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Naturaleza protegida por los parques nacionales

El país cuenta con una red de parques nacionales, reservas y monumentos naturales que protegen ecosistemas extremadamente variados y frágiles. Representan alrededor del 5% del territorio.

Parque Nacional Iguazú: situado en el noreste del país, en la frontera con Brasil, es famoso por las impresionantes cataratas del Iguazú y está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El Parque Nacional De Talampaya, en el noroeste del país, en la provincia de La Rioja, es famoso por su patrimonio paleontológico y arqueológico, que incluye petroglifos, situados en el cañón seco del río Talampaya. Los amantes de la botánica podrán descubrir una biodiversidad floral excepcional.

Parque Nacional de los Esteros del Iberá: situado en el noreste del país, protege la segunda mayor reserva de pantanos del mundo y su notable biodiversidad (caimanes, aves, serpientes).

El Parque Nacional Los Cardones: ¡un parque para descubrir cactus in situ! Esta vasta meseta de gran altitud, situada en el noroeste del país, alberga también una fauna notable (colocos, guanacos).

En la Patagonia :

Parque Nacional de los Glaciares: situado en la Patagonia andina, es Patrimonio Mundial de la UNESCO y alberga numerosos glaciares, entre ellos el Glaciar Perito Moreno.

Parque Nacional Lanín : único por sus antiguos bosques fríos conocidos como "bosques valdivianos", es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

El Parque Nacional Monte León, en la costa patagónica, alberga una fauna y flora excepcionales.

Parque Nacional Nahuel Huapi: primer parque nacional de Argentina, es famoso por sus lagos y ecosistemas de montaña.

Parque Nacional Tierra Del Fuego : situado cerca de Ushuaia, entre tierra y mar, montañas y lagos, le invita a descubrir Tierra del Fuego.

Parque Nacional Patagonia : creado en 2018 gracias a una donación de tierras de la Fundación Tompkins, alberga una rica biodiversidad.

Recursos explotados y medio ambiente contaminado

Argentina es un país rico en recursos naturales: bosques, agua, gas natural, gas de esquisto, petróleo, aluminio, cobre, minerales preciosos y tierras raras. Esta abundancia se ha explotado cada vez más desde la colonización en el siglo XVI, a menudo con escasa consideración por el medio ambiente y las poblaciones indígenas. La extracción de litio, por ejemplo, es muy costosa en agua, destruye entornos naturales y provoca contaminación. La contaminación afecta a menudo a las poblaciones indígenas, que se ven obligadas a marcharse. En diciembre de 2018, Greenpeace destapó un escándalo en el que estaban implicadas 5 petroleras, entre ellas Total. Acusados de vertido masivo e ilegal de residuos de hidrocarburos en piscinas de almacenamiento, han sido demandados por miembros de la comunidad indígena mapuche. A veces es David quien derrota a Goliat. Por ejemplo, la Reserva Nacional de Pingüinos de Humboldt debe su supervivencia a la tenacidad de las familias de pescadores frente a proyectos a gran escala, incluido un proyecto minero.

Los males de la urbanización

La artificialización del suelo también se ha llevado a cabo sin tener en cuenta los riesgos naturales. Es el caso de la urbanización de Buenos Aires o La Plata, donde se han construido barrios en zonas inundables y se han hormigonado ríos. La región sufre regularmente grandes inundaciones, a veces mortales. Para paliar esta vulnerabilidad, se diseñó en Buenos Aires un túnel antiinundaciones, una obra faraónica. El problema es que sus dimensiones son insuficientes ante la modelización vinculada al calentamiento global... Otro ejemplo infame: la ciudad costera de Epecuén. Construido a principios del siglo XX al borde de una laguna con virtudes terapéuticas, hoy sólo quedan ruinas. Tras las obras para canalizar las aguas, y luego la falta de mantenimiento, una inundación devastó la ciudad en 1985. En la "Atlántida de las Pampas" se ha construido un museo para mostrar a los visitantes la negligencia de la humanidad.

La gestión de residuos sigue siendo insuficiente

La gestión de residuos sigue siendo deficiente en el país, y la mayoría de los residuos acaban en vertederos que no siempre son eficientes desde el punto de vista sanitario y medioambiental. Al viajero también le sorprenderá la omnipresencia del plástico, sobre todo en los envases. Se calcula que el 24% de los residuos plásticos del país se reciclan, el resto desaparece en la naturaleza. Según la Fundación Vida Silvestre de Argentina, el 80% de los residuos que se encuentran en las playas de Buenos Aires son plásticos. En 2018, investigadores argentinos descubrieron un nido de abejas silvestres hecho enteramente de residuos plásticos. Las causas no están claras (¿falta de recursos naturales debido a los herbicidas?). En cualquier caso, este descubrimiento demuestra cierta capacidad de los organismos vivos para adaptarse a la contaminación antropogénica. El gobierno se ha comprometido a llevar a cabo acciones en el campo de la gestión de residuos. Así, se fomentan los enfoques de reducción en origen o economía circular entre empresas y provincias. La crisis económica de 2001 puso de relieve la actividad de los cartoneros , que recogen papel y cartón de los contenedores de basura de la capital para revenderlos. Desde hace varios años, esta profesión se ha institucionalizado progresivamente.

