes: finas lonchas de cerdo, tomate, cilantro, cebolla, naranja amarga y tortillas, por supuesto. Están previstas obras de reurbanización.

Casa de época con techos altos y abanicos inevitables, todo ello con un bonito alicatado. La familia campesina tradicional proviene de Hopelchén, una comunidad especializada en la cochinita pibil. Aquí se cocinan principalmente productos frescos. El menú de esta cocina familiar cambia cada semana, pero en cada ocasión encontramos lo esencial de la cocina regional, empezando por el copioso pan de cazón que se acompaña deaguas frescas de chaya u horchata con coco. No debe perderse bajo ninguna circunstancia.

Una crepería de Verónica, francesa. La especialidad de la casa, la crepe búlgara, compuesta de yahourt, frutas, nueces y miel, es bastante suficiente (y calórica) para dos. El café es muy correcto. Se puede cenar y la carta de vinos es honesta.

Este restaurante se ha convertido en un icono para los que quieren descubrir la cocina tradicional local o sumergirse en los platos de temporada. En este bello laberinto de salas y patios se sirven todas las especialidades regionales, incluida una degustación que permite probar diferentes tipos de mole, o platos de chalupas como entrante. Los que deseen sumergirse en una gastronomía más internacional encontrarán su felicidad con los filetes de ternera, los filetes de salmón o los platos de gambas y pescado.

Esta pequeña gargota ofrece una gran variedad de crepes salados y dulces. Los ingresos de nuestra casa se adaptaron al gusto mexicano, por ejemplo, crepes con queso Filadelfia y mermelada, pero eso cambia un poco. Ideal si tienes un pequeño hueco hacia las h. 

Como su nombre indica, este restaurante es ideal para degustar pozole, una sopa de origen prehispánico que aquí se presenta con los tres colores de la bandera mexicana: rojo, blanco y verde. Cada color ofrece un sabor diferente. La sopa también se puede pedir para llevar, en litro o medio litro Esta dirección tan popular también ofrece muchos otros pequeños platos tradicionales (en salsa, como debe ser): tacos, quesadillas,flautas, chalupas, etc Excelente y auténtico, pedimos más.

La mejor mesa de la ciudad para degustar las especialidades de la región, con vistas panorámicas.

Por lo tanto, los sabores vienen directamente de las familias de los dos jóvenes propietarios y cocineros: de Oaxaca para uno, de Michoacán para el otro. Y no hacen la fusión, si de moda en todo el país: la carta respira la lista de platos especificando bien en qué cultura gastronómica se sumergen las papilas. La elección es corneada, ya que todos los platos son apetitosos: ¿corundas o redes de arrastre? ¿molos variados de Oaxaca o daphreadillo y atapakua del Michoacán? A menos que te guste el famoso caldo de piedra al pescado o a los camarones… todo lo que sea es ir acompañado de un agitador al o, mejor aún, del ron de Uruapan: la charranda.

En todo México, los mercados son una buena opción para comer alimentos frescos y sabrosos a un precio económico. Los mercados de Mérida no son una excepción. El mercado Santos Degollado, más conocido como el Mercado de Santiago, fue completamente renovado y modernizado en 2018, para deleite de la vista y del paladar... Invita a pasear entre las numerosas taquerías -estos puestos originalmente especializados en tacos, pero cuya oferta se extiende a todas las especialidades yucatecas- y, por supuesto, a hacer una pausa gastronómica.

Este es el lugar de encuentro de los viajeros que residen en esta zona turística. Encontrarás todos los preparados posibles a base de café local, así como las típicas bebidas regionales que descubren absolutamente: pozol (café y maíz) y tazcalato (maíz, cacao, achiote y canela). También se come muy bien los pequeños platos mexicanos o de inspiración internacional.

Es una casa antigua (de verdad) y su patio le da la bienvenida para desayunos y almuerzos de inspiración mexicana y española. No dude en pasar por aquí para disfrutar de una buena comida antes de salir a la calle. La comida es tradicional, pero sin embargo ordenada y original: ahogados a la torres (¡una delicia!), ensaladas de frutas, fajitas de pollo, machaca con verduras... También algunos dulces, sobre todo gofres. Instalado a la sombra, en el patio, uno se siente descansado y satisfecho al final de la comida.