Pasado y presente del cine chadiano
Ocupado por los colonialistas franceses hasta 1960, Chad no pudo desarrollar una industria cinematográfica, y la que ha surgido desde la independencia sigue siendo pequeña. A pesar de ello, varios cineastas chadianos rodaron películas en su país durante la segunda mitad del siglo XX. En la década de 1960, el documentalista Édouard Sailly rodó una serie de cortometrajes en su país natal. Formado en Francia y especialista en noticiarios, llevó a la pantalla los paisajes de su Chad, ahora independiente. Le Lac Tchad, Pêcheurs du Chari y L'Enfant du Tchad son ejemplos de esta serie, difíciles de ver hoy en día.
No fue hasta la década de 1990 y el final de los conflictos internos del país cuando surgieron una serie de figuras conocidas del cine chadiano, que siguen en activo hoy en día. Tras estudiar en el ESRA, Issa Serge Coelo realizó su primer cortometraje, Un taxi pour Aouzou, en 1994. La película fue muy bien acogida por la crítica y fue nominada a un premio César. Ese mismo año, Mahamat-Saleh Haroun dirigió Maral Tanié, coproducido con Burkina Faso y seleccionado para el festival de Clermont-Ferrand. Al mismo tiempo, la realizadora Zara Mahamat Yacoub produjo su primer cortometraje documental, Dilemme au féminin, un incendiario cuestionamiento político de las mutilaciones infligidas a las mujeres chadianas, que causó un gran revuelo.
En 1999, Haroun dirigió el primer largometraje de la historia de Chad, un docudrama inspirado en su propia experiencia titulado Bye Bye Africa, que fue galardonado en Venecia con el Premio Luigi De Laurentiis para primeras obras destacadas. Se trata de la conmovedora historia de un cineasta en busca de su país devastado por la guerra, donde el cine ha sido erradicado, y de cómo aún podría reconstruirlo. Es un hilo conductor que atraviesa toda la carrera del director, tanto detrás de la cámara como en la vida real, ya que gracias a él se reabre en 2011 el primer cine del país tras décadas cerrado.
Un año más tarde, le toca a Issa Serge Coelo plasmar la historia de su país en Daresalam. En esta película, el cineasta da vida a las atrocidades que destruyeron Chad entre 1960 y 1970. Es una obra impactante, carente de héroes, pero que arroja luz sobre la historia poco conocida del país a través de los ojos de uno de sus propios ciudadanos.
A principios de la década de 2010, el cine chadiano volvió a la alfombra roja. Abakar Chene Massar llevó su película Le Pèlerin de Camp Nou (2009) a las escalinatas de Montreal, Londres y Rotterdam, mientras que Mahamat Saleh Haroun ganó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes por Un homme qui crie (2010). Habitual de Cannes, volvió en 2013 con GrisGris y en 2021 con Lingui, les liens sacrés, dos películas en competición por la Palma de Oro.
Hoy en día, la influencia de los dos cineastas más importantes del país, Issa Serge Coleo y Mahamat Saleh Haroun, sigue haciéndose sentir. Este último sigue haciendo cine en la actualidad, tras haber sido ministro de Cultura entre 2017 y 2018. El primero dirige desde 2011 el cine Le Normandie de Yamena, el único cine activo del país.
El Normandie, una bienvenida resurrección
Inaugurado tras la Segunda Guerra Mundial, el Normandie es un cine fundado por Georges Hamdani, judío iraní que fue almuédano de la Gran Mezquita de Fort-Lamy (antiguo nombre de Yamena hasta 1975) desde los años veinte hasta 1943. Entre los años 1950 y 1990, el teatro, con capacidad para 700 espectadores, acogió espectáculos, proyecciones familiares y grandes películas internacionales y francesas. En 1990, un empresario chadiano lo compró y amenazó con demolerlo para convertirlo en un complejo comercial. Finalmente se salvó, pero permaneció abandonado hasta finales de la década de 2010, cuando cineastas chadianos lograron obtener una subvención gubernamental para su restauración. El1 de diciembre de 2011, el cine Le Normandie reabrió sus puertas. El cine es ahora uno de los únicos cines del África subsahariana francófona, y está equipado con proyectores digitales y un proyector de 35 mm. Una auténtica delicia para los cinéfilos, y una visita obligada durante su estancia en el país.
Algunas películas destacadas rodadas en Chad
Aparte de las pepitas de oro producidas por los cineastas chadianos, el país ha podido acoger algunos rodajes internacionales. Pero a falta de una política clara al respecto, éstos han seguido siendo muy esporádicos. El primer rodaje estadounidense en el país se remonta a antes de la independencia, en 1958, cuando John Huston pisó Fort-Lamy para rodar Les Racines du Ciel. Adaptación de una novela de Romain Gary, la película sigue las luchas de Morel (Trevor Howard), Minna (Juliette Gréco) y Forsythe (Errol Flynn), que luchan contra los cazadores furtivos para salvar a los últimos elefantes de la región. Una obra de aventuras y panfleto político, protagonizada también por Orson Welles, que podrá descubrir en versión restaurada en una edición acompañada de numerosas entrevistas de la época.
Más recientemente, la filmación se ha limitado principalmente a documentales, que no dejan de ser obras conmovedoras e imprescindibles. En 2018, el director italiano Paolo Casalis captó el viaje de los jugadores del Darfur United, un equipo de refugiados que ha llegado hasta los estadios del Mundial. Es una carrera de obstáculos en la que las batallas más duras no se libran en el campo de fútbol, y una película cautivadora.
Tres años antes, la cineasta española Isabel Coixet había rodado en Chad su cortometraje Parler de Rose, el prisionero de Hissène Habré. Narrado por Juliette Binoche, el documental relata la vida y la muerte de Rose Lokissim, prisionera del antiguo dictador de Chad, Hissène Habré. A través de los testimonios de personas cercanas a la prisionera, ejecutada en 1986, Isabel Coixet realiza una conmovedora película, homenaje a esta valiente mujer. La película puede verse ahora en línea, para mantener viva la historia de esta heroína chadiana de la libertad, y permitirle conocer mejor la historia reciente del país.