La respuesta de Argentina al calentamiento global

Los efectos del calentamiento global son palpables en un país sometido a numerosos riesgos naturales. En concreto, el aumento de las temperaturas está provocando sequías recurrentes y cada vez más graves. Provoca el deshielo de los glaciares, con la consiguiente subida del nivel de las aguas y el riesgo de inundaciones y sumersión. Además, la capa de hielo del sur de la Patagonia proporciona más del 70% del agua potable que se consume en Argentina. A largo plazo, no sólo se verán amenazadas las actividades, sino también las vidas humanas. Tras décadas de no tener en cuenta las cuestiones medioambientales, el país parece ser más consciente de los problemas. En 2011, el gobierno promulgó la Ley de Protección de Glaciares, que prohíbe la minería y la extracción de petróleo y gas en zonas de glaciares y permafrost. El poderoso lobby minero(Barrick Gold, Minera Argentina Gold) presentó ese mismo año un recurso ante la Corte Suprema argentina para anular la ley. En junio de 2019, el Tribunal emitió su sentencia, reafirmando la constitucionalidad de la ley. Este epílogo permite cuestionar nada menos que 44 proyectos mineros. Se trata de una victoria para los ecologistas, aunque la batalla diste mucho de estar ganada. El gas natural es la principal fuente de energía del país. El petróleo se sigue utilizando mucho, sobre todo para el transporte. Aunque las reservas probadas de petróleo son limitadas, el país está considerando la extracción de su gas de esquisto, que tendría fuertes repercusiones medioambientales. Se han tomado medidas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, como la introducción de vehículos propulsados por gas natural y el desarrollo del transporte público. Sin embargo, poco se ha hecho para reducir las emisiones de la industria.

Un modelo agrícola que hay que reinventar

Es imposible hablar de la situación medioambiental del país sin mencionar su agricultura. Detrás del bistec argentino se esconde un modelo agrícola devastador para el ser humano y la naturaleza. El país es el primer exportador mundial de torta y aceite de soja (la soja ocupa el 60% de las tierras cultivadas). Estos cultivos -OGM patentados por Monsanto desde 1996- son alimentados con pesticidas (especialmente glifosato). Los productos agrotóxicos se esparcen en aviones, sin tener en cuenta a la población, llegando a veces a los patios de los colegios y contaminando el medio ambiente y a las personas. Se acumulan los casos de cáncer y malformaciones fetales. La agricultura campesina y de subsistencia está desapareciendo en favor de estos cultivos industriales, lo que conduce a la desertización de las zonas rurales. Son el resultado de una amplia deforestación que, al destruir el medio ambiente, también expulsa a las poblaciones indígenas wichi. Según un estudio de una ONG publicado en 2018, algunos bosques del Gran Chaco están desapareciendo al mismo ritmo que la selva amazónica. La mayoría de estos cultivos se destinan... a la alimentación del ganado europeo. En cuanto a la carne producida localmente, es rechazada en el mercado europeo por la presencia de esteroides. Esta es la realidad que retrata el director y político Fernando Solanas en su documental El grano y la paja, estrenado en 2019. También destaca las alternativas a este modelo: la agricultura ecológica y local, sin pesticidas, favorable al medio ambiente y a la salud. Argentina es el segundo país del mundo con mayor superficie de agricultura ecológica certificada. Sin embargo, el 90% de esta producción se exporta, sobre todo a Estados Unidos y Europa. En otro contexto, urbano, la crisis de 2001 dio lugar a un buen proyecto agrícola. Rosario, una de las mayores ciudades del país, ha puesto en marcha un programa de agricultura urbana. Su objetivo inicial: ayudar a alimentar a la población en una situación de escasez. Poco a poco, el enfoque se convirtió en parte de un verdadero proyecto social, medioambiental y económico. El municipio pone más de 24 hectáreas a disposición de personas -la mayoría de ellas desempleadas- para que desarrollen cultivos alimentarios y medicinales con métodos agroecológicos. La agricultura rehabilita tierras abandonadas, da ingresos a los agricultores, contribuye a alimentar a la población de forma saludable y mejora la calidad paisajística de la ciudad.