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La Tierra de los Gigantes

Giganotosaurus, argentinosaurus, patagotitan... La Patagonia argentina colecciona superlativos Fue en 1882, en la región de Neuquén, cuando se descubrieron los primeros huesos de dinosaurio en la Patagonia. Hubo que esperar hasta la década de 1990 para que la región se convirtiera en un auténtico yacimiento de fósiles increíbles. A finales del siglo XX, en menos de diez años, la Tierra de Nadie de la Patagonia se convirtió en la cuna de espectaculares excavaciones que revelaron multitud de especies de dinosaurios desconocidas hasta entonces. En concreto, en la pequeña localidad de El Chocón, apodada desde entonces "El Valle de los Dinosaurios", quedaron impresas en el barro huellas de iguanodontes, carnívoros de cuatro metros de altura, hace unos 500 millones de años. Gracias a la erosión, el suelo con huellas fósiles acabó sacando a la superficie las entrañas de su pasado. En julio de 1993, un mecánico tropezó con un enorme fémur de 1,43 metros que pertenecía al mayor carnívoro del planeta: el Giganotosaurus, un monstruo de 14,5 metros y 8 toneladas con dientes de hasta 21 centímetros de largo. Más tarde, el Argentinosaurus fue reconocido como el herbívoro más grande del mundo, con 40 metros de longitud y más de 100 toneladas de peso. Luego, en 2012, una estancia de la provincia de Chubut denunció la presencia de huesos fosilizados en sus tierras. Una vez en el lugar, los paleontólogos hicieron un descubrimiento asombroso: desenterraron 150 fósiles e identificaron nada menos que seis animales. Hace unos 100 millones de años, estos jóvenes titanosaurios eran la mayor especie de dinosaurios terrestres jamás identificada. Su nombre: patagotitan mayorum. Tras varios años de estudio, el equipo de paleontólogos hizo oficial su nombre en 2017: el dinosaurio pesaba casi 70 toneladas (el peso de 10 elefantes), medía hasta 37 metros y alcanzaba los 8 metros a la cruz. Su nombre es, por supuesto, un homenaje a la región de la Patagonia donde se descubrió, pero también un guiño a la familia Mayo, propietaria del rancho, que acogió al equipo de paleontólogos durante las excavaciones.

Una fauna variada

Entre toda la biodiversidad del territorio, también hay algunos animales endémicos, es decir, ¡animales que no existen en ningún otro lugar del planeta! Aunque algunos animales se pueden encontrar en distintas partes del territorio, como el puma y el cóndor, cada región tiene sus propias estrellas. En la Pampa viven armadillos, zorros, martas, gatos monteses, maras (un tipo de liebre patagónica), ciervos, avestruces (ñandúes), halcones, garzas y chorlitejos. En la Patagonia Atlántica, las estrellas son los pingüinos, que no son pingüinos, sino pingüinos de Magallanes, así comoleones marinos y elefantes marinos. Es posible encontrarse con una gran variedad de mamíferos marinos, entre ellos la emblemática ballena: ballena azul, ballena jorobada, ballena franca, rorcual común, orca, cachalote... Reinas de los océanos, forman parte de una fauna protegida, y la ballena franca es objeto, en particular, de un programa especial de conservación: declarada Monumento Natural Ballena Franca Austral, está protegida desde 1984 en Argentina. Este mamífero marino, de 12 a 13 metros de largo, puede pesar entre 30 y 40 toneladas cuando es adulto. Su cabeza ocupa aproximadamente una cuarta parte de todo su cuerpo. Otras especies son el albatros cejinegro, el albatros real, la aguja colipinta, el águila pescadora, varias especies de correlimos, el cormorán vigua, la curruca cabecinegra, el cernícalo vulgar, el cisne cuellinegro, garzas, ibis y cuatro especies de martín pescador, leucomela, gorrión común, varias especies de papamoscas y gaviotas, curruca rabilarga, pico pizarroso, charrancito, petrel de Hall, chorlitejos, pardelas, cercetas, tucanes (piquirrojo, de Baillon y toco).. La lista no es ni mucho menos exhaustiva: en total, los especialistas conocen la presencia o el paso de unas 1.027 especies.

