La República Dominicana, media isla situada en el corazón del Caribe, se ha convertido en pocos años en un destino balneario ineludible y se ha labrado una sólida reputación como paraíso del ocio. Sus 600 kilómetros de playas de arena blanca rodeadas de aguas transparentes y cocoteros la convierten en un formidable paraíso costero. Un paraíso donde siempre brilla el sol. Además, existe un voluptuoso arte de vivir que se encarna en el ritmo nacional, el merengue. Por último, durante todo el año, las promociones en vuelos, estancias y hoteles todo incluido son legión y hacen que el destino sea accesible. No pierda ni un minuto más

¿Está planeando unas vacaciones en la República Dominicana? ¡Descubra los 13 imprescindibles durante su estancia!


¿Fórmula todo incluido u hotel con encanto?

La diversidad de sus opciones de alojamiento hace de la República Dominicana un destino ideal para unas vacaciones familiares o románticas al alcance de todos los bolsillos. Los adeptos de la ociosidad absoluta suelen concentrarse en los complejos que alojan fórmulas todo incluido. Se trata de instalaciones turísticas que ofrecen un amplio abanico de actividades y servicios a los veraneantes. Esta fórmula, la más económica, no depara sorpresas y tiene la doble ventaja de una atención total y un buen control del presupuesto. La única preocupación del veraneante será elegir entre piscina y playa, restaurante italiano o mexicano y tenis o vela... Y cuando se canse de los placeres de la playa, la variedad de excursiones propuestas le abrirá nuevas perspectivas.

El país ha elevado el dominio de este concepto hotelero a la categoría de arte. Los clubes vacacionales de todo incluido han colonizado muy pronto regiones enteras del litoral, como la costa Norte con, por ejemplo, el enclave de Playa Dorada en Puerto Plata, así como la Costa del Coco en el extremo sureste del país, en la región de Punta Cana.

Entre historia y emociones y playas de ensueño

En la costa norte, Cabarete es la guarida de los amantes del windsurf. Con vientos fuertes, estables y constantes, el lugar está considerado uno de los mejores del mundo para la práctica del windsurf y el kitesurf. Las escuelas y centros de windsurf y kitesurf se suceden y la bahía es escenario cada día de un interminable ballet multicolor de cientos de velas fluorescentes.

Si se aloja en esta región, no deje de visitar Puerto Plata, el principal puerto de la costa norte, llamado así por Cristóbal Colón por el brillo plateado de sus aguas transparentes. La ciudad conserva todo el encanto de los pueblos de antaño. La ciudad conserva todo el encanto de los pueblos de antaño, con sus casas de madera de vivos colores, acentuadas por galerías de estilo "pan de jengibre" con columnas y frisos de madera festoneados que destacan audazmente sobre el cielo azul intenso. El Museo del Ámbar le revelará los secretos de esta resina milenaria, con la que hoy se fabrican maravillosas joyas.

Al noreste, en la costa atlántica, la península de Samaná, gigantesca reserva natural de cocoteros, despliega sus 30 km de playas vírgenes. Ésta es sin duda la región que se recomienda a todos los partidarios de la independencia. Región auténtica y armoniosa, la oferta de alojamiento favorece las estructuras pequeñas, íntimas y acogedoras.

Los que prefieran la tranquilidad deben elegir Las Galeras, una pequeña playa soñolienta en el extremo noreste del país; para un ritmo más rápido y una vida social más rica, elija Las Terrenas, la estación balnearia estrella del país, con sus encantadoras paradas, sus restaurantes y bares de moda, sin olvidar su animada vida nocturna...

A poca distancia de Samaná se encuentra la isla de Cayo Levantado, con sus playas que rozan la perfección, un popular destino de excursiones de un día. Una estancia en la zona no estaría completa sin una excursión a Playa Rincón, bañada por las frescas aguas de un río. Incluida en el Quién es Quién de las playas más bonitas del mundo, presume de ser una de las más inmortalizadas en papel satinado.

Para quienes elijan el periodo invernal para sus vacaciones en esta región, una excursión al mar para ver las ballenas jorobadas es imprescindible. Y si se ha perdido la migración de las ballenas, puede adentrarse en el mar para ver los grandes peces de las aguas profundas.

Por último, ¿por qué no hacer una excursión de un día a caballo hasta la cascadade El Limón, una de las más bellas del país?

Rincones más confidenciales

Los visitantes más aventureros optarán por la costa suroeste. Esta región es la menos desarrollada del país, y aún hay pocos turistas. Todavía muy salvaje y hogar de una extraordinaria biodiversidad, es un auténtico paraíso para el ecoturismo costero. Las playas salvajes de aguas a veces peligrosas suelen estar desiertas. Algunas se han convertido en el refugio secreto de surfistas experimentados. Las frescas aguas de los ríos de montaña se unen al mar formando pequeños lagos, los "balnearios", donde bañarse es una delicia.

Luego llega el momento de adentrarse en el interior de la isla, ya que el país también ofrece una extrema diversidad de paisajes rurales y montañosos. En efecto, sería una pena no aprovechar el viaje para descubrir la otra cara del país, el campo y sus pueblecitos soñolientos, la apacible vida cotidiana de los campesinos. En el campo, en el recodo de una gran plantación de caña de azúcar, se cruzará con campesinos a lomos de burros o caballos, un rebaño de vacas conducido por niños... El viajero se encuentra en el corazón de un cuadro ingenuo de colores vivos donde las lomas, suaves colinas verdes salpicadas aquí y allá de cocoteros, ondulan sin cesar bajo el cielo azul intenso. Los flamantes árboles dibujan túneles de vegetación de un rojo intenso y las cabañas criollas de madera muestran atrevidos contrastes: naranja, morado, rosa... También será la ocasión de entrar en contacto con una población de indudable amabilidad compartiendo una comida o alrededor de un cafecito. Sonrientes, desenvueltos, serviciales, sencillos y no se estresan por dos céntimos, los dominicanos son, en efecto, de un carácter muy acogedor.

Y en cuanto cae la noche, ¡es la hora de la fiesta!

En la República Dominicana, la vida continúa día y noche, estés donde estés, desde la capital hasta la aldea más pequeña. En los pueblos, en cuanto cae la tarde, los habitantes se quitan el frío a la puerta de casa balanceándose despreocupadamente en su mesedora, la mecedora tradicional. Más allá, cuartetos de jugadores se afanan en hacer sonar sus fichas de dominó sobre una mesa desvencijada. En el campo de "beisbol", los adolescentes se entrenan al fresco, soñando con entrar en la liga norteamericana.

Y la música es omnipresente, un auténtico fenómeno social y da ritmo a la vida cotidiana. Se baila mucho en hoteles, bares, terrazas, bajo las aspas de un lánguido ventilador, en lavaderos de coches o discotecas con aire acondicionado, compartiendo un "servicio" -compuesto por una botella de ron y un refresco de cola- o una Presidente, la cerveza local. El fin de semana, de viernes a domingo por la noche, anuncia un bullicio aún mayor en los bares locales. Es el momento de asistir a un concierto de un grupo local de merengue o de un cantante de bachata. ¿Es la República Dominicana un paraíso? Desde luego que sí.

Información práctica

¿Cuál es la mejor época para visitar el país? El tiempo es agradable todo el año, así que ¡esté atento a las promociones!

Cómo llegar. Para descubrir la República Dominicana, diríjase a Santo Domingo o Punta Cana.

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