Catolicismo: un pilar histórico en declive
El catolicismo húngaro, introducido bajo el reinado del rey San Esteban, fundador del Estado cristiano en el año 1000, sigue estructurando la cultura religiosa del país. En 2022, el 29,2% de la población era católica. La Basílica de San Esteban en Budapest es un buen ejemplo de esta herencia, al igual que la Basílica de San Esteban en Székesfehérvár. La última visita del Papa Francisco a Hungría, en abril de 2023, dejó una impresión duradera: fue acogido calurosamente, pero sin embargo hizo críticas implícitas al Gobierno, sobre todo en lo que respecta a la acogida de inmigrantes.
Protestantismo
El protestantismo húngaro procede de la Reforma del siglo XVI y está representado principalmente por los reformados calvinistas (9,8%) y los luteranos (1,8%). Sigue firmemente arraigado en el este y sureste del país, sobre todo en torno a Debrecen, apodada la "Roma calvinista". La Gran Iglesia Reformada de Debrecen, sobria y monumental, es el símbolo nacional.
A pesar del declive de la práctica protestante, las iglesias protestantes conservan una influencia local y a veces desempeñan un importante papel social y educativo, sobre todo a través de sus escuelas y universidades confesionales.
Judaísmo
Antes de la Segunda Guerra Mundial, los judíos representaban el 5% de la población húngara y hasta una cuarta parte de la población de Budapest. La Shoah redujo trágicamente esta comunidad: casi 600.000 judíos húngaros fueron exterminados entre 1944 y 1945. Hoy, los judíos representan alrededor del 1% de la población, dividida entre húngaros de origen judío y una minoría de israelíes que viven en Budapest.
La Gran Sinagoga de la calle Dohány, la mayor de Europa, es testigo de este rico patrimonio. A pesar de un modesto renacimiento cultural, persisten las tensiones antisemitas, pese a la voluntad del Estado de reconocer el pasado.
Ortodoxia: una minoría unida a sus vecinos
Los cristianos ortodoxos, principalmente rumanos, serbios y ucranianos, representan alrededor del 0,2% de la población. Su presencia refleja la diversidad de las fronteras y la historia del país. Las iglesias ortodoxas húngaras suelen ser pequeñas pero ricas artísticamente. En Szentendre, la iglesia de Belgrado presume de notables frescos y una liturgia animada.
Islam
La comunidad musulmana en Hungría es extremadamente pequeña, representa menos del 0,1% de la población. Está formada principalmente por estudiantes extranjeros, diplomáticos, comerciantes y unos pocos conversos húngaros. La visibilidad pública del Islam es muy baja: las mezquitas oficiales son escasas y la práctica religiosa suele ser discreta.
El islam se tolera pero no se reconoce como religión oficial en Hungría desde que entró en vigor la Ley de Iglesias de 2011 (modificada en 2012 y de nuevo en 2019). Esta ley redujo el número de confesiones que se benefician del estatus de "iglesia establecida" por el Estado, de unas cien a catorce. El Islam no está incluido en esta lista, lo que significa que las comunidades musulmanas no pueden reclamar ciertas formas de ayuda pública o representación oficial en organismos nacionales. Esto también limita su capacidad para gestionar escuelas y hospitales o beneficiarse de exenciones fiscales del mismo modo que las religiones reconocidas.
Aunque Hungría es oficialmente un Estado laico desde el final del régimen comunista, su laicismo se basa en un modelo denominado "cooperativo". El Estado reconoce ciertas religiones, como el catolicismo, el calvinismo, el luteranismo y el judaísmo, y colabora activamente con ellas. En cambio, los grupos religiosos no reconocidos, como el Islam o ciertas comunidades evangélicas o neoprotestantes, quedan relegados al estatuto de asociaciones privadas. Pueden practicar su fe, pero sin el mismo marco jurídico ni el apoyo público reservados a las religiones establecidas. Esta distinción se denuncia regularmente como discriminatoria, porque crea una jerarquía entre religiones, en contradicción con los principios de igualdad y libertad religiosa. Este sistema refleja una concepción de la laicidad diferente de la que se aplica en Francia, donde el Estado pretende ser neutral y no financia ninguna religión.
Varios siglos de ocupación otomana han dejado en Hungría algunos bellos ejemplos de arquitectura islámica, como la mezquita de Pecs, inseparable de la plaza principal de la ciudad.
Creencias populares y tradiciones vivas
Aunque la práctica religiosa ha decaído claramente, las tradiciones populares siguen firmemente arraigadas en la cultura húngara. Las onomásticas, celebradas diariamente según un calendario litúrgico o histórico, dan lugar a gestos sencillos pero entrañables: pequeños regalos, flores y comidas con familiares y amigos. En Pascua, algunas regiones aún perpetúan el ritual ancestral de que los chicos rocíen con agua o perfume a las chicas el lunes, un gesto simbólico de fertilidad que ahora se considera folclórico o incluso anticuado. El pueblo de Hollókő, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, destaca por la conservación de espectaculares costumbres pascuales: los lugareños se visten con trajes tradicionales y organizan cantos, bailes y desfiles que atraen cada año a un gran número de visitantes, curiosos por descubrir esta parte viva del folclore magiar.
Otras celebraciones emblemáticas son el Busójárás de Mohács, un carnaval pagano de máscaras protagonizado por enmascarados vestidos con pieles de animales que ahuyentan simbólicamente el invierno y los malos espíritus. Esta ruidosa y espectacular fiesta tiene su origen en tradiciones eslavas y balcánicas, y combina música, fuego y ritos ancestrales. Por último, aún perviven ciertas creencias rurales, como el miedo al mal de ojo, la fe en las tündérek -las hadas del folclore húngaro- y el uso de aguas termales, consideradas purificadoras y curativas desde hace siglos.