Berne est l'une des 3 villes suisses qui proposent la meilleur qualité de vie au monde © RossHelen - Shutterstock.com.jpg
Albert Einstein résida à Berne de 1902 et 1909 © Prachaya Roekdeethaweesab- Shutterstock.com.jpg

Veintiséis cantones, veintiséis formas de vivir Suiza

El poder político en Suiza se organiza en torno a un sistema federal compuesto por veintiséis cantones, que a su vez se subdividen en comunas. La Constitución Federal confiere la soberanía al pueblo. Desde el nacimiento de este sistema en 1848, la organización política se ha basado en dos pilares que, a primera vista, parecen contradictorios: un sistema político liberal, que favorece tanto las libertades individuales como las económicas, y un sistema de solidaridad para integrar en la comunidad a todos los ciudadanos, de todos los orígenes políticos y sociales. Estos dos principios son los pilares de Suiza y un factor innegable de su estabilidad y cohesión interna. Cada cantón organiza su propia vida social y sus leyes difieren. Esta autonomía da lugar a disparidades entre cantones. Por ejemplo, la fiscalidad varía, y es más atractivo pagar impuestos en el cantón de Vaud que en los Grisones. Sentarse en el césped está permitido en el cantón de Ginebra, pero no en el Tesino. Las vacaciones escolares varían de un cantón a otro, al igual que los horarios de apertura de los comercios. Lo que une a los suizos es la confianza en las instituciones suizas.

Una neutralidad única en el mundo

A menudo criticada, la neutralidad política forma parte del tejido de Suiza. Situada entre grandes potencias, ha temido durante mucho tiempo perder su independencia. La única vez que Suiza intentó una alianza militar, con los milaneses en la batalla de Marignano en 1515 contra las tropas de Francisco I, fue un fracaso. Suiza firmó entonces un tratado de paz perpetua con Francia, dando lugar al estatus de neutralidad, que fue reconocido por el derecho internacional en 1815 con el Tratado de Viena. Este estatus sigue siendo apoyado por el 90% de la población suiza y ha animado a muchas organizaciones internacionales a establecer su sede en Suiza. En los últimos años, sin embargo, el país parece haberse abierto más; aunque rechaza adherirse a la Unión Europea, colabora estrechamente con ella. En 2002 se convirtió en miembro de la ONU.

Sensación de gran seguridad

Desde hace mucho tiempo, Suiza es sinónimo de seguridad. Aunque los partidos populistas agitan cada vez más el fantasma de la inseguridad, el índice de criminalidad sigue siendo muy bajo y preocupa poco a la población suiza. En Suiza conviven muchas nacionalidades, con un récord de 192 en Ginebra, sede de las Naciones Unidas. Las grandes ciudades son, por supuesto, más propensas a la delincuencia, pero el sistema suizo es muy persuasivo. Las sanciones por infracciones fomentan el cumplimiento de la ley. Por ejemplo, sobrepasar el límite de velocidad en zonas urbanizadas entre 21 y 24 km/h puede costarle 600 francos suizos y la pérdida del carné. Lo mismo ocurre con el aparcamiento, así que asegúrese de seguir las instrucciones de las distintas zonas y el tiempo permitido. Una vez aprendidos los secretos del savoir-vivre suizo y adoptadas las normas, la vida es muy tranquila. Esta sensación de seguridad se refleja en la defensa nacional. Suiza tiene un ejército de milicias, es decir, un ejército de movilización con muy pocos profesionales contratados. La milicia suiza es el legado de la prohibición de la Constitución de 1874 de mantener un ejército federal permanente.

Un entorno idílico pero caro

No todos los suizos se revuelcan en oro Si uno se cree los tópicos de los bellos coches de lujo, los relojes de las grandes casas relojeras y la concentración de bancos, Suiza puede parecer un destino de lujo donde el nivel de vida es más que envidiable. Sin embargo, todo esto hay que ganárselo, y muchas personas no pueden permitirse una vivienda en propiedad y están endeudadas desde hace más de una generación. El sistema médico es caro y es mejor ahorrar para la jubilación (AVS - seguro de vejez y supervivencia). De hecho, la edad de jubilación se retrasa constantemente: 65 años para los hombres y 64 para las mujeres. En 2028, todos los hombres y mujeres se jubilarán a los 65 años. La pobreza también existe en el país del Eldorado bancario: en 2021, el 8,7% de la población (unas 745.000 personas) vivía en situación de pobreza de ingresos. Dicho esto, el país sigue siendo uno de los mejores en términos de hospitalidad y calidad de vida.

Un crisol cultural y social

Suiza siempre ha sido, y sigue siendo, un lugar acogedor, y la calidad de vida aquí parece haber sido propicia para el buen pensar y para destacados esfuerzos artísticos y políticos. Sin entrar en el orden cronológico, he aquí una selección de personalidades que dan testimonio de la diversidad cultural, histórica y artística de Suiza: Charlie Chaplin cerca de Vevey, Erasmo en Basilea, Jean Calvin haciendo de Ginebra el centro de la Reforma, Hermann Hesse instalándose en Montagnola cerca del lago de Lugano en el Tesino, Paul Klee en Berna. Pero también Georges Simenon, Elias Canetti, Mme de Staël, Blaise Cendrars, Jean-Jacques Rousseau, Albert Cohen, James Joyce, Thomas Mann, Vladimir Nabokov, Hortense de Beauharnais y el futuro Napoleón III, Albert Einstein, que vivió en Berna de 1902 a 1909, cuando escribió sus famosas ecuaciones sobre la relatividad, y Vladimir Ilitch Ulyanov (Lenin): ¡Suiza tiene un sustrato cultural sorprendente!

Además de este crisol cultural, se calcula que entre 6.000 y 30.000 niños viven en familias arco iris en Suiza. Las personas LGBT disfrutan de los mismos derechos que el resto de la población desde 2021, gracias a la votación en referéndum a favor de abrir el matrimonio civil y los derechos de adopción a las parejas del mismo sexo. También se ha autorizado la procreación médicamente asistida para las parejas de lesbianas.