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Música tradicional y popular

La música dominicana es sinónimo de merengue y bachata. El primero, el merengue, es la reina de las danzas del país, un pilar de la identidad nacional conocido por todos los dominicanos, sea cual sea su clase social, practicado en todo el mundo y declarado patrimonio inmaterial por la UNESCO en 2016. Aunque no se conocen bien los orígenes del merengue -las opiniones difieren-, se dice que tiene influencias hispanoafricanas y que se originó en la región del Cibao. A partir de los años 60, el baile se convirtió en parte integrante del género, gracias sobre todo al icono nacional Johnny Ventura, que también incorporó influencias estadounidenses como el rock and roll. Además de Ventura, conviene haber escuchado a Wilfrido Vargas, el compositor que puso el género en el mapa fuera de la República Dominicana, y a Sergio Vargas, un grande de la época dorada del merengue. A finales de julio, los conocedores del merengue y los recién llegados querrán participar en el Festival del Merengue de Santo Domingo, que les sumerge en la cultura merenguera, así como en el Festival del Merengue y Ritmos Caribeños de Puerto Plata, a finales de septiembre, con conciertos y demostraciones de baile. Por lo demás, el merengue se baila regularmente todo el año en El Sartén, un pequeño bar latino del barrio colonial de la capital, o en The Cave, una de las discotecas más populares de Santo Domingo.

El otro ritmo emblemático de la isla es la bachata. Mezcla de bolero, influencias africanas y merengue, chachachá o tango, la bachata se popularizó entre los años 60 y, sobre todo, los 80, de la mano de compositores como Luis Dias, y luego Juan Luis Guerra y Víctor Víctor en los 90. Este último fue quien la modernizó y la convirtió en la música más popular de la isla. Fueron estos últimos quienes modernizaron y dieron una imagen más urbana a esta música de origen rural. No hay mejor oportunidad para bailar bachata que el Festival de bachata, que se celebra a finales de enero en Boca Chica y Santo Domingo, donde grupos, DJ y, por supuesto, bailarines se turnan durante 10 días. Por lo demás, durante todo el año, Parada 77 , un bar de la zona colonial donde se reúnen todas las clases sociales para bailar la bachata, y el bar Cacique, el templo de la bachata en La Vega.

Además de estos dos géneros emblemáticos, a los dominicanos les encanta bailar otros muchos, como la mangulina, una versión criolla del vals; el pambiche, un baile derivado del merengue, pero más lento que éste; el pri pri, una música popular campesina originaria de Villa Mella; y el carabinero, originario del sur y que se baila en grupos y círculos, combinando coreografías europeas y ritmos africanos. Se considera un antepasado del merengue. También hay bailes más ceremoniales, como el palo (o atabales), muy extendido por todo el país y que se interpreta en ceremonias religiosas. Relacionados con el palo están los salves, cantos de llamada y respuesta que utilizan la güira, el famoso rascador de metal, y que se interpretan durante las romerías y festivales dedicados a los santos vudú.

Por lo demás, el Carnaval ofrece un buen panorama de música tradicional. Esta fiesta muy popular, que combina las tradiciones españolas, la fe cristiana y los ritos africanos, se celebra en todas las regiones del país, con sus ritmos frenéticos, su música embriagadora y sus desfiles.

Música actual

Los dominicanos aman el rock, y todo se lo deben a un hombre: Luis Díaz (1952-2009). Este famoso guitarrista es apodado el " Padre del Rock Dominicano ", porque fue él y su banda Transporte Urbano quienes iniciaron el movimiento en los años ochenta. Inspirado en el rock británico y estadounidense, este pequeño primo dominicano ha desarrollado su propia voz a lo largo de los años, apoyado por una serie de grupos enormemente populares como Toque Profundo, que fueron grandes éxitos en los años 90, Rita Indiana y los Misterios, que mezclan merengue y rock, Vicente García, estrella del grupo Calor Urbano, y éxitos recientes como Bocatabu.

Otro gran movimiento dominicano es el dembow. En los años 90, el reggaetón, un ritmo puertorriqueño, llegó a la República Dominicana. El género no tardó en afianzarse aquí, ganando popularidad rápidamente y evolucionando gradualmente hacia el dembow, una forma más despojada de reggaetón con un ritmo similar al dancehall jamaicano. El género es un elemento básico de la juventud dominicana, con estrellas como El Alfa, Lirico en la Casa y Chimbala, que atraen a grandes audiencias.

La República Dominicana tiene una larga tradición de experimentación musical. A los artistas locales les gusta experimentar, atreverse, mezclar ritmos locales con sonidos foráneos. Como resultado, la escena underground dominicana ha bullido generación tras generación, con grupos como Mula, que mezcla merengue, dembow, bachata y electro; La Napa, que combina poesía, hip-hop y ritmos afrocaribeños; Carolina Camacho, que incorpora elementos de bachata, gagá y reggaetón en sus discos; Isaac Hernández, que explora sus raíces afrodominicanas a través del jazz; Diego Raposo, que aúna música electrónica y colores dominicanos; y La Marimba, que toca jazz, R&B y merengue con acordeón, güira y guitarra. Y no olvidemos al apasionante Kelman Duran, productor dominicano-americano dereggaetón ambiental .

Entre los escenarios dominicanos famosos por sus actuaciones en directo se encuentra el Jalao, en los Parques Centrales de Santo Domingo, restaurante, boutique, bar y nueva sala de conciertos de la capital. Y no hay que olvidar elAnfiteatro de Puerto Plata, un anfiteatro al aire libre con vistas al mar que acoge numerosos espectáculos y conciertos de artistas nacionales e internacionales durante todo el año. Su diseño y capacidad para 7.000 personas lo convierten en uno de los recintos más grandes y modernos del Caribe.