En Mesopotamia y el Chaco, la fauna es variada y abundante. Entre los mamíferos que viven en esta región hay varias especies de monos, ocelotes, osos hormigueros, tapires, pecaríes y mapaches. Los pequeños mamíferos coatí, de nariz puntiaguda seguramente vendrán a hurgar en tus bolsas de picnic en el Parque Iguazú. También hay flamencos, colibríes y loros. Se puede encontrar el mayor roedor de Sudamérica, el carpincho y cocodrilos, los yacarés. Pero el yaguareté es seguramente el animal más emblemático de las provincias del norte. El felino más grande de América está ahora protegido y ha sido declarado Monumento Natural Nacional. En las Sierras de Córdoba, la fuerte presencia humana anterior a la colonización de la región limitó el desarrollo de la fauna local, y el jaguar presente hasta el siglo XIX desapareció, así como el puma en la década de 1960. En los lugares más salvajes se pueden encontrar zorros, liebres, armadillos y guanacos. En la Patagonia andina se encuentra el ciervo más pequeño del mundo. Existen dos especies: el pudú del norte y el pudú del sur. El pudú norteño vive al norte de los Andes y tiene un pelaje marrón anaranjado oscuro en el cuello. El pudú austral vive en los densos bosques de la Patagonia y puede ascender a altitudes superiores a los 3.000 metros. Su pelaje le protege más del frío y es totalmente marrón rojizo. Sin embargo, sigue siendo discreta y es muy difícil dar con ella. La especie ha sido clasificada como vulnerable por la UICN y casi ha desaparecido debido a la deforestación. El huemul, o ciervo del sur de los Andes, también se encuentra en esta situación. En Tierra del Fuego, los leones marinos y los delfines constituyen el grueso de la fauna marina, que se encuentra más a lo largo de los canales del sur fueguino. El hombre ha introducido un gran número de truchas en los ríos. Bacalaos, abadejos, salmonetes, peces de roca, calamares o centollas hacen su agosto en alta mar. Entre las 197 especies de aves representadas, los ejemplares más impresionantes son, por supuesto, el albatros aullador y el cóndor andino. Pero también hay flamencos, periquitos, búhos, águilas, halcones, gansos barnacla, colibríes, gorriones, ibis, martines pescadores... Las pardelas gigantes, aves también muy emblemáticas de la Patagonia, disputan competiciones de planeo con los albatros de ceja negra. En la actualidad, el problema lo plantea el gran número de castores que construyen presas para plantar sus refugios en el apacible tramo de agua así obtenido, inundando el bosque circundante y destruyendo así preciosas especies autóctonas.

