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Los recursos naturales que estimulan la economía

La economía argentina encuentra su salvación en su pujanza agrícola, que representa el 10,7% del PIB. Argentina es un gran productor de carne, lana, vino y productos pesqueros. La subida de los precios de los productos agrícolas es un vector esencial para la recuperación de toda la economía. La soja, destinada a los consumidores asiáticos y a los biocombustibles, es la nueva mina de oro de los agricultores argentinos, que han convertido a su país en eltercer productor mundial de soja, por detrás de Estados Unidos y Brasil, por desgracia con el uso de glifosato y la deforestación. País rico en recursos energéticos, es el primer productor de gas de América Latina, el cuarto de petróleo y el tercero de electricidad. Este último recurso se basa esencialmente en la producción térmica e hidroeléctrica. También hay varias minas de oro, plata, cobre, plomo, zinc, hierro, estaño, wolframio, mica, uranio y sal en el país. El sector industrial se desarrolla con fuerza y representa más de un tercio del PIB. Automóviles, textiles, procesamiento de alimentos, molinos de harina, caucho, cemento y papel son las principales industrias del país. El sector terciario ha seguido la misma tendencia que la industria. Ahora aporta el 58% del PIB. El crecimiento del sector terciario no deja de aumentar, sobre todo en los servicios de sectores avanzados como el desarrollo de software, los centros de llamadas, la energía nuclear, el turismo y, recientemente, la biotecnología.

Un territorio frágil con recursos codiciados

Hoy, un recurso precioso atrae la codicia: el litio. Aunque Argentina tiene la ventaja de abarcar un territorio enorme, también parece estar de prestado, ya que la abundancia de sus recursos naturales está atrayendo a empresas nacionales y extranjeras. Con el aumento de la demanda mundial de energía, el país se ha convertido en un mercado clave. Desde hace varias décadas, el norte de la Patagonia está plagado de pozos de gas y petróleo. Por el camino, Argentina se ha convertido en el mayor productor de gas natural de América Latina, con 37,1 km3 en 2017. Su riqueza natural ha sido malversada por diversas políticas económicas, que casi la perjudican: ¡durante la crisis de 2001, el gobierno argentino llegó a plantearse la posibilidad de ceder la Patagonia a Estados Unidos a cambio de la condonación de la enorme deuda que tenía con el Fondo Monetario Internacional! Contaminación masiva, explotación del suelo y desastres ecológicos, los paisajes están siendo desfigurados poco a poco por las mayores empresas del mundo que han venido a instalarse en la región en las últimas décadas. Entre proyectos de presas hidroeléctricas, parques nacionales y minería, están presentes todos los grandes actores: Total, YPF, Tecpetrol, Chevron, Exxon... Y a pesar de la intervención de diversas asociaciones y ONG, que denuncian un desprecio por las normas medioambientales y los derechos de los pueblos indígenas, la industria petrolera opera sin ningún control. Por ejemplo, en la enorme explotación del yacimiento de shale gas de Vaca Muerta, en la provincia de Neuquén, Greenpeace ya alertó sobre el mal funcionamiento de esta plataforma, que se abrió en 2010 en territorio mapuche. El gobierno ya ha recibido dos advertencias de la ONU, pero desgraciadamente se están cambiando los decretos medioambientales para beneficiar a las empresas.

Cuestiones políticas y sociales

Desde 2018, Argentina atraviesa una profunda crisis económica y, sin embargo, logró obtener el mayor préstamo de la historia del FMI: 57.000 millones de dólares. Apenas dos meses después de obtener la ayuda del FMI, Buenos Aires está preocupada: el peso ha perdido la mitad de su valor desde enero de 2019 y sigue cayendo, con el Gobierno pronosticando un descenso del 1% este año. Adelantar los fondos del FMI que ya estaba previsto en todos los cálculos no cambiará la situación, la confianza que los mercados internacionales daban al gobierno ha desaparecido en parte: los mercados exigen ahora resultados. Argentina incumplió su deuda, no pagó a tiempo al FMI y se endeudó sin cuento (el 88% de su PIB). Hoy las arcas del Estado están vacías, la inflación ha subido por encima del 52% en un año y uno de cada tres argentinos vive por debajo del umbral de la pobreza. El FMI confirma que es imposible pagar su deuda. Auténtico péndulo económico y político, Argentina parece no poder salir de la crisis que atraviesa desde hace casi veinte años. El 10 de diciembre de 2019, el presidente neoliberal Mauricio Macri fue castigado en las urnas y dio paso a Alberto Fernández, el nuevo presidente de centro-izquierda que obtuvo el 47% de los votos. En recesión desde hace más de un año, con una tasa de inflación superior al 37%, Argentina asiste al retorno del peronismo. Creado en los años 40 en torno a la figura de Juan Perón, el peronismo encarna el deseo de justicia social en un país cada vez más desigual. Frente a una situación económica catastrófica y una política social en perdición, los objetivos de este nuevo presidente son considerables. De hecho, en 2018, el FMI concedió el mayor préstamo de su historia y está a la espera de los primeros reembolsos previstos para 2021. Símbolo de la democracia, el retorno del peronismo encarna para muchos argentinos la esperanza de una renovación tanto a nivel social como económico. ¿Prestó demasiado el FMI a Argentina? Dos condiciones son necesarias para salir de la crisis: obtener un nuevo vencimiento renegociando el coste de los intereses de la deuda y reformar el gasto público para poder liberar fondos para reembolsar la deuda.

La Argentina se enfrenta a la crisis de Covid-19

Pero, ¿cómo ve Argentina su futuro económico, afectado ya por una grave crisis sanitaria? A pesar del bajo número de muertes a nivel nacional, la pandemia de Covid-19 no ha perdonado a Argentina. Durante los primeros meses de la epidemia, el país se encontraba relativamente bien, pero la situación se deterioró a principios del verano de 2020. Argentina aplicó la contención pronto, a finales de marzo, cuando el virus apenas estaba presente, lo que la convierte en una de las contenciones más largas del mundo desde el inicio de la crisis sanitaria. A principios de julio, se volvió a reforzar la contención ante la situación especialmente preocupante de la capital, Buenos Aires: la región concentra el 90% de los casos de contaminación del país, con casi 2.000 nuevos casos diarios. En concreto, en toda la ciudad sólo permanecen abiertos los comercios esenciales y todos los demás (70.000 comercios) cierran durante al menos 15 días, el transporte público se reserva a las profesiones esenciales y se refuerzan los controles policiales. Covid-19, el catalizador de la crisis económica, ha paralizado totalmente el país. Debilitada, Argentina dejó de pagar sus deudas y esperaba obtener un aplazamiento del reembolso de parte de su deuda de 66.000 millones de dólares. El país sigue esperando una respuesta favorable de sus acreedores extranjeros, proceso imprescindible para reactivar su economía, dañada por la pandemia de coronavirus. Las salidas de dólares son elevadas: los inversores invierten sus dólares debido a los tipos de interés más altos, pero en cuanto aumenta el riesgo (como ha ocurrido con la pandemia), regresan a Estados Unidos para ponerse a salvo. Cuando los dólares se van, la moneda local se deprecia, pero Argentina necesita los medios financieros para contrarrestar los efectos del coronavirus. Por tanto, es difícil aceptar una crisis económica, e imposible aceptar que la economía se paralice incluso durante una pandemia. Dependiente de las materias primas, endeudada en dólares y ya en quiebra antes de la crisis sanitaria, Argentina se enfrenta a nuevos retos. Además, también dependiente del turismo, el país no podrá contar, como se esperaba, con los dólares: el peso sigue desplomándose.

Place du tourisme

Obviamente, Covid-19 y el turismo no se llevan bien. En junio de 2020, la estación de deportes de invierno de San Carlos de Bariloche, la más famosa de Sudamérica, cerró sus puertas mientras las calles de Buenos Aires permanecían vacías y en silencio. El sector turístico argentino se ha visto muy afectado por la pandemia y ha perdido millones de dólares, lo que no ha contribuido a frenar la crisis económica. Sin embargo, en los últimos años, el país está registrando cifras récord de turistas: 4 millones de turistas extranjeros en 2006, 5,8 millones en 2011, más de 6 millones en 2015 y 7,4 millones en 2019. Antes de la epidemia de Covid-19, Argentina estaba batiendo su récord de turistas. En 2017, el país registró un aumento anual del 5,7% y el Instituto Nacional de Turismo pronosticó que las llegadas de turistas internacionales se duplicarían en 2020... Gracias a un tipo de cambio cada vez más favorable (la crisis del peso es un auténtico revulsivo para los turistas) y a innegables activos turísticos, Argentina es el país más visitado por extranjeros en América Latina. En 2014, el turismo ya facturaba 8.500 millones de dólares. Los brasileños y chilenos constituyen el grueso de estos visitantes, con más del 60%, y los europeos y norteamericanos sólo el 15% del total. En 2019, Buenos Aires recibió a 2 millones de visitantes, de los cuales 67.200 procedían de Francia. Este tráfico de turistas extranjeros está provocando un reajuste de las infraestructuras y de la oferta hotelera, lo que, en última instancia, anima a los propios argentinos a descubrir su propio país y las magníficas riquezas en las que abunda. Tras cerrar sus fronteras durante dos largos años por la crisis sanitaria, Argentina las reabrió en abril de 2022. Con casi 1,5 millones de turistas en el primer trimestre de 2022, el turismo en Argentina vuelve a estar en marcha.