Los bosques del milenio y los bosques petrificados

Desde la vegetación tropical de los bosques del norte hasta el matorral de la Patagonia, la vegetación de Argentina varía mucho de una región a otra. En los bosques del nordeste y el Chaco, la flora tropical está compuesta por palmeras, palo de rosa, guayacán, jacarandá y quebracho colorado (del que se extrae el tanino). En el altiplano noroccidental, el clima es desértico, con montañas minerales cubiertas por los famosos cardones y acacias. En las Sierras de Córdoba se encuentran principalmente bosques caducifolios de tamaño bastante reducido, ya que la región se encuentra en altitud, que incluyen especies típicas como el tabaquillo (olylepis australis), que vive de 1.200 a 3.500 años, y el quebracho blanco(Aspidosperma quebracho-blanco), una variedad muy rara utilizada en la construcción de muebles en particular y en la medicina tradicional. En la Pampa, los árboles escasean, aunque los argentinos han intentado importar especies resistentes a la sequía, como eucaliptos, sicomoros y acacias. Aunque la estepa tiene una flora mísera, no deja de ser un testigo del pasado de la vida en la Tierra y de la riqueza geológica de la región. En las estepas de la Patagonia atlántica, sólo los arbustos herbáceos(coirón) y algunas hierbas resisten la dureza del clima. El más característico de estos arbustos es el calafate, que da nombre a la ciudad. Cuanto más subes, más cambia el relieve. Comienza a aparecer el coigüe(Nothofagus dombeyi), la lenga(Nothofagus pumilio), el roble(Nothofagus obliqua), una variedad de roble, y el ñirre(Nothofagus antartica). La especie dominante es el Nothofagus, un tipo de haya que también se encuentra en Nueva Zelanda, Tasmania, Australia y Nueva Guinea. También hay magníficos bosques de coníferas (abetos, cipreses, cedros) y alerces, pero sobre todo los hermosos arrayanes, cuya única concentración en el mundo se encuentra en los alrededores del Nahuel Huapi. Se dice que inspiraron los decorados de la película Bambi de Walt Disney. Se dice que algunos árboles, como el alerce, tienen aquí más de 3.000 años Resistentes a los veranos fríos y a los vientos violentos, los bosques se extienden hasta el sur, donde a veces son impenetrables, guardianes de una flora aún poco conocida y estudiada. Estos bosques magallánicos se describen como "primarios", es decir, vírgenes e inexplotados por el hombre. Entre ellos se encuentran el coigüe, el roble de Magallanes(Nothofagus betuloides), así como la luma y el canelo. Merece la pena visitar los bosques petrificados, raros y preciosos. Fenómeno geológico muy interesante, son testigos del pasado menos explosivo de la región: hace millones de años, durante el Jurásico y por tanto la época de los dinosaurios, árboles gigantes de 90 metros de altura poblaban la región. La cordillera de los Andes aún no se había formado y los vientos del océano Pacífico trajeron fuertes lluvias. En la época del cetáceo, la cordillera de los Andes se elevaba desde las entrañas de la tierra con vientos de más de 300 km/h. Los árboles fueron arrancados por la violencia de las tormentas y los terremotos, y las erupciones volcánicas esparcieron su lava y sus cenizas. Enterrados vivos, los árboles se hundieron en un suelo fangoso donde la ceniza se mezcló con los minerales de la lluvia y el suelo. Atrapados en la tierra, los troncos de los árboles se cristalizaban por el sílice que penetraba en cada célula. La materia orgánica se descompuso y fue sustituida por madera fosilizada por piedra. Aunque hundidas, acabaron saliendo a la superficie por efecto del viento y la erosión. Estos bosques petrificados se encuentran en las provincias de Santa Cruz, San Juan y La Rioja. En el Parque Nacional Monumento Natural Bosques Petrificados encontrará los árboles petrificados más grandes del mundo.

La biodiversidad amenazada

En Argentina se pierden cada año más de 300.000 hectáreas de bosque. La razón de este desastre ecológico es el afán de recuperación económica de Argentina: el 50% de las tierras cultivables del país están dedicadas a la soja transgénica, cuyo precio se ha visto impulsado por la demanda china. Este éxito económico se debe a las múltiples posibilidades de utilización de esta leguminosa. Para fines alimentarios, el aceite extraído de la soja es el segundo más consumido en el mundo. La planta también es muy utilizada por los productores de carne (principalmente cerdo, pollo y pato) por su alto contenido en proteínas. El ganado europeo, criado en Europa pero alimentado con proteínas a base de soja, engorda gracias a la enorme producción de soja en Sudamérica. Además, la soja modificada genéticamente se rocía con glifosato, el famoso herbicida al que es perfectamente resistente y que, aparte de eliminar las malas hierbas, tiene graves consecuencias para nuestra salud. Por último, la soja es un agrocombustible que aún no ha cumplido sus promesas. Pero aún se desconocen las consecuencias sanitarias y sociales de este cultivo. En el plano medioambiental, este monocultivo intensivo provoca deforestación, fumigación masiva con pesticidas y empobrecimiento del suelo. El bosque impenetrable está especialmente amenazado por esta deforestación masiva. Este bosque de 40.000 km² en el noroeste del Gran Chaco es una de las zonas más deforestadas del mundo. Contiene maderas duras características como el quebracho colorado y blanco, grandes árboles espinosos, así como altos cactus, todo tipo de lianas y orquídeas. Está lleno de animales salvajes: pumas, jaguares, armadillos, tamandúas, osos hormigueros, aves tropicales, algunas en peligro de extinción... Esta diversidad se debe a las desigualdades en las precipitaciones, que son muy elevadas en el este gracias a los vientos húmedos del Atlántico, pero escasas en el oeste, zona que tiene una estación muy seca y otra muy lluviosa. La tala de este bosque durante décadas ha provocado la desertización y el aumento de las inundaciones. La agricultura intensiva y la explotación maderera están desfigurando poco a poco esta región, pero el bosque fue declarado Parque Nacional en 2014, poniéndolo bajo la protección del Estado, que desea proteger la fauna y la flora, pero también desarrollar una economía turística en la región.